Durante una charla realizada en la UCAB, el economista Jorge Chávez Álvarez, expresidente del Banco Central de la Reserva del Perú, mencionó algunas acciones que emprendió su país, a principios de los años 90, para superar la hipeinflación
En enero de este año, el Banco Central de Venezuela anunció que el país había cumplido 12 meses con una inflación por debajo de 50%, lo que ponía fin a la hiperinflación en la que estuvo sumergida la nación desde noviembre de 2017. Sin embargo, en el último trimestre se ha vuelto a observar una escalada generalizada de precios, no solo en bolívares sino en dólares, que ha encendido las alarmas de los expertos, quienes han advertido la necesidad de establecer políticas que eviten el regreso de este fenómeno.
Son varios los países de la Latinoamérica que atravesaron hiperinflación, entre ellos Perú, nación que a finales de la década de los 80 y principios de los 90, durante el gobierno de Alan García, registró cifras porcentuales de más de un millón.
¿Pero cómo lograron controlar ese fenómeno y en cuánto tiempo? Jorge Chávez Álvarez, expresidente del Banco Central de Reserva del Perú y presidente ejecutivo de la consultora Maximixe, fue convocado por la embajada de Perú en Caracas para integrar el panel de expertos en el foro “Política de estabilización de economías bimonetarias”, parte de la programación académica de la recién concluida Feria del Libro del Oeste de Caracas (FLOC UCAB 2022).
Durante la charla, en la cual estuvo acompañado por Luis Zambrano Sequín, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, Chávez Álvarez expuso, de manera muy pedagógica, las claves con las cuales pudieron controlar la hiperinflación en su país natal.
“Las economías que atraviesan una alta inflación o una alta hiperinflación requieren estabilizar la economía, estabilizar los precios, porque eso genera perjuicio, principalmente, a la población más pobre, porque son los que menos capacidad tienen para defenderse del alza de los precios. La hiperinflación produce más pobreza, entonces hay una obligación moral de los Estados, de los gobiernos de estabilizar esa economía, para evitar que se genere más pobreza, y la pregunta es cómo hacerlo”, sostuvo.
El economista explicó que, durante su gestión al frente del banco central peruano (1990-1992), se aplicó una política monetaria con un enfoque teórico distinto al del Fondo Monetario Internacional (FMI), argumentado en investigaciones realizadas a partir de su tesis doctoral en la Universidad de Oxford. Estas fueron las seis acciones que comentó:
- Prohibición de que el Banco Central (BC) diera más crédito al fisco y a las empresas públicas, «para restaurar la credibilidad del organismo».
- Restitución de la autonomía del banco, «para evitar que pudiera recibir presiones del gobierno para seguir emitiendo moneda».
- Aplicación de un régimen de fluctuación del tipo de cambio, que significó abandonar la fijación del tipo de cambio por parte del Banco Central. «Dejamos que el mercado lo determinara. Con esto se limitó la intervención del BC en el mercado abierto».
- Eliminación de las medidas de control de precios y otros tipos de intervenciones a la economía, a través de subsidios o asignando divisas y tipos de cambio múltiples. «Lo hicimos para que hubiera condiciones para el mejor cálculo económico por parte de los agentes».
- Combate a todo tipo de corrupción. «Eso se hizo drásticamente. Pusimos funcionarios -muy probos y sin antecedentes delincuenciales o faltas- en los cargos más importante, era gente muy profesional y técnica, lo que permitió que se recobrara la credibilidad, y eso contribuyó a que los agentes económicos pudieran confiar en la política monetaria y, por lo tanto, las expectativas inflacionarias se vinieron al suelo».
- Reformas estructurales profundas en las áreas de comercio exterior, finanzas, banca y tributos. «Simplificamos los impuestos y nos quedamos con cuatro o cinco y con tasas que no desincentivaran la inversión».
“De ahí en adelante, Perú fue una de las economías que mejor conducta tuvo en cuanto a crecimiento y, también, inflación baja. Claro que faltaron algunas reformas adicionales: Poder Judicial, salud, educación, seguridad ciudadana”, afirmó.
La necesidad de reformas perdurables en el tiempo
El economista resaltó que entre agosto de 1988 y agosto de 1990, cuando se hablaba de más de 1.000.000 % de inflación, los precios en Perú se duplicaban día a día, “pero ya a fines de los ’90 se cerró con un nivel de 100 % y, luego, fue bajando hasta convertirse la economía de Perú en una de las más sólidas de la región y sin costos recesivos. Eso generó las bases para un crecimiento sostenido”.
Sin embargo, la ausencia de reformas complementarias “fue minando, poco a poco, lo logrado y, en los últimos años, se ha ido perdiendo la estabilización y se ha desacelerado la economía”.
“El nuevo gobierno de Castillo (José Pedro Castillo Terrones, dirigente de izquierda que asumió la presidencia el 28 de julio de 2021) se ha ahondado en la falta de confianza, porque ha puesto en cargos públicos a personas sin idoneidad técnica y con malos antecedentes. Entonces, se está perdiendo lo avanzado; y si bien todavía no hay inflación alta en Perú, es porque el Banco Central mantiene su autonomía”.
El caso venezolano
Chávez Álvarez ya había estado en Venezuela, en 1986, durante la presidencia de Jaime Lusinchi, cuando vino a un seminario internacional sobre procesos de estabilización económica y desarrollo, organizado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
De regreso, 36 años después, ha constatado la inestabilidad económica local. “El caso venezolano tiene sus propias peculiaridades. Actualmente, es una economía que está semidolarizada, es una dolarización no oficial que ha sido producto del repudio de la población a la moneda nacional, el bolívar”.
Indicó que, en algún momento, la población rechazó la moneda local y optó por usar el dólar para protegerse de la inflación. “Y el gobierno, al darse cuenta de que esto ha contribuido a estabilizar los precios, lo dejó así”.
Sin embargo, advirtió que la dolarización desordenada es una situación muy difícil que hará que la economía siga estancada por mucho tiempo, porque el BCV no tiene autonomía ni el respaldo de divisas para darle al bolívar la fuerza que tenía. “Esa estabilización no la veo en la agenda inmediata”, destacó.
♦Texto: Mabel Sarmiento/Fotos: Manuel Sardá