«La educación debe ser una herramienta para el cambio», apuntaron los especialistas que participaron en una conferencia organizada por la UCAB, en la que ofrecieron datos sobre la crisis del sector y expusieron alternativas para superarla. Identificar con precisión las brechas de aprendizaje es uno de los puntos de partida
La Escuela de Economía de la UCAB y la Fundación Konrad Adenauer promovieron, el pasado 22 de junio, la disertación «Desafíos de la educación venezolana postpandemia», foro virtual en el que cuatro especialistas expusieron las diversas problemáticas con las que se enfrentan las escuelas del país para cumplir con los procesos de enseñanza-aprendizaje.
El decano de la Facultad de Humanidades y Educación de la universidad, José Francisco Juárez, inició el evento valorando la continuidad del ciclo de foros «Propuestas para el presente y el futuro de la economía en Venezuela», espacios promovidos con el apoyo de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales para analizar y proponer soluciones apropiadas para las diversas crisis que sufre el país en materia de economía, salud, infraestructura y educación.
El diagnóstico: 4 de cada 10 escuelas no tienen suficientes maestros
Marta Piñango, directora de la Unidad Educativa Fe y Alegría Luis María Olaso, hizo un recorrido detallado por las vivencias de su escuela en la época de pandemia. «Surgieron muchas inquietudes y tuvimos que reinventarnos», recordó la profesora. Según contó, fue necesaria la conformación de grupos de WhatsApp de representantes y profesores para mantenerse en constante comunicación; asimismo, destacó el valor que tuvo para su comunidad la difusión de guías escolares e infografías de acompañamiento por parte de la Dirección Nacional de Escuelas de Fe y Alegría y la congregación de la Compañía de Jesús.
Por su parte, la profesora Belkis Elena Bolívar, miembro de la Fundación para el Desarrollo Integral del Docente, adscrita a la Federación Venezolana de Maestros (FVM), aprovechó el espacio para recordar que, aunque se habla de postpandemia, «todavía no estamos en ese nivel, puesto que no ha habido una declaración mundial de que ya el covid-19 fue erradicado. Siguen apareciendo variantes, por lo tanto, tenemos que reforzar las medidas de bioseguridad».
Sobre la crisis educativa, instó a tener en cuenta que la educación venezolana tiene años enfrentando grandes obstáculos. En particular, se refirió al año 2018 como el periodo clave para la pulverización del salario docente, una de las problemáticas más graves, que ha contribuido con que exista un déficit de maestros de 50 %. «Las escuelas públicas están trabajando a media máquina», aseguró. Adicionalmente, Bolívar dibujó la situación del profesor venezolano: desmotivado, deprimido, desmoralizado y sin condiciones laborales, al que «solo le queda su vocación».
«Los profesores están en estas condiciones porque el salario no les alcanza. Actualmente, el docente tipo 1 está ganando un salario básico de 329 bolívares, lo que equivale a $60. Eso es un salario diario de $2, es decir, Bs. 10,94. ¿Quién vive en este país dolarizado, donde todos los días la inflación va subiendo a paso galopante, con 10,94 bolívares? Un docente tipo 4, que es la mayoría de los que labora en el sistema educativo público, gana 377 bolívares, equivalentes a $69, unos $2,3 diarios, que son 12,58 bolívares, este monto para pagar el transporte, comer tres veces al día y hasta comprar agua diariamente, porque algunos ni siquiera tienen en su casa. Un docente tipo 6, que es el de la máxima categoría, gana 450 bolívares, lo que equivale a $82, estos son $2,7, tan solo Bs. 14,76. Insisto, el docente de mayor categoría gana solamente 14,76 bolívares diarios», detalló.
La tercera ponencia fue impartida por el subdirector de la Asociación Civil Con la Escuela, el profesor Oscar Iván Rose, que ofreció a los participantes cifras alarmantes sobre los escollos que viven los niños y jóvenes para instruirse: 80 % de los estudiantes va a pie a los centros educativos porque desapareció el transporte escolar, 53 % de estos caminan entre más de 100 metros y un kilómetro de su casa y su colegio, y viceversa. Asimismo, contó que el 28 % de los alumnos deja de asistir a la escuela por falta de alimentación escolar, lo que coincide con lo dicho por la profesora Marta Piñango, «cuando en Fe y Alegría nos reincorporamos a la presencialidad, con el apoyo de diversas ONG pudimos facilitarle a los niños desayuno, merienda, almuerzo; esto enganchó mucho y la matrícula y asistencia aumentó muchísimo».
