Hace 60 años no existía el reguetón y la música tradicional venezolana (esa de arpa, cuatro y maracas), tenía un lugar privilegiado en la radio y en la incipiente televisión.
Las melodías de Juan Vicente Torrealba, Mario Suárez y otros artistas formaban parte del gusto popular y los jóvenes coreaban sus canciones, tanto o más que las guarachas, el danzón o los ritmos anglosajones.
Quizá por eso no es casualidad que, en los álbumes del recuerdo de la UCAB, aparezcan imágenes como la que abre esta nota. La fotografía, de mediados de los años 50, fue tomada en uno de los pasillos de la antigua sede de La Católica -en la esquina de Jesuitas- y en ella se observa a un grupo de muchachos tocando el cuatro y seguramente cantando a coro alguna pieza del acervo nacionalista, que probablemente era una de las más sonadas del momento.
Otra cosa que deja ver esa foto -más allá de la conservadora moda femenina de la época- es que, desde sus primeros años de funcionamiento, la Universidad Católica Andrés Bello ha promovido la cultura musical entre los estudiantes.
Si bien es cierto que la coral y la estudiantina de UCAB fueron fundadas oficialmente por el hermano jesuita Gregorio Lanz a principios de los años 60, ya una década antes los muchachos de La Católica apelaban a la música para expresarse artísticamente y compartir con sus compañeros.
Así lo comprueba esta segunda imagen, en la que se aprecia a un joven mostrando su virtuosismo para ejecutar, al mismo tiempo, un piano y un pequeño organillo, mientras otros estudiantes contemplan con alegría su talento.
Quizá la canción que interpretaba no era venezolana, quizá hacía sonar las notas de algún bolero o una cadenciosa melodía de Frank Sinatra o Bing Crosby, para entonces ídolos juveniles del pop estadounidense que también se dejaban colar.
Cualquiera haya sido la pieza, lo que queda claro es que en la UCAB siempre ha habido oportunidad para desarrollar el espíritu y entonar canciones de moda…o himnos de libertad.