Egresado de la Escuela de Derecho, presidió la Electricidad de Caracas hasta el momento en que fue adquirida por el Estado, en 2007. Quince años después, encabeza los negocios del mercado estadounidense de AES Corporation, compañía energética posicionada entre las empresas más importantes del mundo, según el ranking «Fortune 500»
Aunque se graduó con honores en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, Julián Nebreda (Caracas, 1966) nunca trabajó como litigante. Sin embargo, asume su formación en el área jurídica como la base primordial que le permitió adquirir las destrezas para desenvolverse -con mayor eficiencia- en el mundo corporativo.
Desde su primer año en la UCAB, el hoy abogado de 56 años incursionó en la política universitaria, una etapa durante la cual cultivó sus más grandes amistades y cosechó ricas experiencias. Luego de graduarse, en 1988, obtuvo una beca Fulbright -otorgada por el Departamento de Estado de los Estados Unidos- para estudiar una maestría en Leyes en la Universidad de Georgetown, en la ciudad de Washington.
Gracias a esto llegó al Banco Interamericano de Desarrollo (también en la capital estadounidense), órgano financiero multilateral en el que se desempeñó como consejero del director ejecutivo para Venezuela y Panamá, luego de lo cual ingresó -en 2001- a la Electricidad de Caracas (EDC), extinta empresa privada encargada del suministro de energía eléctrica a la capital y sus alrededores, en la que ocupó altos cargos gerenciales.
De esta compañía, una vez adquirida por la estadounidense AES Corporation en el año 2000, llegó a ser presidente entre 2005 y 2007, una experiencia de la que muestra orgulloso, ya que fue capaz de mantener el servicio de calidad mundial que prestaba la empresa a sus suscriptores.
Del tren directivo de la EDC salió luego de la estatización de la empresa por el Gobierno de Hugo Chávez en el año 2007. Tras este evento, un error “garrafal” a su criterio, la multinacional AES decidió mantenerlo en sus filas dirigiendo líneas de negocio en una amplia variedad de entornos geográficos y culturales, desde Europa a Brasil o El Caribe. Sus conocimientos en el sector legal, energético y financiero lo llevaron a asumir, en enero de este año, el cargo de presidente de la línea de negocio global y de Estados Unidos en la corporación.
En entrevista vía Zoom, desde la ciudad de Santiago de Chile, el ucabista compartió pinceladas de su experiencia universitaria, rememoró su paso por el sector eléctrico venezolano y señaló la importancia de fijarse planes y metas de vida para destacar en cualquier ámbito.
El político estudiantil: construyendo alianzas y servicio
A sus diecisiete años -con un padre abogado en casa y amigos cercanos ucabistas- Julián comenzó a estudiar Derecho en 1983. Vivía en la urbanización Caurimare, en el este de Caracas, y durante todo su primer año “pedía la cola para llegar a la universidad. De regreso, me iba con mi cartelito hacia ‘el pide cola’. Ya luego de un año, pude comprar mi primer carro”.
Desde los primeros meses y hasta su último año de carrera, Nebreda se involucró con la política estudiantil: “Fui presidente del Centro de Estudiantes de Derecho. Un día alguien me decía que la política estudiantil de la UCAB es como un microcosmos del país. No sé si eso sea tan cierto, pero sí fue muy divertido y aprendí muchísimo”.
Un punto clave en sus años de político estudiantil en la educación superior fue, según cuenta, durante las campañas destinadas a llevar algún representante de Derecho al Consejo Universitario. La estrategia, asegura, consistía en establecer alianzas con otras escuelas grandes; en los años ochenta, estas eran Administración de Empresas y Economía.
“Con la política estudiantil aprendes mucho, aunque no te des cuenta y aunque no lo parezca. No es solo ofrecerle a la gente un buen trato o acuerdo; importa también generar y transmitir confianza a la gente para poder hacer lo que quieres hacer. También creo que la política estudiantil es una gran oportunidad de regresarle algo a la universidad, entendiendo que, a final de cuentas, la política es servicio”.
Ya sensibilizado con el mundo laboral -pues durante sus últimos dos años en la titulación, empezó a trabajar en la mañana para estudiar en el turno nocturno- egresó Cum Laude en el año 1988.
Del BID a la Electricidad de Caracas
Tras hacer una maestría en Leyes en la Universidad de Georgetown, Estados Unidos -de la que egresó en 1990- y una breve estancia en el Ministerio de Hacienda (hoy Finanzas) en Venezuela, regresó a Washington D.C. a trabajar en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el año 1993; una “escuela buenísima”, caracterizada por tener el pensamiento económico y de desarrollo más avanzado del momento.
Durante sus seis años dentro del BID empezó a vincularse con el tema eléctrico, una pasión personal que compaginó con el estudio de otra maestría en Regulaciones Financieras y de Inversiones, también en la Georgetown University.
En abril de 1999 volvió a Venezuela para trabajar en La Electricidad de Caracas, la empresa privada encargada de la generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica en la ciudad capital, para entonces un modelo de eficiencia y funcionamiento: “Yo estaba emocionado de volver a una empresa donde mi conocimiento financiero-legal podría ser usado”, comentó.
