Con doce años transcurridos desde su constitución en 2007, este jueves 13 de junio se instaló, en el Centro Cultural de la UCAB, el VII Congreso de Invecom (Investigadores Venezolanos de la Comunicación), que cada dos años reúne a especialistas que, por encima de todas las dificultades nacionales, han logrado completar sus trabajos y someterlos al escrutinio de otros expertos, lo que permite que el país siga presente en los escenarios internacionales donde se aborda la investigación universitaria del área.
El encuentro de dos días fue concebido en torno a la temática “Tiempos de innovación, reinvención y emprendimiento”.
Andrés Cañizalez, director de la asociación civil Medianálisis y como miembro del equipo organizador, dijo durante la instalación que lo más relevante del encuentro es que han logrado “resistir y perseverar”. Siete grupos de trabajo fueron convocados para discutir 28 ponencias de investigadores de siete universidades, públicas y privadas.
Periodismo, prácticas sociales y textuales; Gestión de la Comunicación en la Organización: Identidad e imagen corporativa; Comunicación Política y Pública; Comunicación, Comunidad y Participación; Ciberperiodismo y Comunicación Digital; TIC, Apropiación Social y Gobierno Electrónico; y Estudios Culturales y Economía de la Comunicación fueron los tópicos de discusión.
La conferencia inaugural la ofreció José Luis Da Silva, secretario de Investigación de la UCAB y profesor de la escuela de Filosofía. En su exposición, titulada “La investigación en la Venezuela actual. ¿Una necesidad?”, presentó, entre otros datos, estadísticas de la producción de investigación universitaria venezolana en 1999 y en 2016, así como una comparación con otras universidades de América Latina en los mismos períodos.
Da Silva reveló que hasta 2016 la caída, respecto de 1999, era de -16%, según el ranking de evaluación científica de Scimago. Afirmó que espera por la certificación de los datos de 2018 que indican que la caída en la producción de investigación universitaria en Venezuela fue de -20%.
El secretario de Investigación de la UCAB alertó sobre la gravedad de estas cifras. Recordó que “la investigación es la manera de llevar luz al que lo necesita y eso representa el terror de las dictaduras”. Por eso, reivindicó “la necesidad inherente en nosotros (investigadores) de no dejar morir lo que el Estado quiere que muera”, en un país donde “el 80% está en el estado de naturaleza del que habló Thomas Hobbes”.
Apuntó que las políticas del gobierno han ido asfixiando sistemáticamente la investigación en las universidades, instituciones que -sostuvo- desde hace más de una década no reciben ningún financiamiento del Estado, mientras que formar un buen investigador toma unos 15 años.
Reconoció que entre 2001 y 2006 hubo un repunte del financiamiento, gracias a los aportes de ley provenientes de los impuestos por la LOCTI (Ley orgánica de ciencia, tecnología e innovación), así como se desarrollaron vínculos entre las universidades y el empresariado, que se dio cuenta de que podía beneficiarse directamente de ese conocimiento. Sin embargo, explicó que el gobierno modificó la norma en 2006 y desde entonces no se dan dineros públicos a las universidades, pese a que las empresas siguen cotizando lo que exige la ley.
Da Silva habló de que en la actualidad las universidades venezolanas deben ingeniárselas para poder maximizar el uso de los pocos recursos que obtienen. Para ilustrar esto, mencionó la anécdota con un colega de otro país sudamericano que se quejó, pocos años atrás, de recortes presupuestarios que los habían dejado con millón y medio de dólares con los que produjeron cuatro investigaciones. Da Silva dijo que respondió que ese año todo el presupuesto de la UCAB para investigación había sido de 600 dólares y con eso produjeron 206 artículos.
También mencionó que, a veces, los investigadores universitarios innovan sin darse cuenta, pues la necesidad les obliga. Así se ha logrado, en el caso de la UCAB, atraer el interés de organismos multilaterales que han ofrecido financiamiento para proyectos modestos, de unos 3 mil dólares, que permiten que la investigación se mantenga activa.
Invecom: su desafío es el impacto público
Luego de la conferencia de Da Silva, Andrés Cañizalez fue consultado sobre lo que aspira lograr Invecom. Dijo que forman parte de una red de asociaciones de investigadores de la comunicación que tiene “como un desafío lograr tener un mayor impacto en el público en relación con lo que producimos”.
Admitió que temas como, por ejemplo, las limitaciones al acceso a la información por la reducción de la velocidad de Internet, que tienen gran impacto público, están siendo abordados por ONG que tienen su foco más en los acontecimientos de actualidad y que, quizás, falta una mayor alineación con los temas más acuciantes de los venezolanos en el área de medios de comunicación y tecnologías de la información.
Sin embargo, dejó claro que Invecom no aplica ningún filtro ni orienta los enfoques e intereses de los investigadores asociados a la plataforma.
En cuanto a las condiciones en las que han podido realizar el VII congreso, Cañizalez afirmó que varios expositores han tenido que apelar a los videos por problemas de desplazamiento, y uno de los casos más complicados ha sido el de una investigadora de la ULA, que no pudo venir desde Mérida y tampoco pudo enviar un video por dificultades con Internet. Sus colegas en Caracas pasarán sus láminas, que acompañarán con una grabación telefónica de su voz explicando la ponencia.
“Desde que nos constituimos en 2007 nos han pasado muchas cosas. Hace dos años, el VI congreso era en la Universidad Monteávila y eso coincidió con las protestas de 2017 y tuvimos que pasarnos completamente al formato en línea, no teníamos condiciones para reunirnos. Por eso, hemos ido tratando de tener un marco de flexibilidad pero conservando los criterios y estándares académicos, que haya revisión entre pares y que todos los trabajos sean arbitrados”.