Juan Pablo Patiño, estudiante de Comunicación Social en la UCAB Montalbán, relata en primera persona parte de sus vivencias en Roma, durante la ceremonia que oficializó la santidad del doctor José Gregorio Hernández y la Madre Carmen Rendiles, como miembro del equipo de prensa del cardenal Baltazar Porras y Psicodata Venezuela
Como alumno del 4to semestre de Comunicación Social de la Universidad Católica Andrés Bello, integrante del equipo de comunicaciones de PsicoData Venezuela y del equipo de prensa de cardenal Baltazar Porras, se me encomendó la misión de ir a Roma, Italia, para dar cobertura periodística y audiovisual a la canonización de los dos primeros santos venezolanos: José Gregorio Hernández y Carmen Rendiles, el pasado 19 de octubre.
El ambiente de la canonización no comenzó el domingo, se apoderó de Roma días antes. Desde mi llegada pude constatar cómo arribaron venezolanos de todas partes del mundo que, con alegría y fe, se aprestaban a vivir este acontecimiento histórico.
En las calles aledañas al Vaticano, en las estaciones del metro, en los cafés y en las pizzerías, el español se escuchaba con un inconfundible acento criollo.
Para mí fue un honor ser acreditado por la “Sala Stampa” (Oficina de Prensa del Vaticano) para acudir a los eventos litúrgicos de la canonización y los encuentros públicos con el papa León XIV, y estar en los lugares dispuestos para los periodistas de distinta procedencia y nacionalidades, entre ellos otros venezolanos.
En las zonas asignadas para la prensa, la atmósfera era diferente: se respiraba una tensión profesional. Comunicadores de todo el mundo corrían, ajustaban sus equipos y luchaban para lograr la mejor toma. Era el pulso reporteril del evento.
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Canonizaciones: un evento universal con marcado acento venezolano
La alegría y la expectación por la canonización dejaban de lado el frio de la madrugada romana. La vigilia de venezolanos, convocada en el templo del Sacro Cuore di Gesù, fue un testimonio de fe que no se limitó al recinto, sino que se sintió a lo largo de la Vía della Conciliazione y en los alrededores de la plaza San Pedro.
Los cantos y oraciones en distintas lenguas hacían pensar que este lugar no era italiano, sino realmente universal, pero con una clara preeminencia -en número y fuerza- de venezolanos, todos con rostros nostálgicos, acompañados por un río tricolor de banderas, camándulas y pancartas.
Venezuela había llegado al Vaticano mucho antes que el sol, esperando el momento que definiría su historia de fe.
Sentí el compromiso de mostrar lo que no se vería comúnmente en la televisión y plataformas digitales, de procurar los momentos y lugares para coincidir y entrevistar a los connacionales -muchos de ellos viviendo en el extranjero- para escuchar sus testimonios de vida y, en concreto, la motivación que los había llevado a participar en la canonización.
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Percibí en su conjunto una serie de valores que identifican nuestro gentilicio: la alegría, la fe arraigada, la espontaneidad, el deseo de honrar a la familia, la simpatía y, en medio de eso, el regocijo de encontrarse con otros paisanos.
Risas, gestos de cercanía, muestras de caridad, fraternidad, solidaridad criolla, familiaridad y reencuentro son algunas cosas que nos caracterizan y que, allí, en Roma, se multiplicaron. Ese fue, para mí, otro gran milagro de los dos nuevos santos criollos.
Preciso comentar que el momento cumbre de la ceremonia central paralizó incluso a la experimentada prensa vaticana. Durante las letanías de los santos, el silencio en la plaza San Pedro fue absoluto, se produjo una contención reverencial que ocupó todo el espacio.
Ese silencio se rompió de la forma más estruendosa cuando se pronunció la fórmula en latín que los declaraba santos. Más que un aplauso fue un estallido de júbilo de todos los presentes.
“En honor a la Santísima Trinidad para la exaltación de la fe católica y crecimiento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, los santos apóstoles Pedro y Pablo y la nuestra, después de haber reflexionado largamente invocando muchas veces la ayuda divina y oído el parecer de numerosos hermanos en el episcopado, declaramos y definimos santos a (…) María Carmen Rendiles Martínez y José Gregorio Hernández Cisneros, y los inscribimos en el catálogo de los santos y establecemos que en toda la Iglesia sean devotamente honrados entre los santos”. Así leyó la fórmula de canonización el papa León XIV, pronunciando con énfasis el nombre de los nuevos santos venezolanos.
Más que una vivencia religiosa
Al rememorar esta vivencia tan significativa, luego de tantos años de espera, considero que no es solo un evento religioso, sino que trasciende al ámbito social, en el contexto de un país que busca, desesperadamente, referentes de unidad.
San José Gregorio Hernández y santa madre Carmen Rendiles no solo son un llamado a vivir la santidad en la vida cotidiana.
Con sus virtudes humanas, ambas figuras también son ejemplo de genuina venezolanidad y valores ciudadanos válido para el hombre y la mujer de a pie, para el anónimo, para la figura pública, para el que sale todos los días a luchar por su familia…para el joven que sigue estudiando, en medio de tantas vicisitudes, apostando por un futuro pleno de bienestar para nuestro país.
Quiero recalcar que mi formación como estudiante de Comunicación Social en la UCAB me ha dado las herramientas para asumir este reto periodístico, que recibí con estupor y afronté con compromiso.
Estoy convencido de que nuestra universidad encarna las virtudes y valores que representan lo mejor del gentilicio nacional.
La formación que recibimos nos prepara para afrontar los grandes desafíos de nuestro tiempo, con excelencia y sentido de servicio.
Ser parte de la UCAB es ser parte de una historia que busca transformar el presente y a la vez ir a la vanguardia, creyendo en un futuro mejor.
No puedo finalizar este relato sin resaltar que haber podido informar in situ la noticia de la canonización fue una clase magistral que regresó conmigo a Caracas, consolidando en mí el compromiso social como alumno ucabista que también valora y agradece el apoyo que se me dio para hacer factible esta experiencia.
Especialmente reconozco a la Escuela de Comunicación Social, a mis profesores, a la Dirección de Comunicaciones, al equipo de PsicoData Venezuela y al de prensa del cardenal Porras, quienes fueron mis referentes y guías para asumir esta tarea.
♦Texto y fotos: Juan Patiño (Estudiante de 4to. semestre de Comunicación Social de la UCAB)
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