Rose hizo referencia a investigaciones que indican que hay una pérdida de 1,21 millones de estudiantes en el sistema educativo, más de un millón de jóvenes que no están estudiando por diversos motivos de fondo. Además, señaló que ocho de cada 10 estudiantes solo asisten dos o tres días a clases e, igualmente, se encuentran con que no tienen quien les enseñe. «Entre el año 2018 y 2021 hubo una pérdida de 166.000 docentes [..] el 43 % de las escuelas no tiene suficientes docentes, incluyendo maestros de inicial y primaria», reveló el profesor.
El presidente de la Asociación Nacional de Institutos Educativos Privados (Andiep), Fausto Romeo, cerró la ronda de ponencias refiriéndose a la educación privada, que también sobrevive a pesar de fuertes obstáculos impuestos por el Gobierno y la crisis que aqueja a todo el país.
Romeo consideró importante valorar la actitud de los educadores venezolanos, «nosotros somos totalmente resilientes porque nos abocamos a reconstruir sobre cosas que están bastante deterioradas», y motivó a comenzar a ejecutar el cambio que requiere el sistema educativo cuanto antes.
«De no hacerse nada o seguir con paños calientes, nuestra educación seguirá postrada y cada vez será más complicado recuperarla«, agregó Oscar Iván Rose.
Los retos: reducir las brechas tecnológicas y de acceso
Con miras al futuro próximo, los expertos invitados a disertar aseguraron que la situación actual de la educación venezolana no es sostenible ni permitirá construir una mejor sociedad. Insistieron, además, en que los niños y adolescentes del país no merecen recibir una educación de escasa calidad y, mucho menos, los docentes pueden ser vistos como figuras prescindibles.
En este sentido, los profesores coincidieron en una serie de retos a los que se enfrenta el sistema educativo tras 18 meses de pandemia mundial y una crisis humanitaria, compleja y agravada de muchos años.
1.- Promover la permanencia de los estudiantes en las escuelas
En su intervención, Piñango contó que «en estos momentos [en el colegio Luis María Olaso] tenemos aproximadamente 15 desertores, a lo mejor lo verán como poco dentro de una población de 670 estudiantes, pero para nosotros eso significa bastante». Por su parte, el profesor Romeo, de Andiep, contabilizó un aproximado de 1.200.000 estudiantes de la educación privada que desertaron.
Sobre el periodo de postpandemia, Oscar Iván Rose instó a mantener las escuelas abiertas con todas las medidas de bioseguridad que se puedan aplicar, y en el mayor tiempo posible dentro del calendario escolar. Refirió que sería conveniente observar las estrategias que han aplicado otros países para mantener a los jóvenes en las aulas alejados de la Covid-19.
«Las escuelas que nosotros visitamos ni siquiera trabajaban cinco horas diarias, se trabajaba mucho menos. Hay que darle la importancia que tiene a un día de clase y la cantidad de horas establecidas. De nada sirve un calendario escolar con la cantidad de días y horas que hay que cubrir, si no se toma en cuenta. Hay que reforzar que cumplir con el tiempo escolar debe ser algo sagrado, porque de alguna manera se está defendiendo el derecho a la educación cuando el niño entra a un aula de clase», insistió el licenciado en Educación.
En este sentido, los docentes plantearon la urgencia de hacer lo suficientemente atractiva la educación para mantener a los niños en las escuelas, garantizando, por supuesto, la calidad educativa.
2.- Atender las condiciones socioemocionales de alumnos y docentes
«Nuestros niños volvieron al centro educativo muy frágiles y débiles por esta crisis humanitaria compleja, sostenida, agravada, y la situación de pandemia que todavía vivimos», dijo Marta Piñango, directora de una de las instituciones educativas de Fe y Alegría en Caracas. Hacía referencia, en particular, a la situación psico-socio-emocional de los menores, recordando la necesidad de darles contención en las escuelas.
La educadora enfatizó que, dentro de este debilitamiento de los niños, tuvo un papel importante la violencia intrafamiliar, incluyendo casos de abuso sexual. Contó que, inclusive, «hemos tenido que llevar niños al Consejo de Protección y remitir a algunos al área de psicología con la que la UCAB nos apoya». acompañar a los estudiantes y velar por su integridad física y psicológica; sin embargo, recalcó que esa es la misión de la escuela: brindarles una atención integral.
