El 20 de noviembre de 1989 se firmó la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), la cual desarrolló los principios establecidos en la Declaración por los Derechos del Niño, aprobada por la Organización de las Naciones Unidas en 1959. La CDN consta de 54 artículos que recogen todas las garantías económicas, sociales, culturales, civiles y políticas de los niños, niñas y adolescentes.
A propósito de los 30 años de este hito, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) realizó una exposición vivencial en el campus de Montalbán de la UCAB, con el fin de sensibilizar a los jóvenes en relación a los retos de la infancia en el mundo.
El proyecto estuvo conformado por un conjunto de estaciones interactivas que ayudaron a ejemplificar lo que sufren millones de niños.
En la primera fase del recorrido, varios voluntarios se turnaron para trasladar de un punto a otro de la Plaza Mickey -donde tuvo lugar la actividad- dos bidones de agua de 46 kilos cada uno, en pro de emular la experiencia de 250 millones de niños aproximadamente, los cuales deben recorrer diariamente de 30 a 40 kilómetros con recipientes semejantes, debido a que las fuentes de agua potable a las cuales tienen acceso usualmente se encuentran muy lejos de sus hogares.
«Si un estudiante universitario de 1,75 de estatura, 80 kg de peso y fornido tiene problemas con estos bidones, imagínense lo que sufre un niño de 40 kg y que mide 1,10», afirmó Jesús Fonseca, consultor en comunicaciones de UNICEF Venezuela, mientras fungía como guía de esta primera actividad. Resaltó también que la organización ofrece un programa llamado «Agua, Saneamiento, Higiene» que proporciona a los niños de Venezuela agua limpia y segura por medio de camiones cisterna, los cuales son utilizados para distribuir este servicio en distintos hospitales y comunidades de bajos recursos. Esta iniciativa también pone a su disposición acciones de asistencia y cooperación en situaciones de emergencia y desastres.
Otra de las estaciones propuso un acercamiento al cuadro nutricional de los infantes afectados por la subalimentación. Para ello, los voluntarios tomaron el caso de una niña oriunda de Afganistán llamada Fátima, la cual presenta un cuadro severo de malnutrición. Para dar a entender su situación, utilizaron una cinta braquial – utensilio que sirve para medir la circunferencia de un brazo -. Esta marcaba 10 centímetros, medición que, según ellos, resulta alarmante.
Finalmente, la tercera y última dinámica de la exposición estuvo orientada hacia la educación. Para esto, los guías dispusieron de dos voluntarios, quienes abrieron dos morrales, con diseños alusivos a UNICEF, en los cuales se encontraban cinco carteles pequeños que mostraban seis herramientas que aporta la educación a un niño.
«Valores, consejos, protección, conocimientos, amistad e inteligencia emocional son elementos de los que carecen muchos niños que no cuentan con los recursos necesarios para acceder a una educación«, esta fue la conclusión que Gabriela Ferrer, consultora en Comunicación de UNICEF, intentó compartir con los participantes.
Acto seguido, los trabajadores de UNICEF instaron a los estudiantes a compartir un mensaje en sus redes, ya fuera por medio de un video o de una foto, para difundir el propósito de este evento. Además, varias personas optaron por escribir sus mensajes en unos pequeños retazos de papel y exponerlos en un espacio dispuesto por los organizadores, denominado «árbol de derechos».
Carlos Suyim, estudiante de ingeniería civil, declaró sentirse complacido con la exposición. «Me gustó mucho. Es una caída en la realidad de lo que están viviendo muchos niños aquí en Venezuela y en el mundo. Uno normalmente vive situaciones difíciles, pero no me quiero imaginar lo que pasan los niños que no tienen fácil acceso al agua o a una correcta alimentación».
UNICEF contó con el apoyo de voluntarios de la organización Doctor Yaso, quienes se encargaron de la captación de público participante en el evento.
♦Texto: Diego Salgado/Fotos: Manuel Sardá y Diego Salgado