Con motivo de los 80 años del voto femenino en Venezuela, la Cátedra Libre «Teresa de la Parra» y el Instituto de Investigaciones Históricas de la UCAB convocaron un foro en el que historiadores y docentes de varias universidades pusieron en contexto la lucha por la consecución del sufragio para las mujeres. Todos coincidieron en que es un logro producto de siglos, que ha impactado en las estructuras de la sociedad y el Estado en Occidente

La UCAB inició el pasado 23 de abril un ciclo de reflexión académica, que se desarrollará a lo largo de varios meses, para conmemorar los 80 años del voto femenino en Venezuela, una iniciativa conjunta de la Cátedra Libre Estudios de la Mujer «Teresa de la Parra»  —que coordina la profesora Magaly Vásquez— y del Instituto de Investigaciones Históricas «Hermann González Oropeza, S.J.», dirigido por el profesor Tomás Straka.

Esta primera jornada tuvo un doble propósito, pues también se celebró el primer año de funcionamiento de esta cátedra libre, espacio no curricular que se propone visibilizar la situación de la mujer y su rol en la actividad política, comentó la profesora Vásquez, secretaria de la UCAB e individuo de número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.

En el foro se abordaron antecedentes históricos —locales, regionales y mundiales— que dieron contexto a la primera votación con participación femenina en Venezuela, el 15 de marzo de 1946.

La Junta Revolucionaria de Gobierno, que derrocó en octubre de 1945 a Isaías Medina Angarita, aprobó un Estatuto Electoral ese mismo año que abrió las puertas al voto femenino. Así ellas pudieron elegir y postularse también a la Asamblea Nacional Constituyente, que legisló entre diciembre de 1946 y octubre de 1947.

La nueva carta magna quedó sancionada el 5 de julio de 1947 y estableció el sufragio universal para todos los venezolanos mayores de 18 años, sin distingo.

En este evento se recordó que, en mayo de 1945, Isaías Medina Angarita ya había concedido a la mujer el derecho a votar a nivel municipal, pero no llegó a materializarse.

(LEER TAMBIÉN: UCABISTAS TRIUNFARON EN HARVARD CON AVEMUD, PROYECTO DE EMPODERAMIENTO FEMENINO PARA ESTUDIANTES DE DERECHO)

Ligia Ortiz de Vargas: pionera del voto de la mujer en Venezuela

El panel estuvo integrado por Luis Fernando Castillo, historiador e investigador del IIH-UCAB y editor de la revista Tiempo y Espacio de la UPEL; la historiadora Esther Mobilia, docente en la UCAB y directora de la Escuela de Estudios Internacionales de la FACES UCV; y el abogado José Gregorio Villegas (ULA), magíster en historia por la UCAB. La investigadora Mariana Vallenilla fungió como moderadora.

El intercambio contó con palabras introductorias del abogado ucabista Marco Tulio Ortega Vargas, quien enriqueció el contexto con la historia de su abuela, Ligia Ortiz de Vargas, luchadora venezolana por el derecho al voto para la mujer y activista política socialdemócrata, lo que le valió luego, en la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, cárcel y tortura en la Seguridad Nacional, pérdida de bienes y exilio, siendo ya viuda.

En 1946, como esposa de Mario Ricardo Vargas —entonces mayor del Ejército y ministro de Relaciones Interiores de la Junta Revolucionaria de Gobierno—, Ligia Ortiz de Vargas fue la primera mujer en Venezuela que depositó su voto en una urna electoral.

La fotografía de Ligia Ortiz (usada en el afiche del evento) es parte de la historia nacional y Marco Tulio Ortega presentará, próximamente, un libro con los detalles históricos de interés sobre el matrimonio Vargas-Ortiz.

Como una de las conclusiones del intercambio entre expertos, destaca que es necesario ver, desde una perspectiva histórica amplia, cuánto se ha avanzado en esta materia.

En este marco, Mobilia recalcó que en los espacios académicos, «la lucha por el derecho al voto de la mujer es una línea de investigación que cobra fuerza».

Ligia Ortiz de Vargas, la primera mujer que votó en Venezuela

«La guerra acelera, fataliza y transforma el proceso» del voto femenino

Luis Fernando Castillo dijo que el proceso de organización de las mujeres venezolanas fue largo y complejo y que merece aplausos, pues tenían todo en contra; no obstante, supieron manejar esos obstáculos.

Explicó que el proceso cobró fuerza a partir de la muerte de Juan Vicente Gómez (1935), cuando empiezan a reunirse con propósitos políticos sin levantar sospechas, pues se creía que las reuniones femeninas tenían objetivos domésticos.

Insistió Castillo en la perseverancia de la lucha y mencionó que, hasta en dos ocasiones, los grupos de mujeres organizadas pidieron derechos de palabra en el Congreso y en ambas oportunidades se les negó porque, supuestamente, no estaban dadas las condiciones para modificar la Constitución e incluir el voto para la mujer.

