La psicoterapeuta del Centro de Asesoramiento y Desarrollo Humano (CADH) de la UCAB conversó sobre la navidad como momento para hacer balance sobre las dificultades que trajo consigo 2020. Además, reflexionó acerca de la importancia del autoconocimiento para superar los estragos causados por la pandemia y afrontar el futuro de la mejor manera

Al avanzar diciembre, mes popularmente conocido como tiempo de esperanza, fraternidad y reencuentro con la familia, el grueso de la población suele deslastrarse de muchas de las preocupaciones del trabajo, los estudios y, en general, la vida cotidiana. Sin embargo, esta época suele provocar en muchos la necesidad de sacar cuentas sobre metas cumplidas y no cumplidas, logros y pérdidas, lo que puede generar ansiedad, tristeza o conflictos emocionales internos.

Para conversar sobre esto, El Ucabista buscó la opinión de Maripili Golpe, psicoterapeuta del Centro de Asesoramiento y Desarrollo Humano (CADH) de la UCAB. Golpe es licenciada en Psicología egresada de esta casa de estudios y, en la actualidad, continúa su formación académica en el campo de la psicología analítica, en el Instituto Venezolano de Analistas Junguianos. Además, cuenta con 26 años de experiencia en ámbitos educativos, organizacionales y de consultoría.

En su opinión, 2020 ha sido sumamente complicado para toda la población, por los niveles de ansiedad y estrés a los que ha estado sometida debido a la crisis y la pandemia. Ante esto, sostiene que, en este tiempo decembrino y en cualquier otra época del año, cada persona debe hacer un trabajo “individual y reflexivo”, y partir del conocimiento de su mundo interno para comenzar a reponerse de dificultades que la aquejan. También advierte que la esperanza puede ser un motor para el crecimiento, “pero también puede ser un elemento de inconsciencia, si no va integrado a otros aspectos de nuestra vida”.

¿Puede la navidad ayudar en la recuperación psicológica de las personas luego de un año tan difícil?

“La navidad per se, como cualquier otra época del año, no puede por si misma garantizar alguna mejoría psicológica, pues todo eso dependerá de la toma de conciencia personal e individual que hagamos. Eso implica un trabajo psicológico que, si no se ha dado antes o durante la navidad, no pasará nada. Con esto me refiero a realizar un proceso para reconocernos en nuestra individualidad, lo cual no tiene que ver con individualismo, sino con reconocer la naturaleza, la personalidad, las circunstancias y la historia de cada uno de nosotros. Para ello, es indispensable hacer algún tipo de reflexión acerca de nosotros mismos, sin eso, la navidad no puede ayudar. Ahora bien, para muchas personas, el tiempo de navidad es muy importante, porque representa un espacio más íntimo para ponerle un freno a la vida cotidiana y hacer un balance de lo que ha sido su año”.

Entonces, más que otra cosa, ¿se puede decir que es una oportunidad para reflexionar?

“Ciertamente es una oportunidad, pero esto depende de qué significa la navidad para cada quien, ya que, para algunos, por su postura religiosa, la doctrina o el dogma que practican, la navidad puede tener un significado más o menos profundo, como el encuentro con la divinidad y con el sentido de la vida. Por supuesto que es una oportunidad de reflexión, podemos saber qué hemos hecho, hacia dónde vamos y hacia dónde queremos ir, siempre entendiendo que hay algo más allá de nosotros; es aquí en donde entra la parte trascendente de la vida, que es sumamente importante en esta reflexión”.

¿Sería sano hacer un balance de lo que ha sido este año? En aras de que las personas se reconcilien con la esperanza y el porvenir.

“Siempre es importante hacer un balance. De todas maneras, reitero que si no hay un trabajo personal, reflexivo e íntimo, que no esté viciado por circunstancias externas, este resultará en una noción de vida automatizada, inconsciente, sin sentido y sin propósito. Por esto, el balance es importante, pero también es importante la manera en que la persona se acerca a este. Muchos rituales propios de la navidad tienen un significado relacionado a la posibilidad de conectarnos internamente con otros aspectos de nuestra vida. Sí ayuda a reconciliar con la esperanza, pero esta es un arma de doble filo, porque si está vacía y es una ilusión llena de ideales puede ser sumamente peligrosa y virginal, a veces hasta inmadura, y puede indicar que no hay trabajo psicológico. La esperanza, según la mitología griega, es uno de los males que están encerrados en la Caja de Pandora y es uno de los últimos que sale. Según ese simbolismo, la esperanza es uno de los males de la humanidad. Aunque esta, en algunas oportunidades, puede ser un motor, también puede ser un elemento de inconsciencia si no va integrado a otros aspectos de nuestra vida”.

¿Cómo integra esta reflexión en su trabajo con los pacientes?

“Insisto mucho en el trabajo psíquico. Esto se refiere a entender el funcionamiento de nuestra psique y de nuestro mundo interno, que elementos están ahí luchando y pugnando por expresarse de manera consciente o inconsciente, qué elementos nos empujan a una vida titánica y basada en el poder y que nos lleva a olvidar que somos seres humanos con fortalezas y virtudes, pero también con aspectos sombríos, desconocidos e inconscientes que nos hacen una mala pasada. Si no nos damos cuenta de ese aspecto de nuestra interioridad, que se manifiesta de muchas formas dentro de cada uno de nosotros, es muy poco lo que podemos hacer”.

