En 2013 y para graduarse de ingenieros civiles, Rubén Acuña Perera y Carlos Estévez presentaron como proyecto el estudio de factibilidad de instalación de una terraza-jardín, con fines ecológicos, en el edificio de Postgrado. Casi una década después, los jóvenes celebran que la universidad haya concretado su idea y apuestan por la multiplicación de espacios como este en el campus y en Caracas

Sus abuelos llegaron de España y trabajaron en construcción, luego sus padres y algunos tíos decidieron continuar este legado y estudiar Ingeniería Civil, la tercera generación también siguió sus pasos. Rubén Acuña Perera y Carlos Estévez compartían algo más que un salón de clases; a sus espaldas había una tradición en común. Se conocieron en el primer semestre de la carrera, en los salones del edificio de laboratorios del campus Montalbán, formaron un grupo de estudios e iniciaron su amistad, vínculo que sigue intacto años después de haberse graduado, por allá por 2013. 

Carlos vive en Madrid y Rubén en Londres. Hace una semana se reencontraron por la visita de este último a España. Rubén, por cierto, acababa de llegar de Caracas. Viajó a principios de julio por asuntos familiares, pero en sus planes también estaba ir a la UCAB para ver su proyecto de tesis materializado: la construcción del Techo Verde en el edificio de Postgrado de la universidad. 

Paso por la universidad 

La decisión de estudiar en la UCAB estuvo influenciada por una serie de factores. Para Carlos era un tema de cercanía (vivía en Montalbán) y se sentía atraído por el ambiente. Rubén no residía tan cerca, pero su madrina y dos tíos son egresados de la UCAB, por lo que siempre escuchó buenas referencias sobre la profesionalidad de la universidad. Lo más importante es que podían estudiar la carrera que querían: Ingeniería Civil. 

En 2007 iniciaron el primer semestre. Confiesan que, a pesar de que venían de familias vinculadas con la construcción, no esperaban que la base de cálculo y razonamiento fuera tan importante. “Desde afuera parece sencillo, pero no lo es. Puede que te caiga un balde de agua fría al principio, pero te adaptas y sigues adelante”, comenta Carlos.

Explican que el pensum de la carrera está enfocado en la enseñanza de todas las áreas de la Ingeniería Civil (estructural, sanitaria, hidráulica, vías de comunicación y de suelos). “La gran ventaja de recibir tanto contenido es que te permite entender por cuál rama te gustaría especializarte. Si bien es muchísimo esfuerzo, muchas horas de estudios y muchas clases, al final rinde sus frutos. Los egresados salimos con una visión muy amplia de las distintas áreas de la carrera”, agrega Rubén.

Pasaron tantas horas en la universidad que la consideraban su segunda casa. “Por ejemplo, teníamos dos clases en la mañana y luego dos en la tarde.  Era imposible balancear la carga académica con otras actividades o trabajos”. Sin embargo, participaron en algunas ediciones de la Copa UCAB, evento deportivo donde los estudiantes compiten en diferentes disciplinas, y también organizaron una edición de las jornadas de ingeniería, donde invitaron a un profesor de la Universidad Estatal de Carolina del Norte para dar una charla. 

El puente lo lograron gracias al convenio entre la UCAB y la Universidad Estatal de Carolina del Norte. “En 2012 aprovechamos para irnos de intercambio y hacer una pequeña pasantía, de un mes aproximadamente, en el verano. Fue una gran experiencia porque trabajamos en laboratorios modernos donde ensayamos con columnas y vigas de concreto. Esa ventaja nos dio una visión un poco más tangible de las prácticas”. 

Proceso de creación de la tesis 

Para culminar la carga crediticia, debían presentar una investigación relacionada con alguna de las especialidades de la carrera. Ellos buscaban un tema que englobara, en cierta medida, todas esas áreas. Pensaron en la idea de un techo verde, pero no fue sino hasta su reunión con el profesor Joaquín Benítez, director de Sustentabilidad Ambiental de la UCAB, cuando escogieron uno de los puntos planteados en el Plan Estratégico UCAB 2020: la factibilidad, diseño e instalación de un techo verde en el edificio de Postgrado. 

“Consideramos que era perfecto porque cumplía con nuestras expectativas de investigación. En esos años, 2012-2013, la sustentabilidad no era un tema tan popular en Venezuela, pero la universidad siempre está un paso más adelante y quiso hacerlo”, recuerda Carlos.

Lo primero fue buscar más información sobre el edificio de Postgrado. “Ese archivo se consultaba en el departamento de Ingeniería Municipal, ubicado en Plaza Venezuela. Pasamos toda una mañana revisando un sinfín de carpetas desordenadas, antiguas y llenas de polvo. Tuvimos que usar hasta una carretilla para mover las cajas. Lo importante es que logramos ubicar lo que necesitábamos”. 

En paralelo investigaron la teoría que encontraron sobre los techos verdes. “Había algunas tesis y otros artículos científicos, pero la información estaba sintetizada. A pesar de todo, hicimos una buena estimación, considerando que instalar un techo verde significa agregar un peso adicional sobre una estructura que no estaba pensada para ello”, agrega Rubén.

Visitaron dos techos verdes en Caracas: uno en la Biblioteca Los Palos Grandes (en la azotea de la sala Eugenio Montejo) y otro en el automercado Central Madeirense de La Alameda. 