Aunque parece, por sí sola, una situación bastante espinosa, lo cierto es que no son únicamente los niños quienes tienen afectada su salud mental. «Aunque [el maestro] esté educando y dando su mejor esfuerzo, sufre de estrés, depresión, desmotivación y tiene otras patologías y enfermedades. En general, está en una situación de salud precaria y tiene muchísimas carencias», planteó Belkis Bolívar en su intervención.
3.- Elevar las competencias tecnológicas
La pandemia resultó ser una gran oportunidad para aprender y reforzar -inesperada, forzosa y rápidamente- las capacidades tecnológicas, tanto en profesores como en estudiantes y familias. Aún hay actores del proceso de educación que no manejan a plenitud las herramientas modernas y, en este proceso de adaptación, continúan enfrentándose con dificultades inherentes, como las constantes fallas de conectividad.
«Durante la pandemia los docentes trabajaron a distancia y no tenían ninguna formación para laborar así, por lo que se estaban dando las clases como si fueran presenciales y allí hubo una debilidad. Nosotros no estábamos preparados para trabajar a distancia y, en consecuencia, hubo muchísimas deficiencias. Esto nos debe enseñar a que tenemos que preparar y formar un docente todo terreno, que pueda trabajar presencial o a distancia y, en cualquier circunstancia, desarrollar el proceso de enseñanza-aprendizaje exitosamente», explicó Bolívar, de la FVM.
4.- Enfrentar la crisis institucional
Aunque puede sonar a insistencia, para mejorar sustancialmente al sistema educativo venezolano es necesario un cambio en el funcionamiento del país, incluyendo las instituciones de gobierno que -según los especialistas- suelen obstaculizar, más que apoyar e impulsar.
En el caso de la educación privada, el profesor Fausto Romeo expuso como grandes obstáculos, en primer lugar, el control permanente ejercido por organismos del Estado, varios, incluso, sin relación directa con el sistema educativo (como la Sundde, el Ministerio de Comercio, el Seniat o Sanidad); y, luego, la situación de hiperinflación que, aunque parece estar en descenso, continúa causando estragos en la economía nacional. Romeo instó, además, a «dejar de pensar en la renta petrolera y pensar en la renta productiva de la educación para poder llevar el país adelante».
5.- Asistir y nivelar los atrasos de aprendizaje
Producto de las deficiencias generadas por la educación en confinamiento, se pudo diagnosticar que los alumnos llegaron con un atraso sustancial en su nivel de conocimientos. La directora del colegio de Fe y Alegría Luis María Olaso, de la Vega, explicó que «en nuestros niños, las competencias en los ejes transversales (el lenguaje de comunicación, pensamiento y valores humanos cristianos) realmente están muy débiles […] Entre varios causas posibles, notamos que los padres y representantes realizaban las actividades y, cuando los maestros las revisaban, creían que se estaba dando el avance natural en el niño pero nos dimos cuenta, cuando retomamos la presencialidad, que realmente no era el estudiante el que desarrollaba las guías».
Por ende, el proceso de enseñanza-aprendizaje no se cumplió a cabalidad. Según Rose, de Con la Escuela, «es necesario que se diagnostique cómo están llegando los niños y los jóvenes para recuperar, nivelar y priorizar logros de aprendizaje que son esenciales en su nivel educativo, porque todos los contenidos no se van a poder abordar al mismo tiempo».
Sin embargo, aseguró que no es una situación que ocurre únicamente en Venezuela pues, según estableció el Banco Mundial, en Latinoamérica se prevé que uno de cada tres estudiantes de primaria no puede leer o comprender un texto del nivel correspondiente a su edad.
6.- Combinar la presencialidad y la bioseguridad
Tal como los ponentes sostuvieron, no ha ocurrido, a la fecha, la declaración oficial por parte de la Organización Mundial de la Salud del fin de la pandemia, a casi 28 meses de su inicio. A pesar de ello, la humanidad ha seguido avanzando, ejecutando estrategias para reinstaurar la normalidad. En este sentido, la profesora Piñango recordó que muchos padres estaban renuentes a incorporar a sus niños a clases semipresenciales y que ahora, habiendo pasado todo un periodo educativo totalmente presencial, aún «estamos luchando para que tomen conciencia de que sus niños deben ser vacunados contra el covid-19, pero ha sido un poco difícil».
Adicionalmente, los colegios tuvieron que agregar a sus preocupaciones, y gastos, el mantenimiento de las medidas de bioseguridad.
