Este 15 de enero se conmemora un nuevo Día del Maestro en Venezuela, fecha que llega en medio de una severa crisis del sistema de enseñanza, la deserción de docentes y alumnos y la emergencia humanitaria metida de lleno en las aulas de clase.
Carlos Calatrava, licenciado en educación y director encargado de la Escuela de Educación de la UCAB, está consciente de esta realidad. Asegura que, ante el panorama actual, los docentes no tienen razones para festejar; sin embargo, señala que la conmemoración debe servir para alertar sobre la dura realidad del sector y para seguir haciendo esfuerzos por mejorar la profesión docente y la educación en general.
Haciendo un balance de lo que ha sido el año 2019 para la educación, ¿hay motivos para celebrar?
«No hay motivos para celebrar, pero hay motivos para conmemorar. Estamos teniendo ausentismo escolar, las aulas de clase del nivel obligatorio, sobre todo de educación media, se están quedando vacías. No tenemos profesores y, según una estimación que realizamos, alrededor de unos 59 mil docentes, de los 565 mil reflejados en el último reporte de docentes activos del Ministerio de Educación, han migrado durante el pasado año 2019, lo que habla de un casi 10% del total de profesores que se han perdido».
¿Qué factores fueron determinantes para dar como resultado este balance?
«No solo hago referencia a la migración fuera del país, sino a la migración de oficio; es decir, hay personas que eran profesores pero, debido a los sueldos inhumanos, han decidido dejar de dar clases para trabajar de vigilantes, de taxistas o a dar clases particulares. En resumen, no hay alumnos, no hay profesores y los reportes que estamos teniendo, por los datos del Sistema de Evaluación de Conocimientos en Línea (SECEL) que pusimos en marcha desde la Escuela, indican que no hay calidad en la educación, porque los promedios que nos da son de 9,05 puntos sobre 20 de rendimiento estudiantil en las materias de matemática, lengua, ciencias naturales y ciencias sociales».
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¿Cuáles son los motivos por los cuales alega que «pueden conmemorar»?
«Lo que conmemoramos es la lucha histórica del magisterio venezolano. Nace el 15 de enero del año 1932, ya que se crea la Sociedad de Maestros de Instrucción Primaria, que actualmente es la Federación Venezolana de Maestros, para que esta pudiera funcionar como gremio. Fuimos uno de los primeros países de América Latina en los que se logró la sindicalización, razón por la cual hay que celebrar la lucha de los docentes que nos antecedieron. También recordamos la labor del maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa y su planteamiento del Humanismo Democrático en la Educación y la Tesis del Estado Docente como eje de las políticas educativas, con mayor o menor brillantez a lo largo de los años, desde 1947. Somos uno de los pocos países que tiene una tesis pedagógica autóctona para sostener el sistema educativo y para establecer las finalidades de la educación, como lo establece la Constitución de 1947, la de 1961 y la de 1999. También debemos conmemorar la existencia de 27 instituciones que forman docentes en Venezuela, las 26 escuelas de Educación como la nuestra y la vigencia de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador como institución avocada exclusivamente a la formación de docentes en el país».
¿Cómo afecta esta memoria histórica la lucha de los docentes venezolanos hoy en día?
«Aunque estamos en la época más oscura del país y en el peor momento del sistema educativo venezolano tenemos todos los antecedentes para reconocer lo que se logró en el pasado. No podemos negar que tenemos razones para conmemorar, pese al impacto,dentro de las aulas venezolanas, de la emergencia humanitaria compleja que estamos viviendo. También tenemos que asumir la crisis que viene desde el año 1984 y los fracasos de anteriores políticas educativas, tomar conciencia de que podemos superar estos obstáculos, como lo hicimos en el pasado y como lo podemos volver a hacer en el futuro. Todos los educadores estamos convencidos de que si no hay educación, no hay país; y si no hay educadores, no hay democracia».
¿Cuáles son los retos del educador en el 2020?
