elucabista.com

Vacuna contra la COVID-19 no estará antes de 2021, señaló científica durante conferencia de la UCAB

Entre el 1 y el 15 de junio, Venezuela entró en la fase exponencial de contagios por COVID-19. En ese lapso se han registrado alrededor de 1.500 personas afectadas –cifra que equivale al acumulado de los primeros tres meses desde que se ordenó la cuarentena–, siendo los estados fronterizos, Apure, Bolívar, Táchira y Zulia los que presentan la mayor cantidad de enfermos.

Así lo informó la doctora María Eugenia Landaeta, jefa del Servicio de Infectología del Hospital Universitario de Caracas (HUC), durante su exposición en la webinar “El Covid-19: Retos para la Ciencia», actividad que se llevó a cabo este jueves 18 de junio por iniciativa del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UCAB.

Nos da la impresión de que se está duplicando el número de casos diariamente”, afirmó Landaeta,  quien también es jefa de la Cátedra de Microbiología de la Escuela de Medicina Luis Razetti de la Facultad de Medicina de la UCV.

La infectóloga compartió reflexiones con los especialistas Eduardo Perozo, bioquímico y biofísico molecular del Instituto de Dinámica Biofísica de la Universidad de Chicago, que investiga el coronavirus COVID-19; y el médico Jesús Romero, docente de la UCV y experto en fisiología molecular, actualmente activo en la Universidad de Loyola, también con sede en Chicago.

La conferencia formó parte del ciclo de charlas telemáticas “Pandemias y epidemias: su historia y su presente”, que viene realizando el IIH de la UCAB desde el pasado 4 de junio y hasta el próximo 23 de julio.

Los expertos ofrecieron detalles de los diversos ensayos que se hacen en distintas partes del mundo para dar con los mejores tratamientos, tanto los que buscan evitar que el virus entre a las personas sanas, como los que tratan de encontrar el modo de que no se propague desde los cuerpos enfermos.

Sobre la posible vacuna, Landaeta cree que, cuando muy pronto, se tendrá para 2021. Sin embargo, Perozo comentó que lo que ha oído de expertos mundiales en la materia es que “nunca ha habido una colaboración como la que existe hoy. La vacuna contra el sarampión se desarrolló en cuatro años, en este caso (COVID-19) ya hay seis vacunas candidatas en menos de siete meses”.

Dos de los tres panelistas hablaron de la importancia de seguir ofreciendo información al público e insistir en educar a los venezolanos sobre cómo mantener a raya el contagio.

“Una de las intervenciones más importantes que tenemos que hacer para tratar de evitar que ese pico nos sobrepase es la capacidad de atención a los pacientes, que ya nos está costando a pesar de que no son muchos. Debemos proveer las medidas preventivas, sobre todo educando a la gente. Todavía el venezolano no está educado para prevenir la infección con el distanciamiento social mayor a un metro, higiene de manos, desinfección de áreas y saber qué nos sirve y desactiva al virus: etanol (alcohol etílico), peróxido de hidrógeno (agua oxigenada) hipoclorito de sodio (cloro o lejía) y jabón corriente. Hay que  limpiar las superficies y mantener la mascarilla puesta”, dijo la infectólogo Landaeta.

El historiador Tomás Straka hizo de moderador de la videoconferencia y la bienvenida a los ponentes la hizo la directora encargada del IIH y docente de la UCAB, María Soledad Hernández.

«Nos están empezando a aparecer los casos graves»

La doctora María Eugenia Landaeta precisó que, además de los estados fronterizos con Colombia y Brasil, otro foco importante de contagio está en Miranda, en la parte correspondiente al Distrito Metropolitano. La edad promedio de contagio en Venezuela está entre los 20 y 39 años, siendo más el número de hombres afectados con respecto a las mujeres.

Relató cómo en el Hospital Universitario de la UCV han recibido recientemente apoyo del Ministerio de la Defensa, que ha instalado carpas para hacer el triaje y evitar que los pacientes entren a la edificación. Comentó que el resto del equipamiento “ha sido gracias a las donaciones nacionales e internacionales “.

