Oriundo de La Vega y a punto de culminar sus estudios en Derecho, el joven de 25 años es uno de los 50 alumnos de todo el mundo que se están formando en este centro de liderazgo y cambio social, inspirado en el pensamiento del papa Francisco

Publicada en octubre de 2020, la Fratelli Tutti es una de las encíclicas más emblemáticas del papa Francisco y contiene lineamientos para promover la «fraternidad y la amistad social» en los distintos ámbitos del quehacer humano. Inspirada en su contenido, en 2021 fue fundada la Escuela Política «Fratelli Tutti», centro de formación de activistas sociales que tiene como objetivo “forjar una comunidad global de jóvenes provenientes de distintas regiones y culturas, unidos en su vocación de transformar el mundo y la vida de las personas a través de la política”.

En mayo del año pasado, la institución con sede en Roma abrió el proceso de postulación para aquellos menores de 30 años interesados en integrar la primera cohorte de alumnos. La idea de convertirse en uno de ellos atrajo de inmediato al ucabista Eduardo Rodríguez. El estudiante de décimo semestre de la Escuela de Derecho cumplió con las formalidades requeridas y envió un ensayo y un video de presentación explicando sus motivaciones para ser parte del grupo.

Tras varias etapas, Eduardo finalmente fue seleccionado, con una beca completa, como el único venezolano en la lista de los 50 integrantes del primer curso. Desde septiembre de 2021 y hasta diciembre de 2022, Rodríguez estará recibiendo instrucción sobre temas como desarrollo de políticas públicas,  liderazgo social orientado al bien común,  visión humanista de la economía y ecología integral, a la vez que obtendrá habilidades «para adquirir y ejercer el poder de manera eficaz y consciente», así como el «sentido común y apertura a la diversidad y al encuentro», según se lee en la página de la Escuela.

Aunque la noticia le llegó, vía correo electrónico, mientras transitaba una situación familiar delicada, el «mantra» personal de Eduardo -basado en la responsabilidad de los jóvenes por cambiar la realidad crítica donde hacen vida- lo motivó a llegar al Vaticano a iniciar su formación; allá estuvo una semana y media y su primera clase fue impartida por el Papa en persona. 

A propósito de esta extraordinaria oportunidad -que lo llevará a recorrer otros países de África, América y Europa en los próximos meses- Rodríguez compartió con El Ucabista su testimonio sobre el camino recorrido para alcanzar este logro y sus expectativas sobre cómo aplicar lo aprendido en su comunidad y el país. 

Rodríguez, antes de Roma

Oriundo del barrio Los Cujicitos, ubicado en la parte baja de la parroquia La Vega, al oeste de Caracas, Eduardo ha estado en contacto desde temprana edad con realidades duras. Aunque de niño había soñado ser ingeniero, considera que la situación de su comunidad (y el deseo de cambiarla) fue un elemento catalizador para apasionarse por los temas sociales y, así, ingresar en la Escuela de Derecho de la UCAB.

“Siempre he pensado que, en una situación en la que el país tuviese algo de estabilidad y en la que yo no hubiese pasado toda mi juventud en medio de una crisis política, de repente nunca se hubiera despertado mi vocación social y nunca me hubiera interesado. Creo que el contexto ha aportado mucho a que uno, como joven, se interese en este tema”. 

 

El 2021 fue un «año pesado» para Eduardo. Además de cursar sus últimas materias en la universidad -con una beca de la Dirección de Cooperación Económica Estudiantil-, el futuro abogado trabajó duro en otras actividades que adelanta como activista social.

Integrante de la ONG Caracas Mi Convive (CMC), asiste en los comedores del proyecto «Alimenta La Solidaridad» de esta organización, dirigida por el activista Roberto Patiño. Allí, dice, ha explorado a profundidad las realidades de comunidades vulnerables y sus deficiencias sistemáticas en cuanto a acceso a servicios básicos, oportunidades de trabajo y  violencia. También allí se enteró de la convocatoria de la primera cohorte de la Escuela Fratelli Tutti:

“Al hacerme llegar la convocatoria para la postulación, me pidieron un video acerca de lo que me había motivado a la vocación política, y un ensayo acerca de quién era yo. Todo en español”. 

Tras ser aceptado en el grupo de 50 jóvenes -entre otros 350 postulantes- Rodríguez no pudo disfrutar la noticia como le hubiera gustado: su papá, quien había empeorado a causa de la Covid-19, estaba siendo internado en un hospital y posteriormente falleció. “Mis sentimientos estaban condicionados a la preocupación que tenía por él. Fue un correo más y luego ellos volvieron a contactarse conmigo, porque se me había olvidado por completo. Estaba en un segundo plano esa situación”, comentó.