7.- Conservar dignamente a los profesores en las escuelas
Según los educadores, el reto de retener a los docentes en las instituciones es uno de los más complejos, pues pasa por dignificar su labor y papel, darles calidad de vida y seguridad social, reestructurando y respetando la convención colectiva que los ampara.
«Tomando en cuenta la crisis humanitaria compleja que vivimos en nuestro país, la mayoría de los docentes han incursionado en otras actividades de emprendimiento porque saben que el ingreso económico que están recibiendo no les permite satisfacer sus necesidades básicas y mucho menos las de todo su grupo familiar.».
8.- Motivar al docente en ejercicio y al futuro educador
En conexión con lo mencionado anteriormente, los expertos apuntaron que hace falta todo un proyecto de motivación y empuje hacia la profesión docente, tanto de los potenciales estudiantes de educación como de quienes ya la ejercen o ejercieron hasta que decidieron la calidad de vida por encima de la vocación.
La propuesta de la profesora Belkis Bolívar es crear jornadas y eventos de formación para recuperar el autoestima y promover el manejo de emociones y la inteligencia emocional en el educador que, con las herramientas correctas y la reivindicación de su valor y sus derechos podrá salir adelante junto con el país que ayude a formar.
Por otro lado, Oscar Iván Rose asomó la necesidad de diseñar un relanzamiento de la carrera docente, que sirva para atraer mayor cantidad de talentos que estudien para ser los educadores del mañana. «Actualmente, las escuelas de educación están vacías», advirtió Fausto Romeo, de Andiep.
9.- Asegurar la calidad educativa plena
Cumplir con este desafío implica elementos específicos como el rediseño del pensum de estudios que, según Romeo, tiene más de 30 años de desfase. Su propuesta es hacer cambios de fondo y de forma, lo que, en su opinión, no es posible en días o meses y, mucho menos, sin contar con los especialistas debidamente capacitados.
Asegurar la calidad educativa nacional conlleva también eliminar o, al menos, reducir sustancialmente las brechas en el derecho a la educación. Para Belkis Bolívar, «para nadie es un secreto que los estudiantes de las escuelas privadas cuentan con mejores oportunidades, mientras que los de la escuela pública están en clara desventaja. Igual ocurre en el nivel profesoral, el docente de las escuelas públicas tiene muchas carencias en sus condiciones laborales y el de las escuelas privadas siempre está mejor, pues incluso hay escuelas privadas en las que les dan bonos en dólares».
Según la representante de la FVM, es primordial que los alumnos tengan las mismas oportunidades y estén igual de preparados, sean de instituciones públicas o privadas, pues la Constitución Nacional dice que todos somos iguales ante la ley.
10.- Revalorizar el papel de la educación para el país
Tal vez el reto más profundo de los descritos es este, pues pasa por promover muchos cambios de paradigma en una sociedad ocupada en la sobrevivencia inmediata. En principio, sería un gran paso generar y fortalecer el vínculo de escuela, familia y comunidad, que sus habitantes sepan que sus niños van a ser protegidos, cuidados y atendidos.
Los padres y representantes deberían ser los mayores interesados en que los procesos de enseñanza-aprendizaje de niños y jóvenes sean exitosos, pero es una deficiencia. El representante de Andiep comentó que «en el momento en que entramos en pandemia [hubo padres que] decían que no pagarían mientras no hubiesen clases presenciales, como si pagar una cuota de escolaridad significara solo ir a usar un pupitre, un baño o un patio».
En este sentido, es necesario motivar y movilizar a los representantes para que ejerzan su participación en el sistema educativo, porque «ni los docentes ni las organizaciones sindicales podemos solos», aseveró Belkis Bolívar, a la vez que indicó que todo el país se tiene que unir para rescatar la educación y recuperar la calidad educativa.
Por último, es menester un cambio en la concepción que se tiene de la educación venezolana, producto de las constantes crisis que la aquejan. Los educadores instaron a considerar a la educación como la solución a los problemas y no como el problema que hay que resolver. En palabras de la profesora Bolívar, «la educación no es una meta fija e inalterable en el tiempo, debe ser una herramienta para el cambio».
Los interesados en escuchar las ponencias de la conferencia virtual «Desafíos de la educación venezolana postpandemia» pueden ingresar al canal de Youtube de la Escuela de Economía a través del siguiente enlace: https://bit.ly/3NuKRCH
♦Texto: Fabiana Contreras/ Fotos: Manuel Sardá