Luis Ugalde

Apaguen la luz, apaguen los celulares, apaguen la TV, apaguen las conciencias. Así, a oscuras y protegidos por tropa con cascos, escudos, fusiles, paramilitares y órdenes insensatas, vamos a imponer sin votos, ni quórum, una nueva Directiva de la Asamblea Nacional con diputados presionados, amenazados y comprados.

El régimen corrupto logró comprar un puñado de diputados, y ahora cínicamente finge lamentar que dos directivas opositoras embochinchen la Asamblea Nacional, pues la nueva -dicen-  está constituida por diputados de PJ, VP, AD, COPEI (todos expulsados de sus partidos)… Ante tanto desastre de la oposición- afirman -el gobierno con la responsabilidad que lo caracteriza va a sanear la AN con una extraordinaria intervención del TSJ y de la Asamblea Nacional Constituyente. Con prontas nuevas elecciones parlamentarias sacarán a todos estos diputados opositores indignos.

¡Gracias!

Pero en medio de esa impuesta oscuridad y cinismo tiránico vimos brillar una gran luz: la mayoría de diputados no cedió a amenazas, persecuciones y sobornos: el propio domingo 5 eligieron con clara mayoría de 100 votos (de un total de 167) a la nueva directiva y a su presidente, Juan Guaidó.

El martes 7, encabezados por este, rompieron el cerco militar y el cinismo comunicacional de la dictadura, poniendo en fuga a guardias nacionales que trataban de impedir la entrada al Palacio Legislativo y en carrera a la directiva usurpadora. Con unidad, responsabilidad y valentía, jugándose la vida y perseguidos ellos y sus familias, demostraron que la mayoría no se vende y está actuando heroicamente en conciencia ante un régimen que viola toda ética y derecho con tal de mantenerse en el poder.

En esos mismo días (del 7 al 10 de enero) se reunía la Conferencia Episcopal y, ante la gravedad de las cínicas actuaciones del régimen, invitó a un diálogo franco a la recién elegida Directiva de la AN, presidida por Juan Guaidó. Los obispos, venidos de todos los rincones del país, le transmitieron el dolor del pueblo con el que conviven, la orfandad y el abandono político que siente la gente en medio del hambre, la carencia de servicios básicos de agua, luz, gas, transporte, servicios hospitalarios y los míseros salarios secuestrados por la brutal inflación. El régimen no garantiza nada de lo que la Constitución establece y la gente reclama también a los partidos opositores su ausencia y lejanía.

En esa honesta sesión de dos horas reinó la claridad, resonó el clamor de la gente y Guaidó se llevó el reconocimiento de su legitimidad y la exigencia de mayor acompañamiento de los diputados que fueron elegidos como servidores. La gente (más de 84%) quiere cambio del régimen corrupto y dictatorial.

Pocas horas después, los obispos sacaron un documento de fuerte denuncia contra las maniobras del régimen corrupto y al final de su Asamblea presentaron una “Carta fraterna” al mundo y a los venezolanos en el país y en el exterior sobre nuestra terrible tragedia nacional. A la Iglesia en Venezuela y de otros países agradecieron su solidaridad y pidieron aumentarla. En la “Carta Fraterna” del viernes 10 nos dicen:

  • “Los últimos acontecimientos de atropello a la Asamblea Nacional nos llevan a reafirmar lo que expresamos el 12 de julio del año 2019 en la Exhortación dirigida al pueblo: “Ante la realidad de un gobierno ilegítimo y fallido, Venezuela clama a gritos un cambio de rumbo, una vuelta a la Constitución. Ese cambio exige la salida de quien ejerce el poder de forma ilegítima y la elección en el menor tiempo posible de un nuevo Presidente de la República. Para que sea realmente libre y responda a la voluntad del pueblo soberano, dicha elección postula algunas condiciones indispensables tales como: un nuevo Consejo Electoral imparcial, la actualización del Registro Electoral, el voto de los venezolanos en el exterior y una supervisión de organismos internacionales… igualmente el cese de la Asamblea Nacional Constituyente”.(n.5).

  • “Exigimos a los miembros de la Fuerza Armada guiarse por la sana conciencia de su deber, sin servir a parcialidades políticas, respetando la dignidad y los derechos de toda la población, como juraron ante Dios y la Patria. “¡En el nombre de Dios, pónganse del lado verdadero de la Constitución y del Pueblo al que pertenecen y juraron defender!”(n.6).

  • “Vivimos en un régimen totalitario e inhumano en el que se persigue la disidencia política con tortura, represión violenta y asesinatos, a esto se añade la presencia de grupos irregulares bajo la mirada complaciente de las autoridades civiles y militares, la explotación irracional de recursos mineros que destruye amplias extensiones del territorio venezolano, el narcotráfico y la trata de personas” (n.11).

Elecciones

Ante este evidente y creciente desastre del régimen, lo razonable es la renuncia de Maduro a la presidencia usurpada para dar paso a una elección democrática con todas las condiciones y garantías. Así mismo en esta extrema gravedad, lo inteligente y correcto es que la Fuerza Armada decida cumplir con su papel constitucional.

Pero en esta locura destructiva lo sensato no es lo probable y hay que obligar al régimen a aceptar el camino electoral integral. Queda la pregunta ¿Quién, cómo o qué circunstancia puede obligar al régimen corrupto a aceptar la debida elección presidencial (que se nos debe desde el 2018 y de ninguna manera está dispuesto a aceptar) y parlamentaria, que deberá ser al final de 2020?

Una vez que el régimen (por coherente y unitaria presión interna y externa) sea obligado a elecciones, tiene que haber acuerdos de transición para proceder racionalmente a su ejecución. Por ejemplo, sin acuerdos, la AN no puede “designar” un nuevo CNE, pues ni opositores ni gobiernistas tienen la requerida mayoría de dos tercios. Sin acuerdos no se pueden activar desde ahora verdaderos remedios socioeconómicos.