“Querida Amazonia” menciona apenas algunos aspectos de los muchos que se dijeron en el Sínodo. Como cualquier otro sínodo, el de Amazonia, estuvo lleno de debates, de nuevas ideas, de propuestas de cambio y de buenos deseos. Sin embargo, el de Amazonia tenía algo diferente: su novedad[1]. Los temas eran nuevos, los conceptos no eran asimilables a los conceptos que se acostumbra utilizar en las sociedades urbanas y la vida de los indígenas pasó de ser un dato curioso, de esos que se admira en un documental de televisión, a ser la vida de un hermano que tiene mucho que decirnos y del que tenemos mucho que aprender.

Por su puesto que era imposible que “Querida Amazonia” pudiera albergar cada detalle y cada aspecto compartido en las ponencias, en las conversaciones, en la sala de debates y entre los grupos. Sin duda “buen vivir” es, para los pueblos no amazónicos, uno de los conceptos más novedosos rescatados por el papa en la exhortación postsinodal[2].

El Instrumentum Laboris es el primer lugar donde hallamos la expresión “buen vivir” y lo define como búsqueda de vida en abundancia[3], lo que implica respeto a la vida como un todo interconectado, donde se halla “armonía de relaciones entre el agua, el territorio, la naturaleza, la vida comunitaria y la cultura, Dios y las diversas fuerzas espirituales”[4]. Para un “buen vivir” todo es importante, incluso esas fuerzas espirituales que a veces nos suenan a superstición de pueblos incultos.

La vida es más que racionalismos y religiosidades asépticas. Llama la atención que este aspecto lo haya captado el P. Antonio Spadaro, tal como lo comparte en su intervención en la sala sinodal el 12 de octubre: “Occorre dare una risposta a la richiesta amazzonica di valorizzare I miti, le tradizioni, I simboli, I saperi, I riti e le celebrazione originarie che includono le dimensioni trascendenti, comunitarie ed ecologiche”. Se vive bien cuando se está en camino a la “tierra sin males”[5]. ¿Cuántos de nosotros, en este tiempo de pandemia, no añoramos un lugar así: protegido, sin males a los que temer, y con la posibilidad de pensar el mañana sin el miedo del presente? Este estilo no es una mera utopía indígena, es una realidad posible. En este sentido, los pueblos no son ingenuos, pues saben que un “buen vivir” solo es posible con un “buen hacer”[6].

Ver también: «Querida Amazonia»: la exhortación papal vista desde América Latina (I)

El “buen vivir” es un estilo[7] humanizador en el que es posible “forjar un proyecto de vida plena para todos”[8]. Sin embargo, este estilo está gravemente amenazado por el deseo de bienestar de los demás pueblos. Los pueblos de la Amazonia ven con angustia cómo se desvanece el sueño de alcanzar un día la tierra sin males. Así lo denunció en la sala sinodal, el 9 de octubre, Tapi Yalawatapi, representante de 16 pueblos indígenas del territorio amazónico: “Necessitamos cuidar, preservar a floresta que restou nos nossos territorios, sabendo que ela é nosso mercado, nossa farmácia, nossa casa, nossa vida e nossas sobrevivências. (…) Atualmente, estamos angustiados vendo destruição da floresta aproximar do nosso territorio”.

En efecto, el “buen vivir” contrasta con lo que monseñor Pirmin Spiege, director general de Misiereor Alemania e invitado especial al Sínodo, llamaba “modo de vida imperial”, en su intervención la sala sinodal el 7 de Octubre. Para él, “o sofrimento dos povos  e da criação na Amazônia são consequências de um modo de vida imperial (…) A promessa de um desenvolvimento recuperador e do modelo de bem-estar do Norte global, não tem futuro”[9].

Por último, el “buen vivir” es la oportunidad de consolidar un estilo que va de las periferias al centro. Estamos acostumbrados a trabajar por una sociedad de bienes, pero sabemos que no siempre los bienes suponen un buen vivir. Estamos acostumbrados a vivir en torno a los grandes centros de poder y por veces ni sabemos que las periferias existen. In de la periferia al centro es un modo distinto de comenzar a ver la realidad.

Aunque en el papel la propuesta suena bonita, la escucha de la periferia supone una conversión social y un giro en el estilo de vida en las sociedades de bienestar. Este giro puede ser doloroso, precisa tiempo, paciencia, y capacidad de escucha. Partir de la periferia es más que hacer algo por los más pobres, supone un “modo comunitario de pensar la existencia, en la capacidad de encontrar gozo y plenitud en medio de una vida austera y sencilla, así como el cuidado responsable de la naturaleza que preserva los recursos para las siguientes generaciones”[10]. Creo que la pandemia nos propone aceptar este desafío.

♦Texto: Manuel Antonio Teixeira s.j. Director (e) del Instituto de Teología para Religiosos (ITER UCAB) /Foto: Religiondigital.org

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[1] “La escucha implica reconocer la irrupción de la Amazonia como un nuevo sujeto. Este nuevo sujeto, que no ha sido considerado suficientemente en el contexto nacional o mundial ni en la vida de la Iglesia, es ahora un interlocutor privilegiado”. IL 2-
[2] Aparece 3 veces en la Exhortación Postsinodal, 6 veces en el documento conclusivo y 14 veces en el Instrumentum Laboris.
[3] Cf. IL 12
[4] IL 13.
[5] IL 13.
[6] Cf. IL 13. 97.
[7] Cf Documento Conclusivo 55, 75.
[8] Documento Conclusivo 9.
[9] Palabras semejantes hallamos en el Documento Conclusivo 77
[10] Querida Amazonia, 71.