La obra presenta una investigación conjunta con la Universidad Loyola de España, realizada en tres universidades de la Compañía de Jesús, según la cual 70% de los estudiantes cree que estas instituciones educativas fomentan el diálogo, la diversidad y los DDHH, pero menos de la mitad considera que existen espacios regulares para reflexionar y debatir sobre la democracia
En junio de 2023, el superior General de la Compañía de Jesús, el padre Arturo Sosa, S.J., exhortó a la comunidad ucabista, reunida en el Aula Magna de Montalbán, a fortalecer la formación ciudadana.
El mensaje coincidió con una carta que envió, ese mismo año, a los rectores de las universidades de la congregación, en la que los invitó a trabajar por la consolidación de la democracia en sus países de origen. En la misiva, Sosa declaraba que era imperativo «cuidar nuestras democracias ante la amenaza del populismo, la polarización y la posverdad».
Para responder a ese llamado, el vicerrector académico de la UCAB, José Francisco Juárez, y el director del Departamento de Filosofía y Humanidades de la Universidad Loyola Andalucía, Ignacio Sepúlveda, emprendieron un estudio para conocer la contribución actual de las universidades confiadas a la Compañía de Jesús a la formación de valores ciudadanos.
El resultado de ese trabajo quedó plasmado en el libro Educar para vivir en democracia. Aportes y desafíos de las universidades jesuitas en la formación ciudadana, publicado recientemente por la editorial de la UCAB, abediciones.
El texto —de 89 páginas y siete capítulos— presenta los datos de una encuesta aplicada a estudiantes de tres universidades jesuitas de Hispanoamérica, con el propósito de conocer su percepción sobre la integración y vivencia cotidiana de competencias ciudadanas en las instituciones educativas en las que se están formando como profesionales.
La presentación de la obra tuvo lugar, el pasado miércoles 16 de julio, en el Espacio Americano del Centro Cultural UCAB, en un acto en el que participaron los autores y al que asistieron miembros de la comunidad docente ucabista, entre ellos al rector Arturo Peraza, S.J.
«La democracia actúa como una forma de vida que nos permite desarrollar nuestros talentos y capacidades. Es por eso que, siendo una forma de vivir en sociedad -no la más perfecta, pero que sí nos permite convivir- hay que hacer todo lo posible por tratar de buscar las maneras de fortalecerla. Y con eso no solo nos referimos las conductas de las personas, sino también a las propias instituciones de la sociedad», afirmó José Francisco Juárez.
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Resultados: luces y zonas grises en la percepción estudiantil sobre la democracia
Para comprender cómo se están promoviendo los valores ciudadanos y la democracia en el contexto universitario jesuita, Juárez y Sepúlveda realizaron un estudio cuantitativo a una muestra de 635 estudiantes pertenecientes a la UCAB (Venezuela), la Universidad Rafael Landívar (Guatemala) y la Universidad Loyola Andalucía (España).
El instrumento quiso analizar la percepción sobre la existencia y frecuencia de diversas prácticas asociadas a la ciudadanía y la vida democrática dentro de estas casas de estudio. También sobre la conciencia que tienen sobre la realidad, así como su visión acerca de la promoción de la justicia y los derechos humanos, la sustentabilidad ambiental y la manifestación de los valores cristianos.
Entre los hallazgos más relevantes, la investigación revela que 69,1% de los encuestados cree que en su universidad «se fomenta el diálogo, un valor esencial en la democracia y en el ejercicio ciudadano». Además, más de 70% piensa que se promociona el respeto ante la diversidad de opiniones y tres cuartas partes (75,4%) indica que la universidad fomenta la tolerancia.
En cuanto a derechos humanos, más de la mitad (54,2%) percibe que su institución implementa programas de promoción de este asunto y seis de 10 encuestados (58,9%) consideran que «siempre» y «con frecuencia» las universidades jesuitas aplican procedimientos para evitar discriminación y cualquier tipo de abuso contras las personas.
Por otra parte, para 56,4% de los encuestados las instituciones educativas jesuitas difunden espacios académicos para el conocimiento de problemas y desafíos locales, regionales y globales. Sin embargo, no todos creen que la frecuencia sea alta.
«En este ítem llama la atención que casi un tercio considera que eso ocurre ocasionalmente y raras veces. Pareciera que la difusión de los espacios para hablar de estos temas ocurre no necesariamente en los salones de clase, como parte de un contenido de una asignatura», se lee en el libro.
En esta misma línea, menos de la mitad de los alumnos (43,9%) afirma que existen espacios regulares para reflexionar y debatir sobre la democracia, y un tercio (35,2%) considera que esto ocurre solamente de manera ocasional o rara vez.