En materia de medicamentos, la jefa de Infectología del Hospital Universitario indicó que “estamos usando los viejos y nobles esteroides que siempre nos ayudan a disminuir  la inflamación para evitar que los síntomas se agraven”.

Advirtió que en los casos más graves “lo más importante es el soporte ventilatorio y trombólisis” y que en Venezuela la capacidad instalada de equipos de este tipo es insuficiente.

“Eso es lo que estamos enfrentando justo ahora, nos están empezando a aparecer los casos graves y no tenemos suficiente capacidad para soporte ventilatorio no invasivo, ni siquiera invasivo. Se nos están muriendo los pacientes, no es solo porque consultan tardíamente sino por falta de soporte ventilatorio”, alertó.

Los coronavirus son viejos conocidos

Eduardo Perozo explicó con gran detalle la fisiología celular de los virus, cómo operan y se hospedan en seres vivos –“el genoma del virus cambia con el tiempo, pierde o adquiere características que le permiten saltar a diferentes hospedadores” –, donde mutan y se replican en millones de copias y siguen una cadena que puede alcanzar al humano, como ha sido el caso del coronavirus COVID-19.

El virus que está tras la pandemia de 2020 “pertenece a una familia extensiva de virus que incluye eventos epidemiológicos significativos ocurridos en los últimos 20 años como el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave), de 2002, que empezó en un murciélago, y el MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio), de 2012, que empezó en un camello”.

Recordó que la tasa de letalidad del MERS fue del 35% y que el número de muertes que, proporcionalmente, está causando el COVID-19 indica que las mutaciones que ha sufrido este coronavirus maximiza su dispersión, porque mata menos y un virus necesita mantener vivo a su hospedador. Comentó que la proporción de asintomáticos portadores de esta enfermedad no se sabe con precisión, pero sí se sabe que la severidad de los síntomas tiene que ver con la carga inicial que la persona recibe del COVID-19.

Sobre el murciélago como el causante de la actual ola de COVID-19 y de otras enfermedades, Perozo explicó que este mamífero tiene un sistema inmunológico robusto que lo hace portador de muchos virus que no le afectan.

El biofísico ofreció detalles con gráficos sobre partes del virus que operan como “llaves” para entrar a las células sanas y en un proceso de “coevolución” con el hospedador, la enfermedad toma control. Precisó que estos detalles apenas hace menos de tres meses han podido ser analizado a nivel atómico con la más alta tecnología.

“Gracias al uso del microscopio electrónico en los últimos cinco años, la biología estructural ha hecho avances casi incalculables en estos últimos seis meses”, dijo el experto de la Universidad de Chicago.

Relató que, en diferentes partes del mundo, hay laboratorios produciendo drogas antivirales específicas para el COVID-19, pero todavía no hay una vacuna. La química médica está estudiando opciones, desde evitar que el virus entre a las células sanas, como que una vez dentro impedirle liberar su material genético, o inhibir su salida o contagio cuando tome control de un enfermo.

En la Universidad de Chicago –explicó– están estudiando la manera de que el infectado pueda combatir el virus directamente con el desarrollo de anticuerpos o tratar de controlar el sistema inmune a través de medicamentos ya existentes.

Después de Eduardo Perozo, el doctor Jesús Romero abundó en explicaciones sobre los tipos de pruebas serológicas e inmunológicas que se están aplicando para hacer los despistajes de los enfermos con COVID-19 y recalcó que “en este momento, mientras no tengamos una vacuna, es particularmente importante identificar a los infectados para parar el ciclo de contagio”.

Describió el funcionamiento de varios mecanismos –algunos de ellos ya en el mercado– como la prueba RT-PCR y la PCR en tiempo real, que permiten detectar los anticuerpos en los portadores del virus.

Sin embargo, advirtió que algunas de estas pruebas dan falsos negativos, pero en unos porcentajes que están claramente establecidos, de modo que los que deben tomar decisiones epidemiológicas deben estar bien informados para saber cómo manejarse y planificar con esos resultados.

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos: Freepik.es (apertura) y Elvia Gómez (internas)

Salir de la versión móvil