En 1999, mientras las universidades venezolanas dirigían sus esfuerzos a desarrollar parques tecnológicos, la Universidad Católica Andrés Bello apostó por la fructífera idea de un parque social. Sus proyectistas buscaban optimizar los vínculos y relaciones entre la institución académica y sus comunidades aledañas, que entonces se estimaban en medio millón de habitantes.
Veinte años después, el Parque social “Manuel Aguire, s.j.” –sueño del también fallecido padre Luis Azagra, s.j.– es consustancial al área que rodea el campus de Montalbán y, especialmente, el Centro de Salud Santa Inés (CSSI) se erige, desde su modesta edificación de dos pisos, como una referencia de respeto, trato digno y atención de salud ambulatoria que, aunque primaria, salva vidas gracias a la detección, con tecnología de última generación, de enfermedades potencialmente mortales.
El CSSI se mantiene actualizado gracias a los aportes y donaciones de personas, empresas y embajadas que suministran equipos y patrocinan programas de atención directa.
“La embajada de Japón nos acaba de donar un equipo nuevo de electroencefalografía y nosotros damos esos servicios. Como no tenemos que pagarlos, nosotros solo les hacemos el mantenimiento y eso nos permite no tener que cobrar una cantidad exorbitante. No es lo mismo tener que pagar un equipo que cuesta el equivalente a 57 mil dólares que recibirlo como donación”, explica Scarlet Salazar, médico pediatra, especializada en gastroenterología infantil en el hospital Pérez Carreño, quien ocupa la dirección del centro desde junio de 2015.
De las cuatro especialidades médicas con las que originalmente se inauguró, en septiembre de 1999, el CSSI hoy ofrece 36 especialidades, entre médicas y odontológicas. La aspiración de su directora es “tener otro piso, tener más consultorios, un equipo de resonancia magnética y ¡crecer, crecer y crecer!”.
“Hemos evolucionado, buscado soluciones a los problemas de la gente y nos hemos diversificado. Nuestro balance es ciento por ciento positivo. Todo lo que ha logrado Santa Inés en estos veinte años han sido éxitos y logros con muchísimo esfuerzo, pero con amor, cariño y aceptación del público. De todo, lo que más gusta es cómo se sienten los usuarios: bien tratados, respetados y, por encima de todo, sienten que resuelven sus problemas. Actualmente estamos realizando entre 300 y 400 servicios al día. Algunas personas reciben varios servicios, pero nos preocupa que la demanda esté sobrepasando nuestras capacidades. A veces se nos acaban los cupos, especialmente para los servicios de laboratorio, mamografía y densitometría, que aquí son mucho más baratos. Las tomografías nuestras están a unos precios muchísimo más económicos”.
Salazar atribuye, entre risas, una gran persistencia al rector de la UCAB, Francisco José Virtuoso, y al profesor Nestor Luis Luengo, vicerrector de Identidad, Desarrollo Estudiantil y Extensión Social, quienes la convencieron, tras varios intentos, de que aceptara la conducción del centro médico. Ya antes, por casi una década, la ahora directora del CSSI había ofrecido servicios de atención primaria en el ambulatorio ubicado en La Pradera, que gerencian las religiosas de la acción parroquial afiliada a AVESSOC, en la parte alta de La Vega.
En su pequeña oficina en el Parque Social, la doctora Salazar no se ahorra reconocimientos para el personal que le acompaña en la gerencia del ambulatorio. Con motivo del vigésimo aniversario de funcionamiento del CSSI, se realizará este viernes 13 de septiembre un acto especial de reconocimiento a todo el equipo por los años de servicio.
“Cuento con un personal maravilloso que nos hace todo más fácil. Eso es lo que me hace venir a trabajar todos los días con ánimo y alegría. ¡Para mí esto ha sido una fortuna! Esto ha sido un regalo que me hicieron”.
Sobre el perfil socioeconómico de quienes están demandando los servicios médicos, Salazar precisa que ha cambiado.
“Cuando llegué aquí como directora de este centro venía gente pobre de las zonas adyacentes, de La Vega, Antímano, Mamera, Caricuao, Las Adjuntas. Después empezó a venir gente de Montalbán y de El Paraíso. Ahora estamos recibiendo gente del este de Caracas, de Vargas y hasta de los valles del Tuy. Se nota que es clase media que viene con sus propios carros. Antes la gente venía en transporte público y ahora los estacionamientos están llenos porque con la crisis de la salud la gente reconoce que nuestros servicios son buenos y baratos. Últimamente, estamos haciendo muchísimo énfasis en las jornadas comunitarias, vamos a los sitios más alejados, como Carapita, Mamera, La Vega, Antímano y les llevamos consultas médicas, odontológicas, despistajes oftalmológicos, atención primaria en general. Esto surgió de la experiencia de trece años que tengo de subir a La Pradera, allí la comunidad se acostumbró a que la UCAB llega con sus estudiantes y médicos al centro de salud. Así pensamos que también podíamos ir a otros lugares, como La Consolata, en la parte más alta de Carapita, donde hay gente muy pobre. Allí, además de llevar a médicos y enfermeras, empezamos a dar charlas de educación sexual y sobre las enfermedades más comunes de los niños. Ahora, uno de nuestros programas bandera es el de las Jornadas Comunitarias y son ellos los que nos llaman para que vayamos. Con ese plan tratamos todas estas enfermedades como piojos, sarna, gripes, parasitosis”.
También desde el Centro de Salud Santa Inés se gestiona el programa denominado Apoyo al Paciente, que se sostiene con fondos de donaciones en metálico del sector privado.
“Si alguien no tiene cómo pagar un servicio, nosotros le damos hasta el 75% de descuento. Tenemos una oficina especial para atender a los que no tienen el dinero completo, pero en Santa Inés no se dan dádivas, no se humilla de esa manera. Regalar y regalar es humillar al ser humano. Aquí se hacen estudios sociales, el que puede paga completo y el que lo necesita se le da la ayuda, pero nosotros creemos que las personas no valoran lo que se les regala y sienten que se les quita el derecho a reclamar, que sí tienen cuando están pagando. Eso le da una connotación diferente a Santa Inés. Aquí se paga por todos los servicios, se paga menos, pero se paga y la gente lo entiende y sigue reconociendo que nuestros precios son accesibles”.