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(San) José Gregorio Hernández: Expediente académico de Medicina en la UCV | Por Carlos Rodríguez Souquet

El sacerdote e historiador repasa de forma detallada la trayectoria universitaria del próximo santo trujillano y aporta datos que confirman su destacado rendimiento en casi todas las asignaturas

El próximo 19 de octubre, Venezuela se alegrará al festejar la canonización del doctor José Gregorio Hernández, un médico que, por distintos motivos, forma parte de la idiosincrasia religiosa venezolana y de su historia académica relativamente reciente.

La cultura católica, de un modo general y sincero, suele concebir la santidad como la incorporación de una persona ejemplar al olimpo de lo divino, lo cual implicaría el disfrute de ciertas prerrogativas concernientes al nuevo entorno vital. Guardando las distancias, nuestros santos podrían muy bien formar parte del universo de Marvel Studios, aunque últimamente, según Variety, los roles importantes dentro de la franquicia no sean tan codiciados como antaño.

Lo cierto es que, en el mundo de los héroes, que se oponen a los villanos y al mal en general, se podrían contar nuestros intercesores ante el Señor Jesucristo. Ahora bien, en el camino hacia los altares, los candidatos a tal honor no son calificados, en ningún momento, como cristianos «perfectos» por parte de la iglesia Católica. El paso decisivo en el mencionado itinerario, junto a los milagros, tiene que ver con el reconocimiento de haber vivido las enseñanzas del evangelio de «modo heroico». Este es el fundamento de toda santidad canonizable.

La cuestión no parece tan descabellada cuando se tiene en cuenta que la fe cristiana mantiene, como elemento primordial, la encarnación del Hijo eterno de Dios Padre y, en consecuencia, la posibilidad dada a la humanidad de participar de la vida divina desde ya. Aunque los devocionales católicos puedan insistir en la necesidad de la muerte corporal para el cumplimiento de tal promesa (la vida eterna), los textos bíblicos aseguran lo contrario: la vida eterna comienza aquí y ahora. De allí que la santidad sea una de las notas teológicas (elemento constituyente) de la Iglesia católica, a pesar de sus errores históricos. Así lo profesamos en el Credo de la Misa.

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Virtudes académicas de José Gregorio Hernández

En la realidad mencionada se cimienta y se hace posible la santidad del doctor José Gregorio Hernández que, como el amor humano, tiene una manera específica de actuar y de progresar con la finalidad de hacer posible el placer de hacer el bien. Aunque sea fuerte el deseo de desarrollar el argumento con ejemplos concretos de la vida del médico de los pobres, las líneas que siguen pretenden exclusivamente traer a colación los años de estudio universitario del joven trujillano y el récord de sus actividades académicas en la facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela (1882-1888), a la que ingresó con 17 años. Allí continuarían desarrollándose las virtudes del futuro médico.

Para entonces, la Universidad Central resentía los efectos de las guerras civiles durante las cuales las ideas científicas se tornan infértiles. Por otra parte, a lo interno de la facultad de Medicina, la enseñanza era íntegramente teórica y, además, atrasada en comparación con los estándares europeos. No se hacían disecciones de cadáveres, no había laboratorios ni hospitales. Todo se aprendía de memoria en los libros franceses que recomendaban los profesores. Además, no existía la enseñanza de la Clínica, ni las cátedras de Histología, Anatomía Patológica o Bacteriología.

Así, pues, nada que ver con la orientación analítica experimental dada a la medicina en otras latitudes, diría más tarde el Dr. Razetti. Tales deficiencias hacían imperativo buscar allende las fronteras cuanto se echaba de menos en el Alma Mater, teniendo los ánimos puestos en la Francia de la Tercera República.

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El Archivo Histórico de la UCV para 1888 (fecha en la cual concluiría sus estudios el señor Hernández) cuenta con 95 expedientes académicos compilados con la finalidad de otorgar los grados de bachiller y de doctor en ciencias médicas. En cuanto al expediente personal de JGH, éste cuenta con 90 folios.

Como era de esperar, los datos que ofrecen los expedientes académicos se circunscriben a señalar el nombre de las diferentes asignaturas, la fecha de la inscripción en ellas y la evaluación obtenida en aplicación, rendimiento y conducta, aunque en algunos documentos se evaluaba también el talento del estudiante. Esta costumbre iría desapareciendo a lo largo de los estudios de JGH.

