Luis Ugalde presentó libro de Rodrigo Cabezas sobre crisis de la izquierda latinoamericana
Efraín Castillo
La censura impuesta por el Partido del Trabajo de México (PT) a una reflexión académica que le había sido solicitada y que se desechó por “demasiado crítica”, dio pie a la publicación en Venezuela del libro La izquierda, rehén de su negación, un ensayo escrito por el exparlamentario y exministro de Economía de Hugo Chávez, Rodrigo Cabezas Morales, que cuenta con un texto introductorio de Simón García, también exparlamentario y fundador del Movimiento al Socialismo (MAS), partido en el que militó el autor.
Cabezas dijo que hizo “un esfuerzo riguroso, sin epítetos, no panfletario”, de las cinco razones que halló coincidentes en el deterioro de los movimientos que en América Latina se presentaron, en las últimas dos décadas, como izquierda progresista y que, en el caso de Venezuela, devino en “catástrofe nacional”, según palabras del sacerdote Luis Ugalde, s.j., quien hizo la presentación de la publicación en un acto sencillo que se realizó, el miércoles 11 de septiembre, en la sede de la UCAB, en Montalbán.
El rector de la UCAB, Francisco José Virtuoso, s.j., dio la bienvenida a los visitantes y destacó el propósito de esta universidad por alentar un debate que permita la mayor comprensión del proceso político que vive Venezuela. Estuvo en el acto el exdiputado Luis Manuel Esculpi, quien tuvo palabras de reconocimiento para Cabezas.
La publicación, en su versión digital, cuenta con 88 páginas en las que desarrolla críticamente los elementos comunes, a saber: la economía, la integración económico financiera, la corrupción y la impunidad “como traición indignante”, de la democracia participativa al presidencialismo y la autocracia y, por último, el tratamiento dado a la clase media y la juventud.
“Este ensayo habla del socialismo como esperanza y como frustración. Llama a pensar en las causas del extravío de la revolución”, escribió Simón García, presente en el encuentro.
“Como militante de izquierda yo sigo apostando a la igualdad de oportunidades, de derecho, de dignidad. No hay socialismo si no es democrático”, dijo Cabezas y recordó al fallecido Teodoro Petkoff. “¿Quién puede ser stalinista? ¿Quién puede respaldar democracias con partidos únicos? Debemos criminalizarlos”, agregó Cabezas y confesó que se inspiró en un esquema de Deng Xiaoping para dejar claro lo que, a su juicio, no es socialismo.
“Para reafirmarme en mi condición de demócrata, anhelo para mi nación una democracia radical, profunda, donde podamos opinar y expresarnos (…) Juro por mi madre, por mi dios, que no perseguí a nadie, no mandé al SEBIN a nadie, no cerré ningún banco por venganza, no usamos ningún mecanismo tributario o fiscal para amargarle la vida a nadie. Anhelo un gobierno que no persiga a nadie por sus ideas distintas y sea capaz de dialogar con la sociedad que le dio la oportunidad de conducirla”, comentó el autor del libro al finalizar el discurso del exrector de la UCAB.
Utopizar la realidad y realizar la utopía
Luis Ugalde hizo un resumen reflexivo del libro y recordó que era la tercera vez que le pedían presentar un texto sobre la Izquierda. Los dos primeros, dijo, fueron escritos por Petkoff: Proceso a la izquierda y Las dos izquierdas.
“Agradezco por brindarnos este libro que nos reta a todos y nos ofrece luces y temas de discusión absolutamente necesarios hoy, para no asistir pasivos ni resignados a esta catástrofe que despoja de la vida a millones de venezolanos. No olvidemos que el éxito económico es indispensable, pero ordenado a la realización humana, sin ignorar la tendencia humana a convertir en dioses absolutos al poder político y al poder económico de unos pocos. Dioses en cuyos altares se sacrifican millones de humanos, no importa que sean de derecha o de izquierda. Una vez que el poder o el dinero, como valor absoluto, lo atrapa se vuelve en negador de la vida de los otros. El poder convierte a los ciudadanos en esclavos cuando ocurre esto. El reto que nos plantea Rodrigo es desarrollar el poder económico y político del país, no como fines sino como medios para recrear permanentemente una sociedad libre, justa y solidaria”.
“La convivencia libre, solidaria y justa es la aspiración de toda humanidad que no se resigna a su propia negación y la utopía de la fraternidad, cuya plenitud no tiene lugar en la historia, está en el fondo del corazón humano de todos los tiempos y es inseparable de la identidad humana, que no se tiene como posesión sino como horizonte y búsqueda permanente. Es un camino con etapas, logros y fracasos humanos y un imán en el horizonte. Gracias a ella la historia avanza y la humanidad se humaniza y las tiranías son derribadas y las esclavitudes dan paso a liberaciones”, reflexionó el exrector de la UCAB.
“Quiero señalar que Cabezas no se queda en la posición de aquellos, y conozco unos cuantos, que repudian la mala afiliación de la propuesta del socialismo del siglo XXI, y esperan que vengan otros, que sin errores, apliquen bien la misma propuesta. No, la crítica de Rodrigo va a la corrección misma de dogmas y prédicas de la izquierda tradicional que no resisten un análisis serio y científico”.
“La historia se teje con dos hilos contrapuestos, como son la utopía y la presente y humana realidad. La utopía sin la realidad es una vana ilusión y la realidad sin utopía transformadora, siempre, sin excepción, termina en negación humana y corrupción que se vende al poder y la codicia, convertidos en dioses supremos. Le corresponde a la dirigencia política humanizadora tejer el cambio con los dos hilos contrapuestos, utopizando la realidad y realizando la utopía sin que nunca llegue a la tierra prometida. La realidad es cambiante y no se puede dar cuenta de ella en el siglo XXI latinoamericano y venezolano con repetir lo que dijo Marx –y cito a Rodrigo– hace más de siglo y medio. Las complejidades políticas, económicas, sociales y culturales de procesos de transición hacia el socialismo no recibieron la mirada escrutadora del pensamiento de su principal visionario, Carlos Marx, y la experiencia soviética, junto a lo que llaman socialismo real, fue la antítesis cercenadora de la libertad de la justicia”.
Ugalde expresó su acuerdo con Cabezas en la idea de que los equilibrios macroeconómicos no bastan.
“También es falso el dilema entre crecer y distribuir. No son excluyentes y necesitamos crecer y distribuir al mismo tiempo. Pero ‘por el peso de los dogmas se optó por lo segundo’, dice Cabezas. Yo agregaría que en el caso de Venezuela la engañosa prédica de que somos país riquísimo petrolero, facilitó la conclusión de que aquí gobernar bien es distribuir al pueblo pobre la abundante renta petrolera, que ya está producida –que no hay que producirla–, pero está robada por el imperio, las empresas, los ricos explotadores y los partidos políticos corruptos. Lo que hay que hacer es acabar con ellos y distribuir la riqueza que ya existe. La revolución distribuirá sin tener que revolucionar la producción de una sociedad poco productiva. Ha sido una terrible ilusión en el poder. Ese acento en la distribución en Venezuela –señala Rodrigo– terminó en asistencialismo y clientelismo sin transformación productiva. La caída de la producción ha sido brutal, más del 60% del PIB en cinco años, con el “exprópiese” irresponsable y aplaudido se combatió a la empresa privada, sustituyéndola por el estatismo”.