El sacerdote jesuita pide a la dirigencia política opositora y a la sociedad civil organizarse y participar en las elecciones del 21 de noviembre, como un paso más para la recuperación de la democracia. «¿No somos capaces de comprender que no nos fortalecemos con la inactividad radical y la denuncia de los impolutos, sino con acciones contra el ilegítimo gobierno de facto?», señala el historiador  

 

Los venezolanos queremos salir de esta cárcel de pobreza en la que nos ha metido el régimen. Nuestro objetivo no son las elecciones, sino la reconstrucción de Venezuela y de la vida de 30 millones de personas. Las elecciones son un medio para el rescate del país en democracia y sin guerra.

Votación y aclaraciones básicas. Falta orientación para votar o no en noviembre. Respondo por mí lo más claramente posible:

  • En noviembre el régimen solo permitirá votaciones regionales y locales; no presidenciales ni parlamentarias. Solo podrán votar los que viven en el país.
  • Las votaciones en dictadura son dictatoriales; no son para cambiar de régimen sino para afianzarlo. Ni la votación ni la abstención son suficientes para salir del lamentable “socialismo del siglo XXI” y debemos preguntarnos qué debilita o fortalece más al régimen, ¿el voto o la abstención en noviembre?
  • La abstención no será un modo significativo de protesta,pues en elecciones regionales-sin presidenciales ni parlamentarias- abstenerse es lo “normal” para más de la mitad de la población, sin que eso exprese protesta, sino desinterés.  Aquí y en otros países.

 

Yo he decidido votar y deseo que millones de venezolanos nos movilicemos para hacer campaña unitaria, lograr testigos y exigir una votación limpia y justa. El régimen hace y hará lo posible para dividirnos con pocas concesiones y muchas trampas anticonstitucionales.

Votaré como millones de demócratas para que el 22 de noviembre, estemos más movilizados, organizados e indignados para salir del actual desastre. Que el mundo y nosotros mismos nos veamos deseosos y capaces de liberarnos. Si nos movilizamos en las regiones y en los municipios y ponemos en la calle el grave malestar, al día siguiente millones habremos experimentado que violaron nuestros derechos y estaremos más indignados porque nos quitaron numerosos triunfos; al mismo tiempo estaremos también celebrando éxitos locales obtenidos donde con organización y lucha vencimos todos los obstáculos. En cambio, si no votamos, ni intentamos, ni nos organizamos, aumentará nuestra pasividad y no mostraremos nuestra “indignación”, que en este momento es el combustible más importante y generalizado que hay que activar en todos los rincones del país. Más movilización, organización e indignación para exigir prontas elecciones  presidenciales y parlamentarias y ganarlas.

No basta cambiar de régimen para reconstruir el país, ni eliminar las sanciones internacionales. Es necesario crear CONFIANZA y una nueva relación de entendimiento y apoyo decidido por parte de los países y organismos internacionales democráticos. Sin CONFIANZA en el renacer venezolano, no tendremos ni apoyo, ni vendrán las inversiones multimillonarias indispensables. 

Salvación nacional y sociedad civil. Desde hace meses hay creciente conciencia en los propios partidos de que están en horas bajas y acosados. La política debe renacer dando paso a la Sociedad Civil Organizada, de múltiples maneras, y reconocer la importancia de lo que en regiones y ciudades vienen haciendo algunas organizaciones como el Frente Amplio Venezuela Libre en torno al Acuerdo de Salvación Nacional, o el clamor por la vacuna contra la Covid-19. ¿No sería un acierto que los partidos ampliaran esta apertura acordando que, en cada municipio, la sociedad civil elabore las listas de candidatos a concejales y los partidos las apoyen? Es una manera de renovación política desde las raíces con revitalización ciudadana y municipal amenazadas por el correaje comunal partidista centralizado.

Parábola de los hijos secuestrados: La dictadura ve con alegría cómo se dividen y agreden los opositores cuando ella hace algunas concesiones menores en registros electorales, tarjetas, líderes perseguidos o algún preso liberado con la promesa de portarse bien. Los demócratas debemos celebrar lo que se logra y seguir denunciando lo que falta, unos con más énfasis en la celebración y otros en la crítica, pero sin dividirnos ni descalificarnos rabiosamente.

Trato de aclarar con la siguiente parábola: Unos bandidos secuestraron a tres hermanos y se llevaron un millón de dólares. Con presiones y trabajo de personas se logró que soltaran  a un hermano y devolvieran cien mil dólares. Unos quieren celebrar la liberación del hijo, otros en cambio se indignan más pensando en los dos hijos que todavía están secuestrados y maltratados y en los 900.000 dólares no devueltos. Unos activan su rabia contra los que celebran al liberado (¿olvidando a los dos que siguen secuestrados?), mientras los otros devuelven la agresión a quienes parecen no valorar la libertad conseguida y los dólares recuperados, aunque sean pocos.

La Constitución sigue violada y la ruina nacional en aumento. ¿No somos capaces de comprender que no nos fortalecemos con la inactividad radical y la denuncia de los impolutos, sino con acciones contra  el ilegítimo gobierno de facto? Unos dicen que no se debe tratar con dictaduras ilegítimas, pero todos los días lo hacemos: Renovamos pasaportes, recibimos certificados de estudios, sellos de salida en el aeropuerto, permisos para una actividad empresarial y otras mil cosas. ¿Sería sensato  negarnos  todo eso que viene de un gobierno ilegítimo? Sí que es insensato cantar por ello las glorias de la dictadura o paralizar nuestra acción para salir de ella.

El duro y no corto proceso de recreación política y económico-social exige la participación de millones de venezolanos maltratados e indignados, no solo de media docena de negociadores con el país paralizado. Debemos aumentar nuestra fuerza, unión y claridad, sabiendo que Venezuela no volverá a tener futuro con este régimen de hambre y dictadura. Nuestro objetivo -repito- no son las elecciones, sino la reconstrucción de Venezuela y de la vida de  30 millones.  Por eso yo votaré, a no ser que antes ocurra algo especial.

¿No será hora de que el presidente (e) J. Guaidó y otros líderes de la oposición convoquen a todos los demócratas a votar unidos en noviembre, como parte de la movilización y organización, en orden a la salida del régimen con otras elecciones y cambios que solo se lograrán con fuerte presión interna y externa?

*Foto: Transparencia Venezuela