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#UcabistasExitosos: Oscar Díaz Santamaría, un industriólogo con pasión y compromiso social

Egresado en 1980 como licenciado en Relaciones Industriales y con más de cuatro décadas en la gestión de recursos humanos y la gerencia empresarial, en 2010 combinó su experiencia profesional con su «pasión por ayudar» y fundó Fénix Salud, centro que ofrece atención médica «accesible y de calidad».  Convencido de que el éxito de las organizaciones está en su gente, asegura que en la UCAB construyó su visión solidaria de la vida y sentó las bases de su camino de logros

Con una trayectoria profesional de más de 40 años en el manejo de recursos humanos y la gerencia corporativa, Óscar Díaz Santamaría, licenciado en Relaciones Industriales egresado de la UCAB en 1980, está dedicado desde hace más de una década a impulsar un modelo de «salud con propósito», como él mismo lo denomina, a través de la compañía que fundó en el año 2010: Fénix Salud.

Como CEO de este centro de atención médica, ubicado en Caracas, el industriólogo ha venido liderando una gestión que quiere demostrar que los servicios sanitarios privados pueden ser  accesibles a un mayor número de personas, mucho más en un contexto de crisis económica que ha golpeado a buena parte de la población.

Este trabajo le ha valido varios reconocimientos: en 2022 recibió el Premio Explosión Creativa (otorgado por la revista homónima de negocios y mercadeo) como Modelo de Gerencia en Salud y Visionario del Sector Salud, y en 2023 Consecomercio le concedió a Fénix Salud el galardón como Empresa de Servicio Sectorial.

Formado en el Programa Avanzado de Gerencia del IESA, tiene una especialización y una maestría en Derecho Laboral en la Universidad Santa María (USM), otra maestría en Estrategia y Planificación en la Northern Illinois University (Estados Unidos) y un diplomado de Administración y Gestión de Empresas en el INALDE Business School de la Universidad de La Sabana (Colombia).

Con este bagaje, el ucabista ha tratado de dejar su huella profesional en distintos sectores, desde el entretenimiento y los medios informativos al sector financiero, la industria automotriz y la de seguros, con una premisa siempre por delante: reconocer el valor del recurso humano.

44 años después de su graduación, Óscar Díaz Santamaría regresó a los pasillos de su alma mater y compartió detalles sobre su vida universitaria y profesional.  Para el industriólogo de 68 años, la sólida preparación y la visión inclusiva de la educación de la UCAB, junto con los valores de trabajo y honestidad de su familia, han sido pilares fundamentales en la construcción de su camino de éxito.

«La diferencia entre las organizaciones las hace su gente», afirma durante la conversación como una de sus máximas de trabajo.

Los años en la UCAB: disciplina y aprendizaje con grandes profesores

Hijo de inmigrantes españoles, vivió una infancia marcada por su traslado a diversos estados de Venezuela debido al trabajo de su padre. Esto lo llevó a estudiar en distintos centros educativos. Según él mismo comenta, desde muy pequeño aprendió a desarrollar una personalidad abierta y a interactuar con diferentes tipos de personas, lo que le permitió adecuarse a las circunstancias cambiantes de su vida. «Esta habilidad fue fundamental para saber adaptarme a lo que se presentara».

En su último año de bachillerato, Díaz Santamaría ya tenía claro que quería estudiar en la UCAB y así ingresó a la Escuela de Ciencias Sociales. Sin embargo, primero tuvo que hacer un curso introductorio en el que debió poner a prueba sus conocimientos y disciplina para avanzar.

«Entrar a la universidad era muy diferente. Había que hacer un curso propedéutico finalizado el bachillerato, en el cual cada semana daban como las materias de cada año escolar. Había un examen el día sábado, si no lo pasabas no seguías, si lo pasabas tenías tu semana siguiente. Eran cinco semanas así. De un gran grupo de casi 500 alumnos, al final quedaban dos salones de 90…. Pero el primer año tuvimos la suerte de entender rápidamente la carrera y del área de las Relaciones Industriales, gracias a los fundadores de la especialidad: el padre José Ignacio Urquijo y el doctor Arístides Calvani», afirma.

