José Gregorio Hernández, médico y profesor universitario, vivió ambas identidades con un sentido cristiano muy profundo. Por encima de todo estaba su amor al prójimo expresado en acciones concretas. A quienes carecían de recursos él ofrecía sus servicios médicos gratuitamente. Por eso el corazón del pueblo venezolano lo venera como santo y le atribuye muchas curaciones milagrosas.
Intuimos, por varias razones, que este 2020 va a ser el año de José Gregorio. Deseo que su milagro mayor sea la conversión de cientos de miles de venezolanos en Voluntarios con José Gregorio. En su amor al prójimo encarnado en la atención médica, el pueblo descubrió que se trataba de un verdadero “siervo de Dios”. El bien también se contagia y José Gregorio nos puede inspirar para transformar el mal de la indiferencia y de la indigencia en solidaridad con el necesitado, donando de manera sistemática y comprometida tres horas semanales de nuestro trabajo para llevar vida a nuestros hermanos.
Si un profesor de economía dijera que Venezuela este año puede duplicar su PIB (Producto Interno Bruto), luego de la escandalosa pérdida del 65% en 6 años, nos alarmaría su salud mental. Pero no es descabellado pensar que, en un año, millones de venezolanos podremos duplicar la Confianza (Trust) que pone a valer las sociedades: La confianza en uno mismo y la confianza en los demás desatan los sentimientos más positivos y transforma las sociedades con solidaridad y nuevas instituciones confiables.
Venezuela requiere y requerirá una gran solidaridad mundial y la articulación de un vigoroso y múltiple movimiento de hombres y mujeres que, tocados por la necesidad del hermano, descubren el tesoro escondido de su solidaridad. Llamamos Voluntarios con José Gregorio a los que vienen a formar un gran ejército de miles de hombres y mujeres decididos a donar al menos tres horas semanales de su tiempo y servicio. Las 40 horas laborales son apenas una parte de las 168 horas que tiene la semana.
Pensemos en 10.000 venezolanos que deciden, de manera inteligente, creativa, generosa y organizada, donar tres horas semanales en una acción transparente que llega directamente al necesitado. Es un ejército positivo infinitamente superior a los 4.000.000 de milicianos que infla la tiranía para asustarnos. La donación de esos diez mil Voluntarios con José Gregorio suma millón y medio de horas al año. Pronto los diez mil se convertirán en 100.000 y más, porque su manera de responder a la necesidad es contagiosa y prende el fuego solidario en muchos, empezando por los propios beneficiados.
Ese renacer del compromiso espiritual de hombres y mujeres (católicos o no) transforma indiferentes en solidarios que sienten al hermano necesitado como una luz de Dios que ilumina su vida y los invita a cambiar; se levantan con generosidad y caminan con alegría. Por ejemplo, en el área de la salud desarrollan una urgente cadena larga que asegura, dentro y fuera del país, la donación de medicinas, vacunas, insumos médicos…, organiza de manera transparente su distribución para que su acción llegue hasta el último rincón salvando vidas.
Ya hoy existen miles de médicos solidarios que donan más de tres horas semanales de su trabajo, pero es importante que se reconozcan, que se organicen, que conecten hospitales, clínicas, ambulatorios y centros de salud primaria, con las comunidades. La mayoría de los “barrio adentro” cubanos murió luego de cumplir con su función de propaganda política.
Hoy es la hora del encuentro de miles de médicos venezolanos y de decenas de miles de estudiantes de medicina con las comunidades en operativos, campañas masivas de vacunación, enseñanza de salud preventiva, que transforman a la población de productora de enfermedades en productora de salud… No hablamos a la ligera sino de los “milagros” que hemos visto y vivido. La gente no es indigencia, aunque a veces parezca, sino talento productor de soluciones. Lo que decimos de la salud vale para la educación, alimentación (tenemos ejemplos extraordinarios), organización comunitaria, seguridad, microempresas…
La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) en sus comunicados de los últimos 30 años es un ejemplo de claridad, coherencia y valentía cristiana frente a la realidad en creciente deterioro, que el “Socialismo del siglo XXI” no la corrigió, sino que la llevó a extrema gravedad. Pero, la Iglesia antes de documentos es comunidad, vida y compromiso y nos debemos preguntar qué tenemos que hacer millones de cristianos para que nosotros y el país pasemos de la muerte a la vida.
Es cierto que ya hay numerosas comunidades y núcleos de acción en los que la solidaridad se ha activado en forma de comida para niños y adultos que se acuestan y levantan con hambre, que hay miles de médicos, abogados, amas de casa y de las más variadas profesiones que aportan voluntariamente parte de su servicio solidario. Caritas es una institución admirable que mueve mucha solidaridad y voluntariado. Pero falta mucho más y las “iglesias” con sus conexiones, templos, escuelas y salones parroquiales, tienen que multiplicar un nuevo y vigoroso reverdecer.
Iglesias, sinagogas, mezquitas y otras inspiraciones espirituales (explícitamente religiosas o no) que transforman las personas para el bien, estamos llamados a demostrar nuestra autenticidad en las obras. Voluntarios con José Gregorio (con nombre o sin él) será un movimiento amplio no partidista que cambie el ánimo y la capacidad de producir soluciones en esta Venezuela que ha sido llevada a la última humillación de indigencia y minusvalía.