Al poco tiempo de haberse iniciado la cuarentena, comenzaron a circular por las redes y medios de comunicación, fotos y videos de animales silvestres en ciudades. Lo que se ha dicho es que esto ocurre como consecuencia de la desmovilización de las personas.
Igualmente, han circulado imágenes y artículos que registran disminución de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) por la paralización del transporte público y de algunas actividades industriales. Si bien ya han sido desmentidas algunas de estas imágenes y hechos reseñados, hay que decir que es cierto que la impactante desmovilización de la humanidad debido a las medidas de aislamiento social adoptadas por muchos países, ha favorecido tanto el tránsito de animales silvestres a sitios no usualmente visitados por estas especies, como la disminución de la emisión de GEI.
Ambos hechos pueden resultar llamativos y además generar falsas expectativas sobre el “renacer de la naturaleza” o “la descontaminación del mundo”. La verdad es que es posible que no resulte así. Nuestros procesos económicos y sociales, aunque en estos momentos de pandemia y cuarentena están siendo muy afectados y sometidos a enormes tensiones, son muy resilientes en cuanto a su relación con el ambiente, y es altamente probable que una vez superada esta crisis, las urgencias por lograr la reactivación de la economía y la normalización social impliquen el “restablecimiento” de los mecanismos y procesos que afectan, de manera cada vez mas preocupante, la sostenibilidad ambiental planetaria, haciendo que se recupere y supere rápidamente el ritmo de afectación a nuestros ecosistemas y la generación de GEI. Por supuesto que las probabilidades de que este pronóstico se cumpla dependerán en gran medida de las consecuencias finales y de la duración de esta pandemia.
Adicionalmente, es importante destacar que durante esta paralización, al menos hasta ahora,
siguen ocurriendo procesos y actividades que continúan afectando gravemente al ambiente. Si se piensa en los procesos que no se detienen y que siguen generando impactos ambientales, se identifican al menos dos de alta relevancia global: los sistemas de generación de electricidad que dependen de la quema de combustibles fósiles y la generación y manejo de residuos sólidos urbanos. Estas actividades no se paralizan por la cuarentena y son fundamentales, además, para el éxito de la misma.
En nuestro país, un breve e incompleto inventario permite identificar dentro de este grupo de
actividades las que se desarrollan en el Arco Minero del Orinoco, como foco de destrucción
ambiental a pesar de la cuarentena. La explotación de minerales, aunque posiblemente afectada por la escasez de gasolina y probablemente en un futuro muy cercano por la pandemia, no se ha detenido.
La basura que continúa generándose en nuestras ciudades también seguirá recogiéndose mientras la escasez de gasolina no afecte la capacidad de recolección, ya de por si mermada por la crisis económica y de insuficiente cobertura. La que es recolectada sigue arrojándose en los botaderos, ya que la gran mayoría de nuestros centros urbanos no dispone de rellenos sanitarios, y los programas de reciclaje y reúso son de poca incidencia en la disminución de los volúmenes de desechos que se manejan y no evitan que los residuos y desechos continúen contaminando y afectando la salud de las personas.
También hay que destacar, en este breve inventario, que nuestras ciudades siguen contaminando las aguas que utilizan y los cursos y cuerpos hídricos a su alrededor.
Las imágenes y noticias sobre “el respiro al planeta” probablemente hace que algunas personas piensen que esto le da a la pandemia “un sentido”. Sin embargo, lo sustantivo en cuanto a esta terrible experiencia tiene que ver con el aprendizaje, con tratar de entender qué está pasando y por qué ocurre, así como estudiar tanto las reacciones como las decisiones que se han tomado y se seguirán tomando y sus consecuencias.
Una reflexión a compartir en esa dirección es que la pandemia y la cuarentena han colocado en situación de verdadera y extrema tensión de alcance global a las sociedades y a la economía, mientras que el ambiente planetario ha experimentado, hasta ahora, una ligera relajación de las fuerzas que continuamente lo presionan
¿Es esto sostenible? Recordemos que el desarrollo sostenible se logra en la medida en que lo social, lo económico y lo ambiental sean todos sustentables y se equilibren. En la pandemia esto no ha ocurrido, y de prolongarse mucho más la paralización social, podríamos enfrentar escenarios muy complicados, esta vez no relacionados con la crisis ambiental como acostumbramos a señalar.