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¿Y nuestros obispos qué? | Por Luis Ugalde

A propósito de las elecciones presidenciales, el sacerdote jesuita sintetiza algunos puntos de la reciente Exhortación Pastoral de la Conferencia Episcopal Venezolana. «Los obispos nos invitan a orar especialmente por la liberación de Venezuela y a actuar para abrir las puertas políticas a la vida digna», afirma el exrector de la UCAB

Venezuela entera, desde su sufrimiento, clama por un CAMBIO. Nuestros obispos, reunidos este mes de julio en la Conferencia Episcopal, con serenidad, pero sin ocultar la gravedad del momento, nos exhortan a “caminar juntos con esperanza” para superar la dramática situación por la vía pacífica.

Trataré de recoger párrafos textuales de esta llamada a todos los venezolanos a cambiarnos y cambiar el país:

-“En los momentos actuales, nos encontramos ante un acontecimiento electoral que marcará el futuro de la República, ya que ésta se encuentra en una situación de grave crisis que golpea al pueblo, sujeto de la democracia” (n.1).

“Como hemos comprobado y hecho público en nuestros documentos de los últimos años, el país ha experimentado un deterioro constante en los sistemas educativo, alimentario, de salud, de servicios públicos, de participación ciudadana, de justicia y libertades tipificadas en la Constitución Nacional”. Todo agravado -dicen- porque muchas instituciones “sólo sirven a una parcialidad política” (n.2).

Al pueblo venezolano se le presenta una nueva oportunidad para tomar decisiones a través del voto consciente y libre que produzca una reforma profunda de la democracia, de la sociedad civil y de la calidad de vida. Esto implicaría cambios en los ámbitos económicos, sociales, políticos, institucionales, culturales y éticos” (n. 3).

Es decir, necesitamos nacer de nuevo como nación y caminar juntos con esperanza. “Para ello, es fundamental realizar una evaluación sensata de la realidad actual con su problemática, y valorar real de cada uno de los candidatos para resolver estos problemas instrumentos democráticos a disposición. El voto asume así una importancia vital en la realidad actual que vivimos; sólo venciendo el abstencionismo y la apatía política, podremos avanzar en la reconstrucción del país” (n. 3).

La democracia, además de ser un sistema político, es principalmente una forma de vida, de entendimiento, de oportunidades de desarrollo, de construcción del bien común, asumiendo al pueblo como soberano, promoviendo la necesaria separación de poderes y una sana alternabilidad” (n.4).

-El papa Francisco nos recuerda que “la indiferencia es un cáncer de la democracia” que se cura con la participación. “Por tanto, la participación libre, consciente y responsable en estas elecciones es de gran importancia para diseñar un futuro con esperanza y construir un país en progreso, paz, justicia y libertad” (n.5). De lo contrario, continuará la trágica hemorragia que ya expulsó fuera del país a más de 7 millones de venezolanos. Asumir nuestra responsabilidad política para transformar el país es “una de las formas más preciosas de la caridad porque busca el bien común”, como dice el papa en su encíclica Fratelli Tutti n. 180.

El día 28 de julio debe ser un día de fiesta democrática no solo en nuestro territorio, sino también en donde se encuentran nuestros hermanos y hermanas migrantes que ejercerán el sufragio con la esperanza devolver a reunirse con sus seres queridos en una patria que les abra las puertas de desarrollo y la felicidad”. Hay que vencer todas las trabas, “superar las sombras de los profetas de desaliento, cuyo mensaje hasta ahora ha sido ‘nada se puede hacer’, ‘nada cambiará’» (n.8).

Pero el régimen autocrático quiere legitimarse con la elección controlada: “este es un proceso electoral atípico, en el que no hay igualdad de oportunidades para todos. Es necesario, para la paz ciudadana, que cese la persecución y el hostigamiento a quienes facilitan instrumentos necesarios para las concentraciones y la libertad de movimiento de candidatos con posiciones diversas a la opción gubernamental. Es desleal y falta de toda ética política lo sucedido hasta ahora” (n. 9).

En los últimos quince días, lejos de corregir estos abusos, el poder ha acentuado los obstáculos y agravado la persecución de los opositores. Y el CNE, lejos de ejercer “su autonomía e independencia” –como manda la Constitución y piden los obispos- ha demostrado una sumisión servil y la libre observación internacional ha sido excluida.

“En este momento electoral, todos los medios de comunicación y redes digitales tienen un papel especial en la información veraz y objetiva (n.12) Pero sabemos que todos están vetados y obligados a silenciar al candidato opositor, Edmundo González Urrutia, y a la líder María Corina Machado.

Luego, los obispos señalan los “retos impostergables” para el gobierno. Pero antes le recuerdan a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana su papel “fundamental” como garante de la institución democrática, cuya “misión consiste en servir al pueblo soberano, respetando y haciendo respetar la voluntad popular expresada en el voto, y garantizando el orden y la paz en todo el territorio nacional” (n. 11). Estas tareas y responsabilidades son más violadas y centenares de presos políticos no son liberados, sino que crece la persecución política a medida que se acerca el día electoral.

A pesar de todo, el 28 de julio es día de esperanza, de coraje para superar todos los obstáculos, votar y defender el voto. Los obispos nos invitan a orar especialmente por la liberación de Venezuela y a actuar para abrir las puertas políticas a la vida digna, con oportunidades democráticas socioeconómicas.

(Caracas, 23 de julio de 2024)

*Foto:  Prensa Arquidiócesis de Caracas

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