Desde comienzos del siglo XVI, la legislación indiana recogió un número significativo de medidas médico-sanitarias y de higiene urbana para ser implementadas en las nuevas tierras descubiertas. Las ordenanzas municipales de la ciudad de Nueva Cádiz, en la isla de Cubagua (1528), son un  buen ejemplo.

El español llegado a suelo venezolano quedó impresionado de la eficacia de los tratamientos de enfermedades por los pobladores originarios, utilizando una gran diversidad de plantas. La práctica fue recogida por los misioneros, destacando en el siglo XVIII los trabajos de los jesuitas José Gumilla y Felipe Salvador Gilij, en la provincia de Guayana.

El paludismo y la viruela fueron los mayores obstáculos para el asentamiento del español (ambas enfermedades fueron traídas por ellos) y se convirtieron en endémicas. El cuadro epidemiológico incluyó otras enfermedades que llegaron desde la Metrópoli: peste, lepra, fiebre tifoidea,  sarampión,  tuberculosis,  tabardillo, bubas, bocio, rabia canina, varicela y tosferina. Los aborígenes aportaron al cuadro: buba, carare, leishmaniasis tegumentaria, tripnosomiasis americana y micosis, entre otras. Los esclavos africanos: fiebre amarilla, bilharziasis, anquilostomiasis, oncocersiasis, filariasis y malaria.

La viruela, por ejemplo, afectó a Caracas y el litoral guaireño en 1580; los valles de Aragua, La Guaira y Caracas, en 1623; y de nuevo se produjo otro brote, a partir de 1760, causando más de 1000 muertos sólo en Caracas. La epidemia se extendió por todas las provincias  y se estima que causó  la muerte de  unas 10.000 personas. Una epidemia de fiebre amarilla sacudió a Caracas entre 1694-1696 y causó una gran mortandad.

(Ver también: #EsHistoria. situación sanitaria de la Venezuela republicana del siglo XIX)

 La tradición recogió un hecho ocurrido en 1697, a raíz de una epidemia de escorbuto que azotó la ciudad y que plasmó el poeta cumanés Andrés Eloy Blanco en “El Limonero del Señor”. La imagen del Nazareno fue sacada en procesión de su capilla de San Pablo y al pasar por un huerto cercano sembrado de limoneros se enredó en ellos. Los frutos fueron recogidos por los devotos y en poco tiempo  mejoraron.

Durante el período colonial se construyeron algunos hospitales, promovidos y sostenidos por la Iglesia, que contaron con el  apoyo de los cabildos. Fueron en realidad  establecimientos con muchas carencias y limitaciones y que, respondiendo a los avances médico-sanitarios de la época, trataron de enfrentarse a las epidemias.

Fue bajo el reinado de Felipe V (en 1745) cuando se secularizó su administración, erigiéndose en la provincia de Caracas cuatro hospitales generales: San Pablo, Nuestra Señora de la Caridad, Real Lázaro y el Militar, mixtos y exclusivamente destinados a pobres de solemnidad. Otros 21 se erigieron en el interior del país.

Esta fue la realidad hospitalaria y sanitaria que heredó la República a partir de 1811.

♦Texto: Manuel Donís Ríos. Investigador Instituto de Investigaciones Históricas UCAB/ Foto: http://mppre.gob.ve/