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Angie García, una líder nata que transmite fuerza a su comunidad

Desde muy joven, la administradora y docente ya tenía vocación por ayudar a otros. Actualmente trabaja con Extensión Social UCAB en Antímano, el sector donde vive, para promover la convivencia, fortalecer los valores y empoderar a las mujeres

Angie García no para de sonreír cuando habla de su trabajo en la comunidad de Antímano, donde reside. Su semblante confirma lo que dice: quiere ser un agente de cambio, una líder comunitaria que no para de luchar. García comenta  que sus compañeros le preguntan con frecuencia sobre su manejo del tiempo, a lo que responde que sí, que siempre hay tiempo para hacer lo que se ama. De hecho, asegura que cuando el trabajo es apasionante, el tiempo pierde su carácter más severo y más bien es poco para todo lo que hay que hacer.

El pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, fecha instaurada por la ONU para llamar la atención sobre la lucha por la igualdad de derechos de las féminas, las cuales siguen estando en desventaja, en muchas áreas, frente a los hombres.

Angie García tiene claro el sentido de esa lucha y es una de las decenas de personas que trabaja con la Dirección de Extensión Social de la UCAB para promover mejores condiciones de vida, y mayores oportunidades, para las mujeres, niñas y adolescentes a través de jornadas médicas, talleres formativos, asistencia jurídica o acompañamiento psicológico.   

En esta entrevista para El Ucabista, la administradora y educadora de 38 años de edad relató que esta pasión, que abarca gran parte de su vida, proviene de su madre y abuela, así como por vivencias de su infancia. Específicamente, en una casa de cuidado que llevaba su abuela en Yaracuy, donde cuidaban a niños todo el día mientras sus madres salían a trabajar.

«Esa fue la influencia positiva que recibí de ellas y es lo que estoy yo haciendo ahorita y lo que yo quiero hacer para los demás: ser una referencia positiva, que sepan que sí podemos lograr las cosas, estudiar, desempeñarnos como profesionales. O sea, que no importa que vivamos en un barrio. Hay que llevar mensajes positivos y no quedarnos en la queja. Yo mantengo que no todo es gris, hay personas valiosas en sectores populares que están dando lo mejor de ellos y eso hay que resaltarlo», dijo.

Para García, el trabajo que hace en su comunidad es valioso. Recordó que uno de los primeros talleres que dictó fue una charla sobre violencia de género. Este, entre otros, es un tema que mira con preocupación. «La violencia está normalizada porque nosotros pensamos que violencia es el puro golpe, o sea, lo que deja marcas, pero va más allá. Cuando empezamos a hablarles a las vecinas, ellas empezaron como a darse cuenta de eso  y muchas siguieron yendo a los talleres. Yo tengo un grupito especial de puras mujeres y cuando hay alguna actividad, quieren ir. Son muchas las manitos levantadas. Muchas empezaron a darse cuenta de su realidad, empezaron a trabajar por ellas mismas», añadió.

La líder comunitaria enfatizó lo importante que es para ella la formación. Además de los talleres sobre violencia de género con  mujeres, desde hace cinco años es docente en un colegio de Antímano, una labor que realiza con gusto, entusiasmo y cariño. Tanto que, asegura, muchas veces los estudiantes no asisten al colegio, pero ella los busca para que no falten a sus clases y, si lo necesitan, les da clases particulares.

Angie define su estilo de enseñanza como bohemio, porque se sale del esquema tradicional y prefiere que los estudiantes miren la educación fuera de las aulas, en contacto con la realidad. Esto, empero, acompañado por muchas conversaciones donde les reafirma que los sueños sí se pueden cumplir.

«Me gusta que salgan de su entorno y vean otras personas. Que sepan que se puede estudiar sin importar dónde vivamos. Que los sueños sí se hacen realidad, se cumplen pero hay que trabajar por ellos. Quiero impulsarle a cada chamo que todo es posible, además llenarlo de mensajes positivos», puntualizó.

Con la frente en alto pese a las adversidades

El primero de marzo, la Escuela de Psicología de la UCAB dio a conocer los resultados de PsicoData Venezuela, un estudio que midió la situación psicosocial de los venezolanos. Allí, el grupo de investigadores se encontró con que 81% de la población desconfía del otro. Además, se concluyó que las mujeres, los mayores de 65 años y quienes tienen menor nivel educativo son los más vulnerables.