Respecto a la gobernanza interna, solo 40,8% de los estudiantes señala que las instituciones promueven la participación estudiantil en órganos de cogobierno unviersitario.
Como elemento positivo, 61,1% percibe que la universidad a la que pertenece emprende proyectos orientados al bienestar comunitario y seis de cada 10 alumnos (62,8%) perciben que se fomentan valores cristianos como el amor al prójimo y la justicia.
Un desafío: promover el debate y la vivencia consciente sobre la democracia
Según se comenta en las conclusiones del libro, estos resultados evidencian que, aunque dentro de las universidades jesuitas se realicen prácticas cotidianas asociadas a valores fundamentales como la participación, el respeto y la tolerancia, «la comprensión y la reflexión explícita en torno a la democracia y el ejercicio ciudadano resultan menos tangibles para los estudiantes».
Esta situación, de acuerdo con los autores, pone de manifiesto la necesidad de fortalecer la formación en ciudadanía y democracia, ya que muchos jóvenes distinguen comportamientos valiosos o correctos, pero no necesariamente los vinculan con el debate o la vivencia consciente.
Agregan que la democracia debe vivirse y cultivarse, más allá de lo político, como forma de convivencia y criterio ético presente en la vida diaria.
«La práctica permanente de los valores ciudadanos permite el desarrollo de una cultura democrática dentro de la institución. La participación activa de los estudiantes en las iniciativas y actividades programadas propicia un estilo de vida que redunda en beneficio de la sociedad. Por eso, el ambiente de las universidades jesuitas debe ser un espacio permanente de acción ciudadana», apunta el texto.
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Valores educativos jesuitas: aportes compartidos para la reconstrucción democrática
La investigación realizada por Juárez y Sepúlveda deja claro que, no solo en las universidades de la congregación, sino en la humanidad entera, fenómenos como los cambios en la tecnología y las comunicaciones, así como las transformaciones culturales, «vienen generando un impacto profundo sobre los valores y la manera en que se entienden y practican en la vida cotidiana».
Frente a la velocidad de estos cambios, apunta el libro, las sociedades experimentan una reconfiguración de sus referencias éticas, debilitando los cimientos de la convivencia y la vida democrática.
«En ese mundo confuso, de apariencias, donde los sentimientos obnubilan la razón, es cada vez más difícil destacar la importancia de los valores como sustratos esenciales para dar cierto orden y armonía social. Ellos han perdido fuerza como garantes de la institucionalidad, del buen vivir y del desarrollo humano. Se mencionan con mucha frecuencia, pero se practican muy poco. Entonces, la libertad, la justicia, la solidaridad, el respeto, la convivencia, tienen que reivindicarse si queremos que nuestras sociedades transiten un sendero de bienestar real», se lee en el primer capítulo de la obra.
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De cara a este escenario, los profesores Juárez y Sepúlveda rescatan la visión compartida que tienen las instituciones confiadas a la Compañía de Jesús respecto a su misión educativa y el valor que tiene, para encarar estos retos, contar con una «identidad institucional profundamente arraigada».
Para presentar esas similitudes, docentes llevaron a cabo un análisis comparativo de los planes estratégicos y modelos educativos de 11 universidades ubicadas en países como España, México, El Salvador, Guatemala, Ecuador, Argentina, Perú, República Dominicana y Venezuela, lo que les permitió identificar elementos comunes y observar cómo se traducen estos valores en la formación diaria de los estudiantes.
El análisis reveló que, más allá de las diferencias propias de cada país, las casas de estudio jesuitas se distinguen por una cultura institucional que prioriza el «compromiso con los más vulnerables», la promoción de la justicia social y los derechos humanos. Del mismo modo, predomina la integración de los valores cristianos en la vida cotidiana, la formación de una conciencia crítica sobre los desafíos locales y globales, y la defensa activa del cuidado ambiental.
De este modo -aseguran los investigadores- los valores compartidos no solo ofrecen un horizonte ético común dentro del panorama universitario, sino que representan, en medio de la incertidumbre contemporánea, «una verdadera alternativa para la reconstrucción de la vida democrática».
«Lo dicho como resumen no pretende ser un dogma sobre los principios y valores que están presentes en los documentos de las universidades confiadas a la Compañía de Jesús. Sin embargo, consideramos que los presentados recogen lo suficiente de la educación jesuita y apuntan a la calidad educativa con un fundamento humanístico y con inclinación a la formación en ciudadanía democrática», declaró Sepúlveda, desde España, durante la presentación del volumen bibliográfico.
