El primer evento de carácter internacional a cargo de la orden de los Hermanos Menores Capuchinos en el país reunió a sacerdotes, académicos y especialistas, quienes reflexionaron sobre el trabajo evangelizador, cultural y social desarrollado por esta congregación en el territorio nacional, mucho del cual ha estado vinculado con las comunidades indígenas

La orden religiosa de los capuchinos en Venezuela celebró en la UCAB, del 4 al 5 de junio, su Congreso Internacional de Historia Misionera, el cual repasó la labor evangelizadora, cultural y social desarrollada en suelo venezolano por los miembros de esta congregación católica, desde la llegada, en 1650, del fray capuchino oriundo de Aragón, Francisco de Pamplona, y la incursión que siete años después ejecutaron capuchinos catalanes y aragoneses en territorios de los actuales estados Sucre, Monagas y Delta Amacuro.

Con el apoyo del Instituto de Investigaciones Históricas «Hermann González Oropeza, S.J.» (IIH) de la universidad, sacerdotes, cronistas e investigadores venezolanos y extranjeros se reunieron en el campus Montalbán, en Caracas, para desarrollar un evento de carácter académico que conmemoró el «legado vivo» de los capuchinos en Venezuela, de acuerdo con el superior de la orden religiosa en el país, fray Alfonso Mora.

«Nos encontramos en un año significativo para los capuchinos, en el que celebramos y recordamos diversas efemérides que nos ayudarán a reflexionar sobre la importancia histórica de nuestra presencia en Venezuela: 375 años de la primera llegada de los capuchinos a Venezuela y el inicio de una fecunda actividad misionera de casi dos siglos que abarcó casi 70 % del territorio nacional«, resaltó Mora en la inauguración del Congreso.

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Mora detalló que este 2025 los capuchinos celebran el centenario de la fundación del Vicariato Apostólico del Caroní, así como los cien años de la creación del primer centro misional en el corazón de Delta Amacuro. Además, la orden religiosa conmemora los 70 años del establecimiento del Vicariato Apostólico de Tucupita (Delta Amacuro), el último de los tres vicariatos encomendados a los capuchinos en el siglo XX.

«Los capuchinos han construido iglesias, puentes, carreteras, turbinas eléctricas, acueductos, escuelas. Han escrito gramáticas, diccionarios, y han dejado registradas muchas de las tradiciones indígenas de nuestro país», apuntó Mora.

El sacerdote precisó que el Congreso internacional no solo tenía un objetivo divulgativo y de carácter académico con perspectiva histórica, sino que con el evento la orden religiosa buscará reorientar su trabajo misionero en la actualidad.

capuchinos«Esa época de grandes misiones, de incursión, no es una realidad. Ya la misión es otra. Queremos valorar lo que se hizo, tomar conciencia y marcar pautas en el trabajo de los capuchinos, redirigir nuestra labor y centrar la atención en tres cosas: evangelización, seguir trabajando por promover la educación de los indígenas y trabajar en el ámbito de la salud porque siempre están más desprotegidos, más aislados», dijo Mora a El Ucabista.

Capuchinos, Iglesia y comunidades indígenas

En la apertura de la primera jornada del Congreso, el rector de la UCAB, Arturo Peraza, S.J., resaltó que el evento era una forma de celebrar «una actitud permanente y constante de reconocimiento de unas comunidades vulnerables, que ha gestado una manera de ver y hacer misión».

«Hoy, como ayer, la Iglesia tiene que saberse poner al lado de la gente que está sufriendo vulneración de sus derechos. Es la presencia el modo con el cual transformamos realidades. Si bien este momento de comprensión ayuda a entender qué se hizo y qué hay por hacer, después el trabajo tiene que ver con cómo volver a la realidad, descubrir que tenemos comunidades indígenas vulnerables y que nos toca estar al lado de esa gente», aseveró Peraza.

En 2022, los capuchinos conmemoraron los 100 años de su entrada a la Gran Sabana. Este año celebran también la fundación del centro misionero en la Sierra de Perijá y los 65 años del encuentro pacífico con los indígenas barí, conocidos como motilones, a quienes el Estado venezolano reconoció como ciudadanos venezolanos, debido al trabajo de las misiones capuchinas.

Los capuchinos: pensamiento e incidencia

El historiador y director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UCAB (IIH), Tomás Straka, además de puntualizar la relevancia de la labor de los capuchinos en la historia territorial y de poblamiento de Venezuela, destacó el trabajo académico de miembros de la orden religiosa que tuvieron estrecha relación con la UCAB y su incidencia en los estudios culturales y científicos desarrollados en el país.

«Pienso en todo lo que significó Buenaventura Carrocera, por ejemplo, para la historiografía venezolana, no solo para la de los capuchinos o de la Iglesia. Cuando se habla de las misiones, no estamos hablando solo de un aspecto estrictamente misional: estamos hablando de población, de sociedad, de gente que piensa e incide en la sociedad y que dice cosas importantes», sostuvo Straka.

El académico recordó al fray capuchino Cesáreo de Armellada, quien fue integrante del Centro de Lenguas Indígenas del IIH y fue durante un tiempo director del Instituto. Apuntó que, en la actualidad, el IIH incluye una línea de investigación de Historia de la Iglesia, a cargo del presbítero Carlos Rodríguez Souquet.

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Los capuchinos y la República 

Uno de los invitados internacionales presentes en el Congreso fue el franciscano capuchino Miguel Anxo Pena, doctor en Teología Dogmática e Historia y residente del Convento de Salamanca (España), quien sostuvo que la llegada de los misioneros capuchinos a suelo venezolano y sus interacciones con las comunidades indígenas determinaron también la realidad de Venezuela en el contexto de los cambios políticos y económicos de la época colonial y posterior.