Díaz Santamaría asegura que en las aulas y pasillos ucabistas encontró un ambiente retador que lo inspiró a superarse.  «Nuestro salón era muy competitivo y cada uno de nosotros buscaba mejorar cada día».

Tercero de su promoción, cree que una de las cosas que hizo la diferencia en su desarrollo profesional fue haberse sumergido en el mercado laboral mucho antes de graduarse, pues esto le permitió,  a la par de sus clases, conocer la realidad del campo de trabajo.

Así, con el apoyo de su profesor Felipe Machado Mejías, en el primer año comenzó a laborar en Venepal, antigua empresa manufacturera de papel, pulpa y productos de empaque y artículos escolares en Venezuela.

«Felipe Machado Mejías también era coordinador de la Escuela y tenía la peculiaridad de que en cada año escolar tomaba a uno de la especialidad y se lo llevaba a trabajar con él. Yo tuve el honor y el placer de ser tomado para ese proyecto. Al salir eximido en algunas materias y no tener que presentar nada en julio, pude comenzar a trabajar en Venepal. Fue muy importante esa oportunidad laboral para mí, porque cuando me gradúe ya tenía 5 años de experiencia».

El industriólogo recuerda con aprecio a varios de sus profesores, quienes, afirma, influyeron profundamente en su amor por la carrera y en su visión sobre la responsabilidad y el esfuerzo.

«Esta especialidad es la unión de múltiples disciplinas que forman profesionales para entender la dinámica de una organización y contribuir al éxito de ella. El extenso pensum que tuvimos, de seis, siete u ocho materias por año, lo estudiamos con profesores de aquilatada trayectoria. Puedo nombrar a Nelson Olmedillo, Mercedes Pulido (ministra en ese entonces), Adriana Mendoza, Felipe Machado, José Luis Alvarenga, Clemy Acedo de Machado, Emilio Pacheco, Maritza Izaguirre, Elizabeth Martínez, Félix Palacios, Fernando Parra Aranguren, Antonio Cova Maduro y José Maria de Viana», menciona.

De los medios al sector financiero: reafirmando el valor del recurso humano

Oscar Díaz Santamaría rememora que una de las materias que más le gustaba mientras estudiaba en la UCAB era la relacionada con los procesos de discusión de contratos colectivos«Nos daba clases uno de los mejores abogados laboralistas, como era Fernando Parra Aranguren, el cual, por su estilo y su modo de ser, nos dejó una marca imborrable en la manera de conducirse en este tipo de estrategia de negociación».

Así,  tras graduarse asumió el cargo de gerente corporativo de Recursos Humanos en CORAVEN, donde lideró -entre 1982 y 1986- la gestión de compensación, salario y movilidad laboral del personal de más de 15 empresas del sector del entretenimiento y medios informativos, entre ellas Radio Caracas Televisión (RCTV)

Gracias a la experiencia lograda en ese pool de compañías,  para entonces entre los más grandes del país, posteriormente se convirtió en director de Relaciones Industriales del diario El Nacional (1986-1989), bajo la mentoría de Alberto Quiroz Corradi. «Él era el director del periódico, manejaba la línea editorial, pero indudablemente, frente al momento que se vivía en el diario, que tenía cuatro sindicatos, fue un mentor importante, un libro de consulta, que me ayudó a cristalizar muchos contratos colectivos que se lograron durante esos años».

Entre 1989 y 1991, su carrera continuó en el sector automotriz como director de Relaciones Industriales de MMC Automotriz en Anzoátegui (fabricante en Venezuela de los vehículos Mitsubishi), donde -asegura- modernizó las instalaciones y transformó a trabajadores con escasos recursos en profesionales capacitados.

«Lograr contratar obreros  y convertirlos en especialistas, verlos llegar buscando trabajo en alpargatas y con una bolsita con su empanada de desayuno, y al año haberlos convertido en hombres con vehículos propios y que habían cambiado su residencia, posiblemente de una pequeña vivienda humilde a un apartamento, nos confirma y nos certifica que un país crece a través del empleo», apunta.

Del mundo industrial, Díaz pasó al sector financiero como vicepresidente de Recursos Humanos en el Banco Caracas, institución en la que permaneció una década (1991-2001) y llegó a convertirse en director de la Junta Directiva. Entre los mayores logros de esta etapa identifica haber concientizado a los líderes del banco sobre el valor del talento humano para la productividad corporativa.