Sin embargo, su vocación de servicio y la necesidad de seguir adelante y sobrellevar las circunstancias le hicieron dar el paso hacia Roma:

“Desde un punto de vista personal, yo necesitaba mantenerme alejado de todo lo que estaba sucediendo. Esto me podía ayudar a cerrar heridas, conocer gente nueva… Y desde un punto de vista vocacional, yo siempre he pensado que los tiempos que le tocó vivir a nuestra generación son los tiempos que hacen que los jóvenes tengan la responsabilidad de cambiar las cosas, de representar la esperanza de algo mejor, de un futuro mejor. Para representar eso, hay que prepararse”.

Con los pies en El Vaticano

Roma es el segundo destino internacional que Eduardo ha visitado en su vida. El primero fue la ciudad de Bogotá, Colombia, durante su experiencia como becario del Instituto de Paz de Estados Unidos.

 “Conocer Roma fue espectacular; adonde sea que vayas en la ciudad, donde sea que mires, se respira historia, se ve la historia. Fue algo realmente impresionante”, recordó.

La formación que recibió en las primeras semanas también fue «espectacular», no solo porque pudo escuchar, de viva voz, al pontífice Jorge Bergoglio, sino porque tuvo la oportunidad de intercambiar ideas con  un «grupo genuino y diverso» de hombres y mujeres de varias partes del planeta que comparten su misma vocación por transformar la política.

“Teóricamente, se habla de la política como ‘la búsqueda del poder’. Lo que se quiere hacer en Fratelli Tutti es cambiar ese concepto de raíz, para que el ejercicio de la política sea el ejercicio de una vocación pública o una vocación de servicio”.

Otro detalle que Rodríguez destaca sobre su experiencia en la institución es que, a pesar de ser una iniciativa católica, busca el desarrollo de relaciones entre distintas personas de todo el mundo, independientemente de sus creencias, “y promueve hacer política desde el entendimiento, desde la diversidad”  para quitarle peso a las diferencias de credo como principal causa de conflictos en el mundo.

Recorriendo el mundo con visión comunitaria

El trabajo académico de Eduardo en la Fratelli Tutti contempla 15 meses de actividades, que incluyen sesiones y prácticas virtuales a través de Zoom, además de seis encuentros presenciales en varios lugares del mundo.

En los próximos meses, el caraqueño y sus compañeros partirán a Mozambique para continuar su preparación, con la visión del contacto directo con las realidades de las comunidades. Otros destinos, entre los que figuran el sur de Italia, Argentina, Haití y Rumanía, tienen problemáticas distintas y la meta es estudiarlas para luego diseñar políticas públicas en cada país.

“Es algo muy importante que me emociona mucho, porque luego podríamos traer estas políticas aquí, a Venezuela. Si tú puedes hacer un aporte real y ofrecer oportunidades laborales, educativas, académicas, cualquier tipo de oportunidad, a jóvenes de un país de África, traer ese tipo de aportes a un sector popular en Caracas o en Venezuela, es algo bastante grande. No tenemos realidades distintas”.

El estudiante destaca que lo aprendido en esta academia le dará muchas más fuerzas para proseguir su labor comunitaria.

“No se trata de hacer trabajo social por hacerlo. Se trata de realmente hacer cosas para generar transformaciones sociales que sean sostenibles en el tiempo”.

Opina que la intolerancia política y polarización en Venezuela han generado una desconexión de la gente con la vida política “y eso es algo que hay que cambiar por completo, porque el respeto a las ideas tiene que estar por delante, mucho más cuando eres tú quien ejerce el poder”. Asimismo, piensa que el tema económico requiere de prontas soluciones, ya los jóvenes necesitan desarrollarse en un contexto de oportunidades.

“Tenemos un problema de oportunidades y acceso a ellas, porque está bien que tú quieras estudiar y que quieras superarte, pero el hecho de que, como joven, tengas la oportunidad de hacerlo, es lo realmente importante. Cuando sales de bachillerato, la universidad privada es inaccesible para la gran mayoría de los jóvenes. Te queda la universidad pública, que tampoco te prepara mucho. Oportunidades como éstas son de las que los jóvenes se están perdiendo. Eso representa para mí una inquietud bastante importante”.

Hablando de oportunidades, se siente afortunado de haber estudiado en la UCAB, no solo porque la considera la mejor universidad del país, sino por lo aprendido en sus aulas. 

«Creo que me ha dado muchos valores, me ha dado mucho principios, me ha permitido salirme de mi zona de confort,  relacionarme con más gente y manejar esa diversidad social”.

También agradece las herramientas adquiridas en la carrera de derecho, porque al final -sostiene- la educación superior te permite prepararte para «ser exitoso en lo que quieras hacer en la vida».

Con humildad, cree que el que un muchacho de La Vega como él esté llegando tan lejos, con esfuerzo y trabajo, «puede ser un mensaje poderoso»,  por lo que puede representar para quienes se vean en su espejo. «Es una historia que puede que sea referencia de que podemos alcanzar las metas y cambiar nuestra realidad”.

♦️Texto: Daniel De Alba Suárez / Fotos: Manuel Sardá y cortesía Eduardo Rodríguez