«Sería ingenuo pensar que la historia de las misiones en un contexto de una república no tenía nada que ver con eso», agregó Pena.

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Pena participó en el evento con la conferencia «Los capuchinos y la esclavitud: una aportación singular». El académico de la Universidad Pontificia de Salamanca puntualizó que iniciativas como este Congreso –que tuvo diversas mesas de análisis durante las dos jornadas–, funcionan como marcos que permiten un diálogo con una realidad en la que se asoma no solo la gran historia, sino la microhistoria.

«Al final será una aportación que puede ser sugerente y que nos puede hacer entender que las cuestiones no sucedían al margen de otros contextos en esa realidad. Hay que afrontar los límites: no hacer una historia de las misiones capuchinas en Venezuela que mira solo los grandes acontecimientos, sino también releer esa intrahistoria. Eso también nos ayuda a entender», acotó Pena.

El investigador español adelantó que, como iniciativa vinculada con el Congreso Internacional de los capuchinos en Venezuela, una exposición virtual en la Biblioteca Central de Capuchinos en España  divulgará el legado bibliográfico de la orden religiosa  en suelo venezolano.

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Los avatares de la misión de Guayana 

En la primera jornada del congreso académico, el historiador, profesor titular de la UCAB e individuo de número de la Academia Nacional de la Historia, Manuel Donís Ríos, presentó su conferencia titulada «La misión de Guayana y los avatares del siglo XIX», en la que expuso el principal conflicto entre las misiones capuchinas en su relación con las autoridades de la corona española, en un contexto marcado por las tensiones políticas y económicas.

La misión de Trinidad y Guayana, que fue encomendada a los capuchinos de las provincia de Cataluña, tuvo su origen en 1678 y fue en 1682 cuando la actividad de los capuchinos llegó a territorios de Guayana, predios conocidos también como la zona del Caroní y que incluía dominios más allá de la desembocadura del Orinoco.

«Esta Guayana venezolana controlaba la desembocadura del Orinoco e incluso más allá: la desembocadura del Esequibo en general. Ese control fue producto de una expansión política y económica iniciada en la segunda mitad del siglo XVIII, incentivada en gran parte por el éxito de las misiones capuchinas en Guayana», acotó Donís.

El investigador del IIH UCAB puntualizó que las misiones capuchinas en Guayana eran particularmente prósperas en lo económico. No obstante, había una preocupación del imperio español, con Carlos III, en fortalecer la seguridad en zonas despobladas o vulnerables como lo era Guayana entonces.

«De todas las provincias que ya formaban parte de la Capitanía General desde 1777, quizá la más débil era la de Guayana, que luego será una plataforma sobre la cual Bolívar logrará la independencia de Venezuela y de buena parte de América Latina«, añadió Donís.

El historiador sostuvo en su conferencia que el imperio español se había trazado el objetivo de aumentar el poblamiento en diversas zonas y provincias como Guayana, para lo que era necesario conocer la dimensión de las misiones y su funcionamiento.

«La intención de la corona era controlar las misiones para convertir a los indígenas en sujetos útiles y productivos, de acuerdo con la ideología imperante que era la ilustración», agregó el profesor.

Fue esa necesidad de control e intervención de parte de la corona lo que generó un conflicto con la misión de los capuchinos.

«Los padres capuchinos iban a procurar mantener aislados a los pueblos de misiones, alegando que podían asegurar la fuerza la doctrina y la educación de los naturales sin que existiera la posibilidad de otras influencias que podían ser nefastas. Esta es la percepción de los misioneros«, detalló Donís.

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Para el académico, los avatares del siglo XIX en el contexto de la misión de los capuchinos en Guayana no pueden comprenderse sin revisar los acontecimientos del siglo XVIII, las dinámicas desarrolladas por la orden religiosa, el arraigo y la mentalidad de sus protagonistas, así como las necesidades del imperio español ante un contexto cada vez más desafiante en lo político y económico. 

«Eran sacerdotes y habían estado mucho tiempo en esas comunidades. Entonces, cuando llega el momento en que tienen que entregar esos pueblos a autoridades civiles, los capuchinos pegaron el grito al cielo porque pensaron en lo que pasaría cuando entraran en contacto con los criollos. Los capuchinos habían evitado ese contacto durante su gran estadía en la provincia. Los capuchinos veían a las autoridades como elementos contaminantes», explicó Donís.

La guerra de independencia en Venezuela acabó con todos los centros misionales de los capuchinos en Guayana, así como en Maracaibo, en los Llanos y en Cumaná. Sin embargo, la orden religiosa y sus distintos protagonistas en las posteriores etapas históricas durante los siglos XIX y XX supieron reorientar sus esfuerzos y su presencia en suelo venezolano para contar una historia de 375 años.

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Reflexión sobre una «herencia viva»

La primera jornada del Congreso Internacional sobre la labor de los capuchinos culminó con un panel sobre las misiones capuchinas en el Caroní, los aspectos económicos en ese contexto y los mártires capuchinos.

El jueves 5 de junio, académicos de Venezuela y Vitoria (España) centraron sus conferencias en el nuevo impulso misionero y el aporte cultural y etnográfico de las misiones capuchinas, así como un panel sobre la organización y desarrollo de las misiones, y un foro acerca de los pueblos fundados por los capuchinos en la región occidental de Venezuela.

«La reflexión de estos días nos ayudará a comprender cuál es nuestro aporte en este momento histórico de Venezuela y a vislumbrar el sendero que debemos hacer. La historia de los capuchinos en Venezuela es una herencia viva», destacó Mora a El Ucabista.

♦Texto: Jesús Abreu Mena/Fotos: Manuel Sardá y Jesús Abreu Mena