El sacerdote jesuita reflexiona sobre las intenciones del gobierno de Nicolás Maduro al declarar su deseo de participar en negociaciones políticas con la oposición
Parece que ya nadie cree en nadie, ni en el poder dictatorial ni en la oposición democrática. Las promesas no engañan cuando la mentira se ha convertido en cinismo para justificar el hundimiento. Los jefes del régimen saben que la “revolución” que ofrecieron como liberación del “capitalismo explotador”, ha llevado a la pobreza al 90% de un país en descomposición. No estoy de acuerdo en quienes consideran que Maduro es tonto e ignorante. Sabe de sobra que el país está en un callejón sin salida y necesita un cambio radical.
¿Nueva negociación? El régimen ha dicho que está dispuesto a una nueva negociación que no sea repetición de las burlas anteriores. Nadie se fía de las palabras. ¿Será verdad que el régimen piensa engañar una vez más? ¿Va a la negociación dispuesto al cambio o simplemente para ganar tiempo y respiro?
Para reconstruir a Venezuela no hay más camino que lograr acuerdos básicos fundamentales con decidido cambio de modelo y sumar todas las fuerzas posibles (hoy enfrentadas) para que la deseada reconstrucción democrática no sea un estrepitoso fracaso. Esto es más que una negociación entre 16 representantes, es diálogo multicolor de millones que descubren su necesidad de convertirse en ciudadanos para que renazca la república.
Es asunto de vida o muerte no solo quitar las sanciones internacionales sino entrar en una relación amistosa y de fuerte colaboración con las principales democracias del mundo. Esas sanciones se impusieron como respuestas a graves delitos personales y a políticas antidemocráticas, violatorias de la Constitución y de los derechos humanos. Ahora se le hace ver a la dictadura que no hay levantamiento de sanciones si el gobierno “de facto” no da pasos significativos hacia la democracia, quitando persecuciones, prisiones, destierros e inhabilitaciones dictatoriales y cambiando el modelo totalitario rotundamente fracasado que mata a la economía productiva y castiga a la población con la miseria.
¿Van los hechos en esa dirección, o más bien las palabras-promesas van por ahí y los hechos en la dirección contraria?
Condiciones para la reconstrucción nacional
Sin eliminar la hiperinflación no hay vida, y no es posible frenarla sin refinanciar la inmensa deuda e incrementar aceleradamente la producción nacional, desastres a los que llevó el régimen mucho antes de las sanciones. Es indispensable una inversión multimillonaria sostenida, lo que no puede ocurrir sin garantías jurídicas y sin un modelo abierto a la iniciativa privada. Sin ese cambio sustancial no es posible crear oportunidades para que millones de venezolanos tengan trabajo productivo y bien remunerado. Sin cambio global de enfoque tampoco es posible el apoyo internacional con movilización nacional de la sociedad civil activada y articulada.
Obviamente todo esto exige un Estado democrático que desata y estimula el talento y la creatividad de millones de venezolanos y de miles de organizaciones intermedias muy variadas.
¿Va el gobierno “de facto” en esa dirección?
Desearíamos que así fuera y a veces se escuchan algunas promesas en esa dirección. Pero no lo hará el régimen mientras sienta que tiene otras alternativas y no sea obligado por el malestar nacional de millones y la presión internacional de las democracias e instituciones de derechos humanos. Tenemos que ver hacia dónde van los hechos y decisiones más recientes del poder Ejecutivo-Judicial. Al tiempo que prometen diálogo hacia la democracia, los hechos van a atornillar la dictadura. Permítanme nombrar muy rápidamente solo 10 políticas: no opiniones mías, sino hechos evidentes del régimen:
- Criminalización de las ONG, su control dictatorial y obligación de demostrar su inocencia. Así mismo de los organismos internacionales y ONG de apoyo.
- Control total de los medios de comunicación social, con exclusión de la sociedad.
- Promoción del anticonstitucional Estado comunal, con eliminación del poder municipal y de las votaciones individuales libres y secretas.
- Mantenimiento del secuestro de los partidos opositores y de sus tarjetas.
- Inhabilitación, persecución y exilio de dirigentes democráticos.
- Centenares de presos políticos.
- Un CNE algo mejorado, pero que nada puede hacer si el Poder Ejecutivo-Judicial dictatorial no quiere.
- Discriminación en toda la vida nacional con el carnet del partido oficial y la división del país entre patriotas y “derecha” delincuente que, como tal, debe ser excluida y perseguida (como en Cuba).
- La Fuerza Armada Bolivariana es y debe ser partidista; quien no lo sea es enemigo de la patria.
- Mantenimiento de la injerencia cubana en los núcleos decisivos.
Necesitamos una ciudadanía movilizada para elecciones integrales y más allá, una
negociación libre de toda ingenuidad y partidismo y una presión internacional en la que Europa y América se den la mano en ayuda de la vida digna y libre de los venezolanos.
*Foto: France24.com