 

Para la escogencia de los materiales, construyeron un prototipo que contenía las capas justas para la impermeabilización de la superficie y posterior drenaje del agua. “Nosotros queríamos utilizar insumos fabricados en Venezuela. Por ende, creamos un prototipo con las capas necesarias para la instalación del techo y fuimos probando con los materiales que teníamos a nuestro alcance. Sabíamos que así reduciríamos los costos y aumentaríamos la factibilidad. ¿Qué buscábamos? Mantener la humedad del agua para que fuera aprovechada por las plantas e instalar un drenaje con el fin de reducir el caudal de agua producto de las lluvias”

Aún quedaba trabajo por hacer y, aunque a veces parecía una tarea titánica, confiesan que nunca pensaron en abandonar el proyecto. “Hubo momentos en los que decíamos: ‘Hoy mismo no podemos, pero mañana sí’. Y continuábamos con la investigación. Nuestro empeño ayudó para que saliera todo bien”

Además recalcan la importancia de contar con un buen tutor, como lo fue el profesor Benítez. “El profesor Benítez fue un tutor increíble. Él cree en la sustentabilidad y su chispa contagia a cualquiera. Sabíamos que nuestro proyecto iba a ser útil en algún momento y el profesor se encargó de que así fuera”.

El esperado correo

Carlos y Rubén defendieron con éxito su tesis en 2013 y se insertaron en el campo laboral. Carlos se inició en una constructora de puentes, muelles y terminales marítimos, al tiempo que hacía una especialización en Ingeniería Estructural en la UCAB. En el 2019 emigró a Madrid, donde ha trabajado como modelador bim, ocupación que le ha dado tiempo para cursar la maestría en Ingeniería Sísmica en la Universidad Politécnica de Madrid. 

Rubén, por su parte, siempre quiso aprender inglés y se fue una temporada a Bournemouth (Inglaterra). Regresó a Venezuela y trabajó como ingeniero de obra en Caracas y luego como ingeniero de proyectos en Falcón. Después le salió una oportunidad para un cargo en Londres, donde reside actualmente. 

En agosto de 2019 recibieron un correo del profesor Benítez para comentarles que habían iniciado la construcción del Techo Verde. “Nos sentimos más que felices y orgullosos. Incluso nos pidieron los planos que habíamos hecho. Eran sencillos, en AutoCAD, pero igual los usaron. Eso nos animó bastante”.  

 

El 25 de noviembre del mismo año inauguraron el proyecto que los muchachos habían imaginado seis años atrás. Carlos no lo ha visitado, pero su papá estuvo presente el día del evento. “Estoy seguro de que tendré la oportunidad de ir y conocerlo”, afirma convencido.

Rubén, en cambio, lo vio personalmente en este último viaje que realizó al país a principios de julio. “El techo es muy similar a nuestro proyecto. Además construyeron la escalera que propusimos para que continuara hacia el Techo Verde. ¡Es increíble!”, explica sobre la ampliación de las escaleras exteriores que conectan los pisos del edificio de Postgrado. 

También manifiesta que su impresión de la universidad lo dejó maravillado. “Tenía años sin ir a la universidad y, cuando la vi, me llevé una grata sorpresa. Hay nuevas áreas y el mantenimiento es impecable. Eso motiva a continuar los estudios y aprovechar todas las oportunidades que te brinda la universidad, desde la educación de primera hasta las distintas instalaciones”.

Presente continuo 

El Techo Verde sigue ampliándose: este mes de mayo de 2021 instalaron placas fotovoltaicas para aprovechar la energía solar y un aerogenerador para el viento. Funciona como un aula abierta para la cátedra Ecología, Ambiente y Sustentabilidad, que cursan 600 estudiantes de diferentes carreras, y planean ampliarlo con la instalación de una estación meteorológica que registre los parámetros climáticos. 

Los ingenieros celebran las mejoras que se le han hecho al proyecto original porque potencian sus beneficios. Consideran que para hacerlo aún más sustentable, el reciclaje del agua también es importante. “La idea sería usar el agua de lluvia que cae sobre el techo para almacenarla en un tanque y que se pueda aprovechar en el sistema de riego del mismo techo o los baños”. 

Si bien se han dedicado a otras ramas de la ingeniería, mantienen su interés en los temas de sustentabilidad y anhelan ver más techos verdes, tanto en la universidad como en otros edificios de Caracas. 

“Cuando se construye un edificio, se quitan áreas verdes. Si pensamos incluir un techo verde desde el comienzo, subsanamos, en cierta manera, la herida. Para futuras investigaciones de los estudiantes de Ingeniería Civil se podría evaluar la factibilidad de la instalación de otros techos verdes en las diferentes superficies de la universidad. Si bien es algo ambicioso, imaginar la universidad llena de techos verdes generaría un impacto brutal”, apunta Rubén.

Impacto que se logró con el posicionamiento de la UCAB dentro del UI Green Metric World University Ranking, que evalúa el desempeño de la sostenibilidad de las universidades. La UCAB, en el último estudio de 2020, se ubicó en el eslabón 511. Ahora es la segunda universidad más sostenible de Venezuela y la primera en cuanto a la relación campus e infraestructura y manejo eficiente de la energía. “Debemos seguir motivados y comprometidos con los nuevos proyectos para innovar y mejorar lo que ya está hecho”, finalizan Carlos y Rubén sobre su impresión después de ver materializada su tesis de pregrado en su alma máter. 

Texto: Keyla Brando | Fotos: Manuel Sardá y cortesía de Rubén Acuña Perera y Carlos Estévez.