Esther Mobilia dejó claro que el voto femenino «es un grandísimo logro», pero no es aislado, sino producto de múltiples factores ocurridos en distintos países y sociedades que lo hacen un proceso complejo.

Afirmó que «el proceso de organización se venía realizando en Occidente desde finales del siglo XVIII», iniciado en 1789 con la Revolución Francesa y su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que reconoció de forma incompleta la ciudadanía femenina, pues excluyó a las mujeres de la participación política.

En el caso de Gran Bretaña, recalcó la historiadora, la aspiración de las mujeres cruzó el canal de La Mancha y tuvo eco el mundo de la literatura, por ejemplo, con obras como las de Jane Austen (1775-1819).

A lo largo de las décadas, siguieron sumándose en distintos lugares del mundo cambios que permitieron a las mujeres tener un rol social más activo e involucrarse en la toma de decisiones. Tuvieron acceso a la educación secundaria y superior, salieron del ámbito privado y se convirtieron en agentes económicos en la economía capitalista, entre otros avances paulatinos, explicaron los expositores.

(LEER TAMBIÉN: MARIANA MEDINA: «EL PAÍS NO ESTÁ PREPARADO PARA ACOMPAÑAR EL PROGRESO DE SUS MUJERES»)

Mobilia recordó acontecimientos ocurridos en Estados Unidos, como la convención de mujeres celebrada en Seneca Falls (Nueva York, 1848), donde reclamaron su derecho al sufragio, entre otros.

Pero los cambios más importantes se produjeron con las guerras mundiales, cuando las mujeres ocuparon, en fábricas manufactureras de todo tipo, los puestos de trabajo dejados por los hombres que fueron al frente de batalla. Especialmente después de la II Guerra Mundial, las mujeres ya no quisieron permanecer confinadas en las labores del hogar.

«La guerra acelera, fataliza y transforma el proceso», dijo la directora de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV, de modo que los cambios empezaron a tener consecuencias en las estructuras del Estado.

En el caso de Venezuela, la lucha por el voto femenino «se impregna, toma, se nutre de lo que pasa a escalada atlántica», explicó Mobilia.

El voto y la figura de «la primera dama»

El director del IIH-UCAB, Tomás Straka, a propósito de una pregunta del público, enriqueció el contexto y recordó que en 1882, producto de las reformas introducidas por Antonio Guzmán Blanco, la Corte de Casación permitió que las maestras siguieran trabajando después de casarse y pudieran contratar directamente con el Estado, sin intervención de sus esposos, lo que las hizo más libres que el resto de las mujeres venezolanas.

«Cuando en 1936 se crea la Federación Venezolana de Maestros, más de la mitad de su directiva la integraban mujeres y muchas de ellas entraron directamente a la militancia partidista», afirmó Straka.

También se mencionó que en diciembre de 1935, pocos días después del fallecimiento de Juan Vicente Gómez, las mujeres hicieron pública una carta dirigida al presidente Eleazar López Contreras, en la que pidieron mejores condiciones laborales y sanitarias, así como apoyo para las embarazadas y niños, entre una larga lista de planteamientos.

Para esa época, la mujer venezolana toma más conciencia de su papel en la dinámica pública y tiene una referencia importante: la primera dama estadounidense Eleanor Roosevelt, activista por los derechos de las mujeres, que visitó Venezuela en marzo de 1944.

José Gregorio Villegas, desarrolló un tema que es el centro de su trabajo para titularse en la Maestría en Historia de Venezuela en la UCAB: la institución de las Primeras Damas, una adaptación de la figura creada en EE.UU, que toma importancia una vez la mujer puede ejercer el voto. Doña Teotiste de Gallegos, esposa de Rómulo Gallegos, inauguró la tradición.

Villegas es autor también del libro Alicia Pietri de Caldera, primera dama de la República de Venezuela en dos ocasiones. Antes, Mobilia había señalado que Alicia Pietri fue la única primera dama que continuó con la labor de su antecesora, «la arquetípica» Merca de Leoni.

Villegas recalcó que sin el voto femenino no se habría podido consolidar la institución ocupada por las esposas de los presidentes del país y que la figura cobra importancia, pues a través de ellas se podían conectar con toda la ciudadanía.

Las mujeres -dijo- veían en la Primera Dama una mujer «igual», madre, esposa, a la que podían acudir a explicarle sus problemas y solicitar ayuda.

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos: Manuel Sardá y cortesía Marco Tulio Ortega Vargas (retrato Ligia Ortiz de Vargas)


(LEER TAMBIÉN: ACTÍVATE: EL NUEVO ESPACIO DE LA CÁTEDRA LIBRE “TERESA DE LA PARRA” PARA DIALOGAR SOBRE LA MUJER)