Desprotección de niños y adolescentes fue abordada en las IV jornadas contra la violencia de género
Efraín Castillo
Con la participación de tres especialistas que expusieron en sus intervenciones aspectos médicos, sociológicos y legales sobre la violencia de género y demás grupos vulnerables, este miércoles 4 de noviembre, el Centro de Clínica Jurídica de la UCAB realizó sus IV Jornadas contra la violencia de género y demás grupos vulnerables, en el auditorio del Centro Cultural “Padre Carlos Guillermo Plaza” de la universidad.
Entre las conclusiones hubo demandas al Estado venezolano para que brinde mayor y mejor atención ante este problema, así como la toma de conciencia por parte de los ciudadanos de que pueden hacer mucho más, desde vencer sus prejuicios y mitos, a estar más alerta ante la acción de los perpetradores, que en el 99% de los casos están en el entorno familiar.
En el caso de los adultos mayores, se ventilaron cifras de 2019 de la Asociación Civil Convite, que registró 333 homicidios de ancianos y en 11 de esos casos los victimarios fueron sus propios hijos.
La médico pediatra, Darda Ramírez Rangel, habló sobre “Signos clínicos de la violencia en niños, niñas y adolescentes (NNA), tercera edad y comunidad LGBTI”; la profesora Carla Serrano Naveda, miembro del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UCAB, expuso sobre “Niños, niñas, adolescentes y jóvenes LGBTI como sujetos de derecho” y, finalmente, el abogado y profesor Isaías Medina Felizola dio una charla sobre el “Manejo jurídico de personas vulnerables y cuestionadas”.
La profesora Aura Janesky Lehmann, directora del Centro de Clínica Jurídica de la UCAB, detalló la evolución que han tenido estas jornadas en los últimos cuatro años y cómo han ido ampliando los aspectos a debatir.
Precisó que en la legislación nacional existen 19 tipos de violencia de género (física, psicológica, verbal y patrimonial), pero las víctimas no denuncian en la enorme mayoría de los casos porque no confían en que los organismos del Estado atenderán a sus reclamos. Además, las personas afectadas se consideran culpables y merecedoras de esa violencia. “En ningún caso se puede justificar al agresor”, sentenció Lehmann.
Abogó porque los asistentes al evento, que estuvo abierto al público general, sean multiplicadores del debate y comuniquen que hay que asumir una actitud más firme ante los que causan lesiones, físicas y psicológicas, que conducen en muchos casos a la muerte. Lamentó que la violencia de género y contra los grupos vulnerables, se vive en Venezuela silenciosamente y a ciegas porque no se llevan estadísticas oficiales, lo que dificulta el diseño de políticas públicas.
Invertir en la familia
Darda Ramírez ha ampliado sus conocimientos médicos con los jurídicos, como estudiante de la Facultad de Derecho de la UCAB, ya en etapa de tesis. Con esa doble perspectiva profesional detalló vivencias de la violencia que sufren los niños venezolanos, especialmente en los sectores más pobres y que ha abordado como médico forense y en atención primaria.
También dijo que se ha incorporado al activismo por la defensa de los derechos de los adultos mayores que están sufriendo los rigores de la migración y el abandono de sus familiares.
Mencionó que “hay un montón de abuelos cuidando adolescentes activos sexualmente”,lo que se vuelve una carga inmanejable para ellos. Relató episodios muy crudos de lo que enfrenta cotidianamente en las zonas pobres con el aumento de la prostitución infantil en medio de una epidemia creciente –en el caso de Petare– de sífilis y gonorrea.
Ramírez insistió en que Venezuela, como sociedad, tiene el imperativo de frenar la proliferación de la violencia y para ello “tenemos que invertir en la familia que está pulverizada”.
Abogó por brindar atención y educación en valores especialmente a las niñas, porque como madres tendrán un enorme impacto en la formación de las nuevas generaciones. También hizo un llamado a los profesionales que atienden los casos para que hagan un abordaje biopsicosocial y no se limiten a despachar aspectos aislados sino que evalúen todo el entorno. También invitó a mantenerse en constante actualización y buscar el conocimiento “entre la gente, no solo en los libros; uno no puede diagnosticar lo que no conoce”.
Ofreció detalles de los factores que influyen en el desarrollo de conductas violentas, entre los que citó causas neurofisiológicos, biológicos y endocrinos, así como el ambiente familiar, la existencia de armas de fuego en la casa y la influencia de los medios de comunicación. Llamó la atención sobre el consumo de licor en las zonas populares que ha bajado al nivel de niños que cursan 4to y 5to año de la primaria.
Sobre los signos de la violencia que evidencian las víctimas, dijo que “lo físico siempre va a sanar, y eso lo vi como forense; pero lo que pasa emocionalmente tiene secuelas tan grandes que ese niño será un adulto que puede continuar maltratando”.
Fue insistente en que los familiares de los niños que de forma repentina muestren cambios de conducta, quejas por dolores de cabeza o de estómago y resistencia a quedarse con parientes y amigos de la familia, atiendan a estos síntomas porque con frecuencia son indicios de abuso. Dijo que “el bajo rendimiento escolar es la punta del iceberg”, cuando éste se produce sin causa aparente.
El estereotipo denigrante vulnera al niño LGBTI
Carla Serrano, socióloga docente de la UCAB y secretaria general de la Red por los Derechos Humanos de los Niños, Niñas y Adolescentes (Redhnna), abordó en detalle las circunstancias que a diario enfrentan en Venezuela los niños y jóvenes de la comunidad LBGTI como sujetos de derecho, que siguen encontrándose con la incomprensión de sus familiares y maestros, que les dan respuestas inapropiadas.
En general, afirmó que no existe en Venezuela un sistema de protección de niñas, niños y adolescentes y que hay en la Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNA) algunos capítulos que lo mencionan, pero que el Instituto de Derechos del Niño, Niña y Adolescentes (IDENA) “brilla por su ausencia”.
“No hay nada en la orientación de género que haga al niño vulnerable, lo que lo hace vulnerable son los estereotipos denigrantes y la patologización de su conducta”, señaló la profesora Serrano.
Cuestionó que la sociedad venezolana normaliza los actos violentos y parte de la tarea de los expertos en el área “es resignificar la violencia, frenarla y aplicar antídotos”. Explicó las diferencias entre sexo, identidad de género, expresión de género y orientación sexual, y alertó que se corre el peligro de que la emergencia humanitaria compleja que impone en la agenda pública la atención de problemas como el hambre, ponga de lado la situación de la comunidad LGBTI que está sometida a hostigamiento y agresiones en sus casas y centros de estudio.
Citó, entre los efectos directos sobre los niños y jóvenes estados de depresión, consumo de drogas, intentos de suicidio y conductas violentas. En el caso de los suicidios, citó cifras que indican que un tercio de los jóvenes de la comunidad LGBTI que sufren acoso intenta el suicidio antes de los 17 años.
Como tercer expositor, el profesor Isaías Medina Felizola hizo reflexiones dirigidas especialmente a los especialistas en Derecho, para que flexibilicen la “majestuosidad” de esta disciplina y actúen con humildad y aprendan de otras especialidades que les ofrecen una visión más global para el abordaje de los casos que deben enfrentar, especialmente los relativos al “Manejo jurídico de personas vulnerables y cuestionadas”, que fue el título de su charla.
Medina Felizola citó a Albert Einstein: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”, para significar que en el siglo XXI el Derecho debe abandonar las concepciones binarias y asumirse globalizado.