El sacerdote jesuita reflexiona sobre la importancia de esta fecha y los antecedentes que condujeron a esta hazaña histórica para el país
Hoy es más necesario que nunca la batalla por la liberación de una Venezuela con 5 millones de expulsados en necesidad, mas de 80% en pobreza con salarios de hambre devorados por la hiperinflación, con las empresas al 20% de su capacidad productiva, el conjunto del PIB reducido al 25%, con las libertades perdidas, la constitución sistemáticamente violada por el régimen dictatorial aferrado al poder represivo y con incapacidad de hacer buen gobierno.
La verdadera celebración de la batalla liberadora del dominio español es la que conduce al fin de la opresión reinante. En la misa del 20 de junio, con la comunidad de un apartado barrio de La Vega con la que comparto desde hace 34 años mi vida cristiana como sacerdote, al leer el Evangelio donde Jesús nos invita a navegar a la “otra orilla del lago”, pregunté a los sencillos cristianos de la comunidad cuál creían que debía ser la otra orilla del infierno que vivimos. La coincidencia fue arrolladora. Necesitamos un país donde haya:
- Seguridad, paz y convivencia entre diferentes.
- Con servicios públicos de salud accesibles a toda la población. En contraste con el desamparo actual frente a la pandemia y las demás enfermedades y necesidades sanitarias normales.
- Que haya trabajo productivo y bien remunerado para todos, de manera que nadie tenga que llegar a su casa con las manos vacías y lágrimas en los ojos ante sus hijos hambrientos.
- Con acceso a educación buena desde el maternal hasta la universidad, hoy toda en ruinas con escuelas y universidades abandonadas y en parte saqueadas. Tal vez fui yo quien más insistió en la educación de nueva calidad más orientada a formar productores que al acceso al reparto de la renta petrolera. Nueva calidad también en la siembra de valores de convivencia y ciudadanía. De nada sirve la capacitación productiva si al mismo tiempo no se crean oportunidades reales para que más de 10 millones de venezolanos sean productivos. Esto requiere un nuevo emprendimiento con inversiones multimillonarias.
Carabobo no fue un milagro sino una confluencia de fuerzas diversas que lograron una trabajosa coordinación superior de los ejércitos del Sur (Páez), Oriente (Bermúdez…) y Norte, reforzados desde 1815 por el apoyo internacional en armamento, disciplina militar y voluntarios como los del batallón Cazadores Británicos y otros.
No menos importante fue el desánimo y el sin sentido que iba creciendo en las tropas y jefes españoles (superiores en número pero carentes de motivación a partir de 1820) y buscando salidas desde el abrazo de Bolívar y Morillo en Santa Ana ese mismo año.
El año 1814 fue el más desastroso y terrible en toda la lucha de nuestra independencia. Bolívar derrotado y acusado por los propios patriotas reconoce en el Manifiesto de Carúpano que quienes lo derrotan son nativos: «Vuestros hermanos y no los españoles han desgarrado vuestro seno, derramado vuestra sangre, incendiado vuestros hogares y os han condenado a la expatriación”. (Bolívar, Carúpano 7-9-1814).
El español Boves, sin tropas españolas, avanzó arrasando con llaneros mestizos curtidos por el sol que veían como sus enemigos a los blancos mantuanos y no al Rey. Un año después llega Morillo con una numerosa tropa profesional y curtida y se impone inicialmente, pero pronto descubre que el apoyo de la población de Oriente, Los Llanos y Caracas… lo ha abandonado para sumarse a la causa de la Independencia…
Miles cambiaron de bando, como hoy millones están desilusionados de la “revolución” en la que creyeron. Como ayer el dominio de España, hoy está perdida la “revolución” de las promesas, pues la población experimenta que ella es opresión dictatorial y miseria. Hoy como entonces seremos los venezolanos. con apoyos internacionales. los que lograremos una democracia inclusiva, productiva y social, con los 4 puntos que son imposibles sin decidido y profundo cambio político.
El derrotado general español De La Torre pudo lograr una retirada en orden y con pocas bajas hacia Puerto Cabello de soldados deseosos de regresar a su tierra. Quedaba el reto exigente de construir la Venezuela tan magistralmente justificada y diseñada 10 años antes por los líderes civiles, tan sobresalientes como el mestizo Juan Germán Roscio y otros. Esta es nuestra batalla civil hoy: que Venezuela renazca en democracia y prosperidad.
♦ Fotos: 800Noticias (apertura) y El Nacional (interna)