«La diferencia entre las organizaciones las hace su gente, su cultura, la manera como se relacionan sus miembros, cómo ofrecen servicios diferentes. Es a través de su gente que una organización puede tener mayor eficiencia que otra», puntualiza.

Cuando el banco pasó a manos del Grupo Santander, el industriólogo fue llamado como associate partner por la firma auditora y de consultoría Deloitte, donde pudo participar en proyectos internacionales. Adicionalmente trabajó en países como Costa Rica, donde colaboró con Procter & Gamble, y en Estados Unidos, donde participó en la venta de Panamco, la antigua distribuidora de productos Coca-Cola, a FEMSA, la actual distribuidora.

Tras su regreso a tierras venezolanas, participó en la creación del Banco Tequendama, ahora conocido como Banco Nacional de Crédito (BNC), donde fue vicepresidente (2003-2006). «Ahí se logró hacer las bases de lo que es una gran organización financiera», afirma.

El salto al sector salud: oportunidad e inclusión

Luego de ocupar el cargo de gerente general  en una de las empresas del Grupo Oriental de Seguros (2006-2008), Óscar Díaz Santamaría aceptó la oferta para ejercer el mismo rol en la Clínica Sanatrix, una de las más importantes de Caracas. «El sector salud me abrazó de una manera tan cálida y afectiva que hasta hoy he venido gerenciando en este sector», sostiene.

Allí  comenzó a notar un descenso «alarmante» en el porcentaje de población asegurada, que cayó del 70% al 5%. Este cambio tuvo un impacto significativo en la operación de la clínica, ya que las instalaciones pasaron de estar abarrotadas a tener una ocupación mínima. La crisis le dio una dimensión del problema del sector, pero también le mostró una oportunidad con la que comenzaría a construir su nuevo camino.

«En Venezuela, si el 62% de la población no tiene acceso a la salud privada y solo el 5% tiene una póliza de seguro, existe una gran mayoría que demanda servicios de salud privados, pero no tiene los ingresos suficientes para cubrir los altos costos que esto supone. Es ahí donde se me ofrece una infraestructura y decido por primera vez en mi vida emprender. Con las herramientas que tenía en ese entonces, el aprendizaje de pertenecer a la junta de bancos, el manejo financiero y mi conocimiento en manejo de personal y relaciones industriales, creí que existía esa posibilidad de hacer un cambio en el área sanitaria», recuerda.

Así, en 2010, y cuando muchos ejecutivos emigraban, decidió quedarse en Venezuela, «meter toda la carne en el asador» y embarcarse en el sector salud como capitán del barco e inversionista. Luego de adquirir de los activos de una clínica que había cesado operaciones en San Bernardino, en la zona centro norte de la capital, y con tan solo 5 trabajadores y 5 médicos, comenzaría a levantar lo que hoy se conoce como Fénix Salud.

«La Organización Mundial de la Salud señala que debe haber entre 2.4 y 4 camas por cada mil habitantes. En el área metropolitana de Caracas esa ecuación creo que no llega ni a un 20% del número de camas que se demandan. Además, tenemos un 32% de la población que puede pagar algo, pero no lo suficiente, para cubrir los altos costos de los otros centros de salud privados de calidad. Ahí se juntó ese triángulo de los tres conjuntos que es la pasión, las competencias y el impacto social. Siempre en mi ADN ha estado mi gran vocación, o lo que definió una vez mi alta motivación al logro y a ser competitivo, que no es otra cosa que ayudar», asevera.

Con la visión de «ser un puente entre la necesidad de la población más vulnerable y la solución», Oscar Díaz Santamaría indica que, 14 años después, Fénix Salud está logrando su cometido, gracias a un modelo de negocios basado en «ofrecer consultas y servicios a precios accesibles y de alta calidad» en más de 50 especialidades médicas.

«Nuestro gran elemento diferencial es el equipo humano y la forma como se atiende al paciente. Nuestras instalaciones son de casi 29 mil metros cuadrados en San Bernardino, al lado de dos de las clínicas de mayor renombre en el país. Atendemos diariamente cerca de mil pacientes entre consultas, exámenes diagnósticos y cirugías. A eso hemos apostado todo. Una empresa que comenzó con cinco trabajadores y cinco médicos, hoy gracias a ese esquema cuenta con más de 435 colaboradores (empleos directos)… Y lo sorprendente es que tenemos 732 médicos formados en el país a los que hemos hecho que no miren hacia la frontera, porque tenemos oportunidades de desarrollo para ellos».