En este periodo, la compañía buscaba internacionalizarse y, además, convertirse en un conglomerado latinoamericano de servicios públicos. Empezando el milenio, AES Corporation le hace una oferta pública de adquisición (OPA) a los accionistas locales: “Yo estaba del lado de la gerencia venezolana. Fue una negociación muy tensa. Al final se logró llegar a un acuerdo y los americanos tomaron el control de la compañía”.
Siguió en la empresa por cuatro años, ocupando el cargo de vicepresidente ejecutivo de finanzas, hasta que en 2003 le ofrecieron presidir la oficina de AES en República Dominicana; tras dos años en la isla regresó al país para asumir la presidencia de la EDC: “este fue un sueño, francamente. Además, en un momento muy complejo en Venezuela, una locura”.
En 2007, y al año y medio de gestión, el presidente Hugo Chávez –“en su pleno apogeo” de popularidad e ingresos fiscales– ordenó la nacionalización de la compañía.
“Si bien fue una oferta pública de adquisición que los accionistas aceptaron, yo creo que el Estado debió haber dedicado su enfoque en áreas que estaban deficientes en ese momento, como la educación o la salud y dejar que las empresas que estaban funcionando bien siguieran trabajando. Yo salí de la empresa en el momento en que el Gobierno tomó control”, enfatizó.
Nebreda insiste en que esta compra fue «error garrafal”. Sin embargo, recuerda que el Ejecutivo nacional tomó una empresa organizada y de primer nivel: “Les dejamos proyectos en desarrollo a nivel tecnológico e infraestructural. Yo me siento muy orgulloso de esa gerencia. Allí tenía un equipazo, curiosamente muchos graduados de la Católica”.
Un profesional global, acelerando el futuro de la energía
De sus 56 años de edad, Julián Nebreda lleva un total de veintidós dentro de AES; la compañía, actualmente presidida por el venezolano Andrés Gluski, fue ubicada en el puesto 313 en el ranking Fortune 500 de las empresas más grandes del mundo, con base en sus ingresos. En enero de 2022, tras formar parte de la dirección de los negocios de la corporación en Europa, Sudamérica y el Caribe, el ucabista asumió un nuevo cargo: presidente de la línea de negocio global y de Estados Unidos de la corporación.
“Ahorita estoy con las líneas de alta tecnología en el mercado americano. Soluciones nuevas para la red, vehículos eléctricos, tecnologías de construcción de parques solares, desarrollo de proyectos con hidrógeno verde, y otras más”.
Incursionar en el mercado estadounidense lo emociona y, con gente “maravillosa y muy dedicada” a su lado, busca convertir a AES en la primera empresa de generación renovable de los Estados Unidos: “Nuestra misión es acelerar el futuro de la energía, o sea, que ocurra antes lo que sabemos va a pasar más adelante”.
Al estar la cabeza de tantas divisiones a lo largo de dos décadas, cree justo agradecer a los equipos de profesionales que lo han acompañado, como también a su esposa y sus cuatro hijos:
“He tenido una carrera muy global. He vivido en ocho países, mis hijos han tenido la oportunidad de estudiar y adoptar varias culturas. Agradezco que mi esposa, entre tanto trajín, haya podido apoyarme y a ellos también. Siento que todos han podido apoyarme para que yo pueda contribuir a la empresa y a la sociedad desde mis habilidades… Desde ese punto de vista, considero que soy exitoso”.
Con su amplia experiencia en el área, se permite opinar sobre las acciones que debería emprender Venezuela para mejorar su servicio eléctrico y dice que el país debería hacer la transición hacia las energías renovables para superar la crisis y satisfacer la demanda. “Históricamente, más o menos un 70-80% de la generación de energía viene del agua; creo que hay que continuar con eso en el país, y con todo el tema de energías novedosas y sustentables”.
Cuestión de formación y visión
En sus años de juventud, Julián Nebreda creyó que iba a desarrollar carrera en el mundo del litigio, los bufetes, las demandas y los tribunales, aunque el destino lo llevó por otras rutas. Pese a eso, está convencido de que la carrera que estudió le brindó lo que buscaba, a nivel intelectual y profesional, para desenvolverse con soltura entre sus pares del ámbito de los negocios.
Por ello, no duda en recomendar a los jóvenes optar por la formación superior. A los ucabistas que recién ingresan o están a mitad de su carrera, ya sea Derecho o alguna otra titulación, también los llama a involucrarse en política estudiantil y compaginar sus estudios con algún trabajo: “Así, cuando ya terminen su carrera, podrán afrontar la realidad laboral desde otra óptica”.
Además, cree firmemente en la utilidad de ir más allá del día a día, contar con una visión de largo plazo y trabajar con base en planificación y proyectos. Insiste en que eso puede hacer la diferencia y a él, particularmente, le ha permitido identificar sus destrezas y sus debilidades en el mundo laboral y personal, y establecerse objetivos reales para trabajar por conseguirlos.
“A mucha gente no le parece; dice que hacer un plan y proyectarse a futuro es pavoso. Yo digo que sí, y lo sigo haciendo. Hagan planes o proyectos, de aquí a cinco o diez años. No le tengan miedo a hacer planes”, finalizó.
♦ Texto: Daniel De Alba Suárez / Fotos: Cortesía Julián Nebreda
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