Invitado por la Arquidiócesis de Caracas, el sacerdote y psicólogo madrileño ofreció una charla en la UCAB sobre el rol de la Iglesia católica y sus instituciones. Habló de la «oquedad» que están dejando la tecnología y la indiferencia ante lo religioso, y pidió transformar la realidad para hacerla «más fraterna»
El pasado miércoles 7 de febrero, el sacerdote Antonio Ávila –psicólogo, doctor en Teología, escritor, docente universitario y miembro de la Arquidiócesis de Madrid– estuvo en la sede de la Universidad Católica Andrés Bello, en Montalbán, para ofrecer una mirada acerca del rol de las universidades en la ayuda a los jóvenes para que encuentren su vocación, así como sobre el papel de la Iglesia en el momento actual.
La conferencia, titulada «Discernir en el camino de la Iglesia», tuvo lugar en el auditorio Francisco José Virtuoso, S.J., del Centro Cultural de la universidad. Al invitado español le acompañaron, además del rector de la UCAB, Arturo Peraza, S.J., el director de Identidad y Misión, César Muziotti, S.J., y el cardenal Baltazar Porras, arzobispo de Caracas y canciller de la universidad.
Ante un nutrido público que incluyó a miembros de la comunidad universitaria y el clero caraqueño, la actividad se inició con unas palabras del padre Muziotti, quien resaltó el valor académico del trabajo del padre Ávila, que ha desarrollado una importante trayectoria como profesor de varias instituciones, entre ellas el Instituto Superior de Pastoral de Madrid.
«Para mí es un placer conocerlo porque hace 22 años yo estudié con su libro ‘La psicología de la religión’. El padre Antonio ha participado en tertulias, encuentros con los formandos de diferentes institutos y seminarios, también con el clero. Hoy pretendemos que haya elementos de formación y reflexión en torno a lo que significa discernir. Además, este espacio lo organizamos por sugerencia del cardenal Baltazar Porras«, comentó.
Seguidamente, el cardenal Porras precisó que Ávila vino a Venezuela para apoyar en la realización de unos ejercicios espirituales dirigidos al clero caraqueño. «Pero quisimos aprovechar este viaje de él para tener contacto con otros sectores de la Iglesia».
«El padre Antonio tiene una amplia experiencia en la pastoral universitaria en Madrid; veremos también -en esta nueva cultura, nueva realidad- cómo es ser cristiano», comentó sobre lo que sería la charla.
El rector de la UCAB también agradeció la presencia del padre Ávila en la universidad y, a propósito del tema de la conferencia, apuntó la necesidad de discernir sobre los retos de la institución que dirige.
«La generación joven nos plantea la necesidad de repreguntarnos qué modelo de evangelización -en el marco de la universidad- requieren nuestros jóvenes. Creo que este momento nos abre un universo de oportunidades; en los jóvenes hay una necesidad de espiritualidad muy grande. Acompañar a los muchachos hoy día significa acompañar una diversidad gigantesca. Y la pregunta es cómo somos ese camino de acompañamiento, con amplitud de mente, que es capaz de entender que los puntos de partida son varios, pero el claro de llegada es Cristo, el camino de la fe. En fin, entender qué significa caminar juntos para orientar ese camino», dijo Peraza.
Ver-escuchar, juzgar y actuar: el camino del discernimiento
Para el padre Ávila, el discernimiento sobre la labor de la Iglesia y sus instituciones supone, en primer lugar, hacer el ejercicio de juzgar, lo que «no significa condenar, sino preguntarse qué es lo que Dios quiere, aquí y ahora, de cada uno de nosotros».
Apuntó que cada quien -con sus experiencias de vida- carga consigo una serie de prejuicios (no necesariamente negativos) que podrían afectar a la hora de determinar algún acontecimiento. Por ello, llamó a «ver- escuchar» atentamente el contexto para, sobre esa base, actuar.
«Cuando estamos dispuestos a escuchar, es la realidad, las personas, las que me dicen lo que están viviendo, sus problemáticas y esperanzas, y no soy yo quien está armando un discurso a partir de lo que a mí me parece. La invitación de hoy es a ver, pero sobre todo a escuchar. Cuando escuchamos, la realidad entra en nosotros, nos conmueve y nos mueve a preguntarnos qué está pasando», dijo el sacerdote español.
Discernir, recordó Ávila, es un concepto muy utilizado por el papa Francisco y significa atender a lo que se mira o se escucha y preguntarse, a la luz de la palabra de Dios, qué es lo que Él quiere de cada uno. Luego, al saber qué hacer, se procede a la acción, a «transformar la realidad que estamos viendo para que sea más evangélica, más fraterna, donde Dios esté presente», dijo.
El psicólogo y docente afirmó que la Universidad es un caso que destaca del resto en cuanto al discernimiento porque, como institución, tiene un llamado. Enfatizó el rol de profesores, autoridades académicas y alumnos.