Angie García percibe con facilidad la desconfianza que sienten sus vecinos entre ellos mismos y otros. Pero antes, se refirió a lo opuesto: comentó que cuando era pequeña los vecinos se apoyaban para solventar problemas en su entorno; por ejemplo, la unión espontánea para reparar escaleras. «Eso fue muy valioso en su momento. Antes el vecino era como familia. Yo pensaba que la vecina de mi abuela era hermana de ella. Después me di cuenta que no era así. Pero era una conexión que había entre vecinos, se apoyaban, una vigilaba los hijos de la señora de arriba, estaba pendiente de ellos y así sucedía».

Sin embargo, aquel trato -como bien se ve reflejado en PsicoData- ya no es igual. «Es algo que tenemos que seguir rescatando, la hermandad entre nosotros los vecinos, que los muchachos sientan ese amor hacia el otro y ese respeto», dijo García, quien además señaló que no sabe exactamente cuándo ocurrió este distanciamiento.

«Empecé a notar que -y no sé si es por tantas ocupaciones laborales- la gente nada más estaba pendiente de su círculo familiar; que empezó a a dejar de convivir, porque creo que a lo mejor esa desconfianza viene por no convivir. Dejó de saludar al vecino, a lo mejor la gente salía muy temprano, llegaba muy tarde y no hubo esa relación ni interacción entre vecinos. Pero es algo que también estamos trabajando desde los más pequeños, trato de unir grupos», agregó.

Otro estudio, realizado por de la Facultad de Derecho, titulado  «Diagnóstico sobre el acceso a la justicia en Venezuela: Experiencias en Caracas y Guayana», el cual muestra, entre otras cosas, las posibilidades reales que tienen mujeres y niñas de acceder a la justicia cuando son víctimas de delitos. Entre otros resultados, el informe revela que hay poca confianza hacia las instituciones y que los módulos policiales cercanos a las comunidades tienen «serias deficiencias en la atención de casos». 

Sobre ello, García confirmó que, muchas veces, las mujeres no reciben el trato que necesitan cuando -por ejemplo- van a denunciar un caso de violencia de género: «Para la mujer debe ser algo muy humillante. Ella se expone y creo que eso también la limita a que vaya a un centro donde le presten colaboración. Si una mujer es golpeada, es difícil salir de casa. Muchas veces no lo va a hacer. Pocas veces alguien te recibe y no emite juicio, ni críticas hacia ti. Creo que eso cohíbe mucho».

«Hay que ir más allá. Muchas mujeres se quedan en casa, se sienten menos para no molestar. Para eso estamos haciendo un trabajo informativo con los talleres que tiene la UCAB. Tratando de crear conciencia y tenemos que tener paciencia porque es un trabajo de tiempo. Pero luego veo mujeres que están empoderadas y han agarrado fuerza y siento mucha satisfacción. Les hablo de noviazgos sanos, de que que ellas merecen algo mejor, que están a tiempo de estudiar, les hablo de valores. Y promover la confianza también en mamá y papá porque muchas de las situaciones que pasan son porque tienen miedo, pero tienen que confiar en ellos para que sepan qué pasa y puedan ayudarlas aunque sea muy difícil».

Solidaridad y empatía: claves del liderazgo

García es una líder nata en su comunidad. Por eso comentó que las cualidades esenciales de quienes quieran ser referentes para otros son la empatía y la solidaridad, porque «las situaciones que están viviendo son únicas para la persona. Son diferentes. Para el acercamiento hay que comprender de verdad su situación y, a lo mejor, ver por qué está comportándose de esa manera o qué es lo que le está sucediendo».

Agregó que las acciones de un líder que desee dejar una huella positiva en su entorno inmediato deben están enfocadas en la educación:

«Un líder es esa persona que promueve cambios significativos desde la formación. Así sea un taller, curso, actividades recreativas. Si tienes ese ese esa chispa formativa y la transmites, creo que vamos a lograr los cambios que tanto necesitamos…Por eso sigo apostando a la formación, a seguir llevando talleres a nuestras comunidades para que las mujeres, de una u otra manera, se identifiquen con el tema o pueden identificar a otras y que no se sientan solas. Siempre va a haber una mujer, una mano amiga para ella».

Si tuviera que enviarle unas palabras a las mujeres de su comunidad, del país, ¿qué les diría?

«Que recuerden lo valiosas que somos. Que damos el todo por el todo por  nuestra familia, por nuestros hijos, por nuestro país, trabajando, dedicándole tiempo a nuestros chamos, haciendo actividades comunitarias que dejan un saldo positivo. Les diría que sigan luchando por sus sueños, que no desmayen y que ellas mismas reconozcan que son supervaliosas. Para mí, las mujeres son lo máximo porque son esencia, inspiración para muchos. O sea, dime dónde no hay una mujer que esté alentando otra persona, que esté trabajando por otra», concluyó.

♦Texto: Grace Lafontant León/Fotos: Manuel Sardá

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