El director de la Escuela de Filosofía considera que los profesionales de esta área son fundamentales, hoy más que nunca, como actores «contraculturales» que cuestionan la realidad y proponen soluciones a la crisis de Venezuela y de cualquier parte del mundo

Desde tiempos antiguos, el hombre ha buscado explicación a su propia existencia y a los fenómenos sociales que le rodean. Los griegos Sócrates, Platón y Aristóteles; San Agustín y Santo Tomás de Aquino en la época medieval; Hannah Arendt y Jürgen Habermas en la Alemania del siglo XX, entre muchos otros, han promovido el desarrollo de la filosofía y el pensamiento crítico, como herramienta para entender el tiempo que les ha tocado vivir. 

«Colectividad que no sabe pensar, no puede vivir», dijo alguna vez Concepción Arenal, pensadora española del siglo XIX. Dicha frase explica muy bien el espíritu de funcionamiento de la Escuela de Filosofía de la UCAB y la formación que ofrece a sus alumnos. Su director, Wilfredo González s.j., considera que el cultivo del pensamiento, a la luz de la herencia intelectual del pasado, es «absolutamente relevante» en cualquier contexto y más aún en la apremiante crisis venezolana, pues ayuda a cuestionar la realidad mediante el entendimiento de la historia y de las prácticas humanas que han llevado a la nación hasta este punto.

Con formación en filosofía y teología, el sacerdote jesuita sostiene que la dependencia que dirige avanza correctamente en la adaptación del currículo de la carrera , en función del Plan UCAB 2023, hoja de ruta estratégica que guiará a todas las dependencias de la universidad durante los próximos tres años.

La adición de la tecnología y la virtualización de los contenidos académicos, así como la internacionalización de la carrera, son algunos de los cambios que impulsó recientemente la Escuela para ajustar su método formativo a las necesidades del mercado laboral, condicionado por «un presente enredado, globalizado e interconectado».

 

¿Cómo afrontan la formación en filosofía de los estudiantes? En el contexto de un país que, quizás, tiene prioridades antepuestas al cultivo del pensamiento.

«Este contexto tiene características muy propias que responden al proceso político de los últimos 30 años. Pero para los estudiantes de filosofía todos los contextos son exigentes, tienen que interpelar la pretensión de razón vigente, así como el sentido y el significado de las prácticas humanas que las secundan o la resisten. En particular, desmontar lo que se conoce como pensamiento político, aunque no solo este. Y, por otro lado, ciertamente ahora como antes, debemos ser contraculturales. Esto es, cultivar el pensamiento crítico, aunque no luzca rentable ni parezca traer beneficios inmediatos».

¿Qué tan importante es que sus estudiantes adopten, o al menos comprendan, esta perspectiva?

«Para un estudiante de filosofía es una tarea diaria que va más allá de las asignaturas, de las que tiene que dar cuenta lo mejor posible, pues es la tarea personal para toda la vida. No es solo prepararse para tener una profesión o un medio de vida, sino un modo de vida. Un joven estudiante de filosofía se puede abrir paso o conquistar espacios de trabajo con las destrezas que desarrolla y las capacidades que consolida durante la carrera. Es lo que pretendemos con el pensum que tenemos».

En este sentido, ¿cuál es su opinión sobre la importancia de cultivar el pensamiento en Venezuela? Quizás en vistas de provocar un cambio social o generar soluciones a la crisis.

«En Venezuela y en cualquier parte del mundo es absolutamente relevante cultivar el pensamiento crítico. Se trata de cuestionar, desde la tradición filosófica, lo que se da por sentado y naturalizado y que en realidad es histórico. En la Escuela de Filosofía se entrega y se transmite una tradición de pensamiento que, se espera, cada generación se la apropie y vaya dando de sí hasta producir aportes significativos, tanto para continuar con la capacitación que haga posible los cambios razonables como para transformar lo que ya no da de sí».

¿Cuáles han sido los mayores retos en la formación académica de los estudiantes en el siglo XXI y cómo se ha ido adaptando este proceso a los nuevos tiempos y la situación del país?

«El mayor reto es la progresiva apropiación de la tecnología. Algo que ha puesto de manifiesto la pandemia, no solo en Venezuela, sino en todo el mundo. La reflexión que hasta hace poco parecía ser meramente académica, la que sostiene que vivimos en un mundo interconectado e interdependiente, y de grandes diferencias sociales y económicas, hoy se nos ha impuesto de manera inexorable. El estudiante de filosofía está ante un cambio de época de la que tiene que hacerse cargo, encargarse y dar cuenta activamente, aspirando a ser actor proactivo y propositivo, evitando la inercia de las meras adaptaciones o las concepciones fatales que proponen aceptar lo dado, que es el orden establecido desde el poder, como toda posible realidad».