«Como todo, el año educativo va a estar determinado por el sistema político. Si me hubieras preguntado antes de irnos de vacaciones por Navidad, te hubiera dicho que va a seguir la diáspora, la migración, el bajo sueldo, los maestros seguiremos atomizados y las federaciones seguirán en un ‘bochinche’, pero lo que ha pasado en el país, desde el domingo 5 de enero, hace que cualquier predicción esté cambiando. Asumiendo el riesgo de poderme equivocar, siento que el 2020 será el año del convencimiento social de la importancia de la educación. Debido a los acontecimientos suscitados en los últimos días, creo que la sociedad va a tomar conciencia de que la escuela es para que la gente aprenda, para que la gente enseñe y que no es para repartir una bolsa CLAP, ni para ninguna de esas cosas ridículas que nos han implantado con la Ley Orgánica para la Educación del año 2009».
¿De dónde nace este convencimiento al que hace referencia?
«Es lo que uno ve todos los días en la calle. Pese a las dificultades, uno todavía puede ver a los padres que van con sus hijos listos para ir a sus clases, ya sea por medio del transporte público, con su carro o a pie. Aunque sea por hábito o por costumbre, hay una noción de la necesidad de estudiar para que los niños sean cuidados o para alejarlos de la violencia y que, adicionalmente, aprendan. La sociedad venezolana ha sufrido una destrucción fuerte de su institucionalidad, pero una de las cosas más golpeadas y empobrecidas aún se mantiene establecida y abierta pese a todas sus limitaciones, esta es la escuela. El reto del año 2020 es entender que esto no es un oficio, es una profesión y, como tal, tiene saberes y tiene ciencia, dando como consecuencia la tarea de echar el barco a navegar y cumplir con nuestra responsabilidad».
¿Cómo debe permear este convencimiento el trabajo de los educadores?, pues supongo que existirá una necesidad de adaptación
«Cualquier profesor va a decir que está convencido y que lo va a hacer. Sin embargo, a esta certeza uno le empieza a poner marcas encima: No tengo alumnos, no hay agua, no tengo material, no tengo que comer, no estoy ganando nada. Esto indica que la esencia está, pero su expresión concreta se confronta con una realidad del país que le dice: ‘Pana, aunque la esencia esté, te estoy poniendo todas las trabas para que despiertes de ese bonito sueño en el que estás sumido’. El reto es que los que estemos convencidos entendamos que estas marcas rojas que nos ponen encima son motivos de resiliencia e incentivos para ayudar al otro. Si bien nadie está ganando un buen dinero, hay que promover la solidaridad, pero no se trata de apoyo económico, sino de dar elementos de respaldo y de convencimiento de que la tarea del docente vale. Con al menos un familiar, un medio de comunicación o un sector empresarial que se contagie de este convencimiento, podemos empezar a quitar estas marcas que la realidad nos escupe para no poder avanzar».
¿Cuál es el aporte que la Escuela de Educación de la UCAB está dando para lograr los cambios necesarios en el área?
«Las escuelas de Educación damos jornadas de formación gratuitas. En esta escuela se realizan jornadas de formación cada dos meses y son abiertas a cualquier cantidad de docentes interesados. En la última que tuvimos (octubre) contamos con la asistencia de 254 maestros, los cuales tuvieron espacios de formación en áreas como matemática, química, enseñanza de emprendimiento, entre otras. Además, con experiencias como el Congreso de Innovación Educativa, que es un evento internacional y gratuito, nos enfocamos en los tópicos más recientes de nuestro oficio y este año tuvimos casi 400 participantes».
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¿Qué mensaje quiere comunicar a los maestros venezolanos?
«Somos bastión de resistencia, debemos seguir haciendo la tarea. Venezuela no se ha perdido gracias a nosotros. Somos el muro de contención de la tiranía, nuestra labor está dando frutos. Quisiéramos que nos apoyaran y respetaran más, pero en todo el territorio nacional uno puede encontrar a un maestro con unos niños en un salón de clases aprendiendo. Contra ese proceso no ha podido nadie. Si realmente queremos tener algo que se llame República y algo que se llame democracia, no debemos contar con los militares ni con las maletas llenas de dinero, sino con nosotros, porque esa es nuestra tarea, nuestra responsabilidad y el deber que asumimos en nuestra formación: construir democracia y República».