Por otra parte, la calificación reflejada en las actas de evaluación no era numeral sino, principalmente, un juicio de valor o una apreciación de la calidad del aprendizaje del estudiante: sobresaliente, muy bueno, bueno, regular o malo. Tales evaluaciones no debían ser interpretadas exclusivamente como un indicador objetivo de cuánto sabía el alumno sino, más bien, como una medida en el progreso del escolar.

Además, se tenía la costumbre de suministrar información acerca del número de ausencias del estudiante. JGH solía tener buena conducta en clase, a juicio de sus profesores. La excepción a esta regla la encontramos en las materias de Patología Externa, en el tercer año, y Cirugía, en el cuarto año, en las cuales los catedráticos consideraron oportuno otorgarle la calificación de «muy buena conducta».

Algo parecido sucedió cuando estudió inglés, recibiendo la calificación de conducta «ejemplar». Así, pues, el joven trujillano supo mantener la constancia en cuanto se refería al buen comportamiento durante el período universitario. Este elemento resulta ser de importancia para el tema que aquí se ilustra.

 

En cuanto a la aplicación y el aprovechamiento, JGH solía obtener la calificación de sobresaliente. Sin embargo, hubo excepciones como lo muestran los siguientes casos:

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Ausencias y su posible relación con el estado de salud del joven Hernández

Otro elemento interesante que ofrece la documentación archivística de la UCV corresponde a la inasistencia a clase por parte de los alumnos que, por lo visto, era de interés en la evaluación por parte de los profesores. Luego, importaba el conocimiento adquirido por los escolares, pero también la demostración de ciertos hábitos considerados importantes en la formación integral de los futuros profesionales. He aquí, pues, la lista de inasistencias de JGH:

O sea, que, en seis años de estudio (1882-1888), José Gregorio faltó a clase en sesenta y dos ocasiones (dos meses). Una tal inasistencia es relevante por sí misma. Hasta ahora, no se han encontrado las razones por las cuales el joven trujillano incumplió con el deber académico que se le exigía.

La correspondencia revisada no ofrece luces al respecto. Sin embargo, se podría avanzar la hipótesis según la cual JGH habría sido vencido por el débil estado de salud de su cuerpo, el mismo que le impediría, más tarde, cumplir su deseo de ser monje de clausura.

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Ahora bien, el método pedagógico universitario de aquella época solía animar el esfuerzo estudiantil otorgando «premios» en los exámenes anuales. JGH disfrutó también de tal reconocimiento al recibir el «primer premio» en diez asignaturas. A saber:

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El cierre de la etapa universitaria y la apertura a una vida médica y espiritual

Ahora bien, para concluir con las presentes líneas, vale la pena recordar brevemente cuándo y cómo se llevaron a cabo los exámenes respectivos para la obtención de los grados de Bachiller y Doctor en Ciencias Médicas por parte de JGH:

Las dos tesis para el examen que, a suerte, se asignaron al bachiller Hernández para ser sostenidas y explicadas ante el tribunal de grado fueron las siguientes:

  1. La doctrina de Laennec, que asiente la unidad del tubérculo, es hoy una verdad comprobada a pesar de la escuela de Virchow que sostiene su dualidad.

  2. La fiebre tifoidea típica descrita por los autores, si acaso se presenta en Caracas, es muy excepcionalmente.

Sin duda, el examen para el Bachillerato tuvo un buen desenlace, ya que el 26 de junio de 1888 se procedió a la apertura del expediente en vista al doctorado.

Las tesis que debían ser sostenidas y explicadas eran las siguientes:

  1. Los medios para distinguir la locura disimulada de la locura real.

  2. El lavado de estómago es una operación inocente y de grande utilidad en las afecciones de este órgano cuando esté medicado.

  3. En caso de cálculo vesical, ¿cuándo está indicada la litotricia y cuándo las diferentes especies de talla (vesical)?

En agosto de aquel año de 1888, JGH emprendió viaje desde La Guaira, pasando por Curazao, para ir a Maracaibo y desde allí a casa. Los tiempos universitarios habían concluido y otra etapa interesante estaba por comenzar.

También ella contribuiría al desarrollo de las virtudes del Doctor Hernández que, con el tiempo, sería conocido como «el médico de los pobres».

Texto: P. Carlos Rodríguez Souquet. Profesor investigador del Instituto de Investigaciones Históricas UCAB/Fotos: Manuel Sardá y archivo


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