¿Considera que este ha sido el año más difícil para la psicoterapia y el asesoramiento humano?

“Este año ha sido sumamente complejo para todos. En general, el personal de salud y todo lo que tiene que ver con el trabajo con personas es muy complicado. Nos estamos enfrentando a situaciones límite, mucho riesgo, mucha incertidumbre, depresión, duelos, entre otras cosas. Un cardiólogo me comentaba hace unos días que nunca había recibido tantos pacientes con síntomas de ansiedad y de pánico en toda su trayectoria, sobre todo en personas jóvenes. Es un año muy demandante para la psicoterapia, porque nos ha puesto a prueba bajo la modalidad a distancia, que, para algunos, era novedosa, mientras que para otros no. Esta modalidad implica un vínculo caracterizado por otro contexto, por el uso de la tecnología y que, como todo cambio, tiene sus bondades y sus riesgos. Ha sido un reto para todos los profesionales de la psicoterapia y de la salud”.

¿Cómo puede trabajar una persona en su protección psicológica durante estos tiempos? Teniendo en cuenta las circunstancias tan adversas que viven y los pocos recursos que tienen los psicoterapeutas para llevar a cabo su labor.

“Debemos apoyarnos en nuestros valores y en nuestras creencias. En este caso, la navidad puede tener mucho valor para algunos, pero no solo ésta, sino también el sentido trascendente de la vida. Sea cual sea tu paradigma o creencia, debes poner en un balance las relaciones que tienes, con quiénes y con qué cuentas, la solidaridad, la gratitud, la generosidad y la humildad. Debemos entender nuestra condición humana y, por tanto, sus limitaciones, y saber que necesitamos de otros para lidiar con la adversidad. Nosotros, como personal de salud, nos enfrentamos al reto de entender nuestras propias limitaciones y nuestro alcance. Debemos entender lo que es el síndrome de desgaste profesional y la importancia de integrar redes de apoyo con otros profesionales e instituciones, crear nuevas modalidades de atención, trabajar con aspectos que requieren atención directa o preventiva para balancear este desgaste. Otro de los trabajos que es indispensable en esta profesión va más allá de hacer redes de apoyo.También hay que hacer el propio trabajo de protección y desarrollo personal”.

¿Cómo deben prepararse las personas para afrontar el próximo año? ¿Es el manejo emocional un aspecto importante a trabajar?

“A mí no me gusta hacer recetarios. Aunque, evidentemente, las redes están llenas de recomendaciones valiosas acerca de cómo enfrentar este tiempo. Aquí prela el trabajo personal, individual y reflexivo, sin este, difícilmente podremos protegernos para el próximo año. Debemos seguir afrontando la incertidumbre, la pérdida de control y el reconocimiento de las emociones que esto nos suscita, como el miedo, la tristeza, la rabia y la impotencia”.

¿Por qué es tan importante este trabajo reflexivo, personal e individual, al que tanto hace referencia, más allá de las dificultades que se han presentado en este año y que, probablemente, se presentarán en el futuro?

“Sin este trabajo nada es posible. No es el próximo año, sino que vivir una vida inconsciente y sin darnos cuenta de cómo es cada quien, de cómo reaccionamos ante ciertas cosas, qué asuntos nos paralizan, qué asuntos nos hacen reventar, entre otros escenarios, vamos a ir por el mundo enganchándonos en situaciones negativas sin tener posibilidad de cambio, eso es algo peligroso. Vivir así tampoco colabora con el desarrollo humano colectivo, ni como vecindario, ni como familia, ni como institución y menos como país. Somos responsables de hacer este trabajo, pues cada quien es responsable de sí mismo. Uno puede apoyarse en lecturas, con acompañantes psicoterapéuticos o espirituales, teniendo cuidado con la charlatanería que nos vende trabajos fáciles, sin sufrimiento e inmediatos, en los cuales yo no creo. Este trabajo es permanente y es independiente de la pandemia”.

¿Qué mensaje quisiera darle a la comunidad ucabista para incentivarlos a realizar este proceso?

“Para que puedan tener espacios personales y familiares que sean transformadores deben realizar un trabajo individual, consciente y permanente. Hay personas que a veces necesitan ayuda para hacerlo, hay muchos momentos en la vida en que necesitamos la ayuda de otros para reflexionar, pero hay que saber buscarla. Creo que hay una avidez en esa búsqueda, que a veces deriva en lugares inadecuados o píldoras ‘maravillosas´, pues se nos ha vendido que es bueno evitar los rincones desagradables que hay en nosotros mismos y en nuestro entorno, pero es ahí donde se realiza el verdadero trabajo psíquico. El mito de Eros y Psique sirve para ejemplificar esto. Para que Psique se encontrara a sí misma tuvo que realizar una serie de pruebas, entre ellas, poder discernir los elementos que estaban en su interior; de igual forma pasa con nuestros aspectos neuróticos, nuestros dolores, nuestros traumas o, muchas veces, nuestra propia locura”.

♦Texto: Diego Salgado/Fotos: Cortesía de Maripili Golpe (apertura) y Freepik.es (interna)