Por siempre ucabista: apostando por la educación y el país

Díaz Santamaría es un enamorado de la UCAB y dice estar comprometido a retribuir lo que recibió de ella. Impulsado por su deseo de fortalecer el sector salud a través de la educación, en 2023 firmó un convenio de cooperación con las autoridades de la universidad para apoyar el proyecto de Facultad de Ciencias de la Salud que esta casa de estudios presentó ante el Consejo Nacional de Universidades (CNU).

La Facultad se propone ofrecer tres licenciaturas: Nutrición y Dietética, Fisioterapia y Radio-imagenología, y posteriormenteagregar las de Enfermería, Informática en Salud y Promoción de la Salud.

El acuerdo contempla fomentar actividades académicas, pasantías supervisadas, investigaciones, conferencias, seminarios y programas de voluntariado que contribuyan al desarrollo integral de los futuros profesionales sanitarios ucabistas.

«Ese convenio nos honra, y nos enorgullece estar entre las tres únicas clínicas que podrían ser sedes tanto de la formación teórica como práctica de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCAB. Estamos a la espera de que las autoridades universitarias del gobierno le den el visto bueno para comenzar ese gratificante o fructífero intercambio», precisa.

El industriólogo también quiere retribuir a la Escuela de Ciencias Sociales, impulsando la posibilidad de que «varios egresados de trayectoria nos incorporemos a crear ideas y hacer algún aporte» para aumentar el interés por la titulación en la que se formó. «En mi promoción sé que hay muchos que pudieran colaborar para motivar a que haya un interés mayor en la carrera. Quiero volver a ver 200 alumnos en la carrera, eso sería maravilloso», recalcó.

A sus futuros colegas, Díaz les pide perseverar en su formación  y mantenerse enfocados en el propósito de contribuir al desarrollo de Venezuela, destacando el papel de la UCAB al preparar a sus alumnos con las herramientas para afrontar los desafíos de la vida profesional.

– ¿Qué consejo daría a los jóvenes ucabistas que recién comienzan la carrera de Relaciones Industriales?

«Que vean lo positivo, que gracias a la formación académica que han recibido aquí en la UCAB podrán afrontar la experiencia laboral. Que piensen en que las empresas se construyen con talento y que el talento se mantiene unido gracias a la cultura organizacional».

-¿Cómo maneja usted las situaciones en los que hacer lo correcto podría representar una pérdida de tiempo, esfuerzo o incluso de dinero? ¿Cuáles son sus criterios de decisión para que hacer lo correcto prevalezca? ¿Hay algo de lo aprendido en la UCAB que lo haya ayudado con eso?

«Yo creo que con mi formación de hogar, mi formación académica, los supervisores que tuve, los grandes maestros que he tenido, yo nunca he puesto en duda que definitivamente es mejor hacer lo correcto. Aunque lo incorrecto traiga muchas gratificaciones económicas, es importante dormir con la conciencia tranquila y que tus actuaciones se parezcan a tu formación. Mi padre siempre me dijo que, más importante que ser un buen profesional, lo primero es ser una buena persona. Y si tú eres buena persona, tu apellido será tu profesión. Yo he visto grandes glorias con talento, pero que son malas personas, y lastimosamente ese talento a la larga termina desperdiciándose. La honestidad es una gran cualidad que la gente reconoce. Uno debe predicar con el ejemplo. Es mi mayor recomendación para las generaciones que están ahora forjándose». 

♦Texto: Mariana Pérez Guerra/Fotos: Manuel Sardá y cortesía Oscar Díaz Santamaría


Para leer los artículos anteriores de la serie #UcabistasExitosos, los interesados pueden hacer clic en el siguiente link: https://bit.ly/3IknA3X

*Los alumnos o profesores que deseen postular a algún ucabista exitoso, pueden escribir a los correos electrónicos efcastil@ucab.edu.ve ó ecastillon1975@gmail.com


 

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