¿Cuáles son los desafíos que enfrenta el alumno de filosofía durante su formación?

«El alumno de filosofía tiene que hacerse cargo de la tradición filosófica desde la antigüedad hasta nuestros días. En esto tiene un gran peso la historia de la filosofía, de las distintas formas del discurso y sus variantes argumentativas, de ahí la importancia de las tres Lógicas que debe estudiar. Además, deberá enfrentarse a las corrientes de pensamiento de la modernidad y el mundo contemporáneo, el racionalismo y los sistemas postkantianos, la Antropología filosófica y la Estética, la Hermenéutica y la Fenomenología, la Filosofía de la Religión y la Metafísica, la Teoría de la Argumentación y la Filosofía de la Ciencia. Y, no podía faltar, la Filosofía Política y la Filosofía Moral en la que se tienen que encontrar con autores que van desde Sócrates, Platón y Aristóteles pasando Agustín y Tomás, o el tan maltratado Maquiavelo, hasta Hannah Arendt y Jürgen Habermas, por nombrar solo algunos de los pensadores más proteicos. Todo esto junto con los fundamentos de latín y griego».

¿Cuáles son los retos a los que se enfrentan los egresados de la carrera y cómo se están adaptando los perfiles profesionales a las necesidades actuales del mercado?

«Hemos incorporado materias como Innovación y Emprendimiento para la compresión de la lógica de la planificación estratégica y el marketing. También se cuenta con las materias electivas que tienen que ver con la pertinencia de una reflexión sobre la necesidad de cuidar el planeta, como Ecología, Ambiente y Sustentabilidad, y un seminario de Filosofía de la Comunicación que tiene un indiscutible lugar en nuestro presente enredado, globalizado e interconectado, en el que destacan pensadores como Luciano Floridi».

¿Qué actividades extracurriculares recomienda para que los alumnos de su escuela complementen su formación profesional?

«El contacto con las organizaciones sociales y los trabajos que lleva la UCAB con las comunidades vecinas. El trabajo comunitario, que es obligatorio para todas las carreras, es una excelente oportunidad para hacer este contacto y sacarle provecho».

¿Han hecho, o planean hacer, ajustes en su método de formación académica en el marco del Plan UCAB 2023?

«Los ajustes de los planes de clase a la modalidad de presencialidad remota en contexto de emergencia y el uso de la plataforma institucional Módulo 7 junto con Zoom, Google Meet, han sido, al mismo tiempo un reto y una oportunidad para innovar en la práctica educativa de la Escuela. Esto ahora es cuando empieza. Es el principio de un largo camino que habrá que recorrer hasta alcanzar las metas que nos fija no solo la coyuntura pandémica sino el plan estratégico de la UCAB».

¿Cuál es la visión con la que están trabajando en la Escuela de Filosofía?

«La virtualización pasa a ser una prioridad, junto con la internacionalización. La práctica de estos dos semestres nos ha permitido construir unas capacidades, sobre todo en los profesores, que nos posibilitan estar a la altura del reto coyuntural, que es responder de la mejor manera posible en un contexto adverso y apropiarnos de las herramientas tecnológicas para concretar los retos de los ejes del plan estratégico».

¿Cuáles dificultades prevén para este año?

Insisto en el contexto adverso, de incertidumbre política, deficiencia de los servicios, escasez de combustible, serios problemas de conectividad y movilidad en la ciudad, que afecta a toda la comunidad universitaria. Pero, tal y como se ha demostrado hasta ahora, las circunstancias no nos sobredeterminan. Tomamos decisiones y asumimos los riesgos. Nada de quedarnos paralizados esperando que los vientos cambien de dirección».

 

¿Cuáles son las expectativas de la Escuela de cara al 2023?

«Consolidar el aprendizaje, las buenas prácticas de estos dos semestres que llevamos bajo modalidad de presencialidad remota, continuar con el plan de materias comunes con los religiosos de las distintas congregaciones y los seminaristas como un servicio a la Iglesia venezolana (ITER-UCAB), que ofrecen la posibilidad de la doble titularidad para los estudiantes en general, y seguir avanzando hacia la plena virtualización e internacionalización de la carrera de Filosofía, tal y como se establece en el plan estratégico de la UCAB».

♦Texto: Diego Salgado/Fotos: Miguelángel Villamizar


*Esta entrevista forma parte de una serie que Elucabista.com está publicando con los directores de las escuelas de la UCAB, para conversar sobre los retos de la formación profesional en la actualidad y exponer las líneas de trabajo que está adelantando la universidad para mantener a la vanguardia la calidad académica.

Para leer las anteriores entrevistas, los interesados pueden hacer clic aquí: https://bit.ly/3rz6vLg