«Yo creo que la universidad debe ser una atalaya con una mirada muy amplia y no una mirada excesivamente orientada a una especialidad. Si yo miro la realidad que estoy viviendo, veo una que está en cambio acelerado y profundo que, además significa un cambio de época según los sociólogos. Algunos autores señalan que estamos en un cambio de tecnología que supone un cambio de época», puntualizó.
Ante esa acelerada marcha hacia una nueva época, explicó el doctor en Teología, es vital «recuperar la palabra de Dios». Ejemplificó con una imagen del metro de Madrid: los usuarios del subterráneo están inmersos en la pantalla de sus teléfonos o tabletas y el contenido que consumen es uno frívolo y banal. Esto, a su juicio, conduce a una pérdida del discernimiento.
«(La tecnología) ha hecho de nosotros espectadores de imágenes, somos espectadores en lugar de protagonistas. Muchas veces no sabemos discriminar lo que vemos en la pantalla porque, más que dirigirse a la cabeza, se dirige a las emociones, a lo inmediato. Y eso nos va a llevar a un mundo líquido. Es un cambio antropológico muy importante; consecuentemente es un cambio de valores. Nuestros jóvenes no sienten, pero padecen».
Formar profesionales con valores: el desafío universitario
El rol de las universidades es protagónico en la búsqueda de cambios sociales. Por eso, a Antonio Ávila le preocupa que las casas de estudio se conviertan en meras dispensadoras de títulos, en lugar de formar excelentes profesionales y personas.
En el caso venezolano, mencionó la importancia que tiene la existencia de una figura laica como el beato José Gregorio Hernández. A su parecer, el médico trujillano fue un buen profesional durante toda su vida, pero además un buen cristiano. Justamente eso, dijo, es un perfil que anhela sea replicado por la mayor cantidad de gente posible.
«Él fue un cristiano que, tras salir de la universidad, persiguió siempre ser un buen profesional. No se trata de salir de la universidad con un título bajo el brazo para conseguir un buen puesto de trabajo. En un tiempo de cambio profundo, donde no conocemos el futuro que van a vivir nuestros jóvenes, es importante reflexionar sobre el cambio social y sobre la importancia del conocimiento, de los hábitos de estudio, la lectura, las preguntas importantes (personales y sociales), tener buenos profesionales para enfrentar lo que tenemos por delante», añadió el padre Ávila.
Ante lo que, considera, son tiempos que se alejan de la voluntad de Dios («una de misericordia, salvación, entrega, servicio y amor»), el teólogo dirigió una reflexión a los más jóvenes.
«Cultiven la experiencia de Dios. Y cultivarla significa encontrarse con ustedes mismos, entrar en lo más profundo de sí y descubrir en lo más íntimo que el Señor está ahí y nos invita a tomarnos en serio la vida. Cuando hagan esa experiencia, inmediatamente tomarán conciencia de que están en esta historia con todas las luces y todas las sombras. Ustedes tienen protagonismo en esta historia, tienen que pisar la realidad para descubrir el plan de salvación que el Señor tiene para nosotros. Y eso lo encuentro leyendo al Evangelio», recalcó.
La sinodalidad y la misión de hacer presente el Evangelio
La sinodalidad es el camino de transformación eclesial propuesto desde la Santa Sede. Por ello, la Iglesia católica se encuentra viviendo un proceso de escucha y debate que no involucra solo a los religiosos, ya que el papa Francisco ha invitado a todos los fieles a que formen parte de esta consulta.
Tres aspectos fundamentales mencionó Antonio Ávila sobre este proceso que definió como «reforma»:
En primer lugar, habló de la transformación hacia una Iglesia de puertas abiertas «o de brazos abiertos para la acogida; una articulación de la vida como creyentes, de tal manera que sea tan acogedora que, cuando la gente se acerque a nosotros, sienta que olemos a Evangelio, a salvación de Dios».
En segundo lugar, mencionó la importancia de construir una Iglesia en salida «y tenemos que pasar -como nuestro señor Jesús- por nuestros pueblos y ciudades haciendo el bien».
Finalmente, resaltó que la sinodalidad «significa caminar todos juntos» y trabajar para hacer frente al vacío espiritual que están dejando los tiempos actuales, en los que lo religioso a muchos les es indiferente.
«Eso genera un vacío espiritual, una oquedad que nadie llena. ¿Qué momento eclesial estamos viviendo? El papa Francisco dice que las cosas no pueden seguir igual, que ya no vale decir que siempre se hizo así. Hay quienes añoran una Iglesia tridentina, pero se imaginan a una Iglesia con una crisis muy distinta a la actual. Nosotros estamos en otro momento cultural y tenemos que preguntarnos qué es lo que hoy el espíritu de Dios pide para esta Iglesia, de modo que adopte las formas de este momento y no añoremos otras formas. Dios nos quiere cristianos hoy, aquí y ahora, andando en esta parte de la historia que nos toca desarrollar. La misión de la Iglesia es hacer presente el Evangelio», enfatizó.
♦Texto: Grace Lafontant León/Fotos: Christian Lazo