Docentes adscritos a instituciones educativas de la Compañía de Jesús ahondaron en el sentido humanista de la pedagogía ignaciana, en una jornada en la que se llamó a educar para la interioridad, promover la esperanza activa y ejercer un liderazgo capaz de sostener la inclusión y el cuidado de las nuevas generaciones

En un contexto mundial marcado por la hiperconexión digital y el avance vertiginoso de la inteligencia artificial, educar en clave humanista se ha convertido en una urgencia compartida por escuelas y universidades.

Desde esa convicción, la UCAB celebró el II Simposio Educativo Ignaciano 2025, jornada dedicada a pensar sobre la misión de los centros educativos de inspiración jesuita, a la luz del Pacto Educativo Global, la esperanza activa y el liderazgo pedagógico que requiere el país.

Bajo el lema «Tejiendo redes para educar en la excelencia», la jornada, que tuvo lugar el pasado martes 9 de diciembre en el auditorio Francisco José Virtuoso del campus Montalbán, convocó a docentes de la universidad y otras instituciones pertenecientes a la Compañía de Jesús, quienes escucharon dos conferencias magistrales y participaron en mesas de trabajo sobre neurodidáctica, inclusión y liderazgo ignaciano.​

En la apertura, el director de Identidad y Misión de la UCAB, César Muziotti, S.J., señaló que la educación debe contribuir a rehacer el tejido social y formar una ciudadanía comprometida con la democracia.

Alertó sobre el peligro de que las universidades católicas subordinen su misión humanista a los rankings y expectativas del mercado.

«Como docentes, estamos enamorados de lo que hacemos, no es el salario que se recibe lo que nos impulsa, sino esta llama que enciende la posibilidad de educar para un futuro mejor. Queremos que luego de esta jornada salgan con ese fuego en el pecho que los anime a seguir viendo con ojos nuevos para descubrir la grandeza que hay en cada estudiante, para juzgar con discernimiento y aplicar la ciencia pedagógica con esa sabiduría que también es espiritual», dijo Muziotti.

Simposio Educativo

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Desafíos para una educación con rostro humano

La primera ponencia estuvo a cargo de la educadora y conferencista Carmen Amelia Reyes, miembro del Centro de Reflexión Fratelli Tutti, quien abordó el Pacto Educativo Global, iniciativa lanzada en 2019 por el difunto papa Francisco, con el fin de unir a personas y organizaciones para lograr la transformación cultural a través de la educación.

Según explicó Reyes, este modelo fija la educación más allá de la simple frontera escolar para involucrar a todos los actores responsables del futuro del planeta y las nuevas generaciones, desde las instituciones hasta las familias y comunidades.

Apuntó que el pacto exige «tres valentías» para reavivar la pasión de los educadores y sostener el «depósito moral» del país: colocar a la persona en el centro, poner al servicio todos los talentos y recursos disponibles, y formar para el servicio.​

«El Pacto Educativo Global es, ante todo, una gran conversión relacional: cambia la manera en que directivos, docentes, familias y estudiantes se miran y se escuchan mutuamente (…) El cambio empieza por mí, por ti, por cada uno de los individuos de la sociedad. Si logramos convertir la manera en que nos relacionamos con los otros, allí estaremos aportando un fruto concreto a ese pacto», puntualizó.

Durante su exposición, la exidrectora de Educación y Pastoral Universitaria de la Conferencia Episcopal Venezolana desglosó algunos desafíos del Pacto Educativo Global.

Entre ellos mencionó la necesidad de personalizar los procesos formativos en contextos de aulas masificadas, escuchar de manera efectiva la voz estudiantil en decisiones pedagógicas, desmontar prejuicios de género que invisibilizan los aportes de las mujeres educadoras y asumir una pedagogía de la inclusión y la justicia que garantice que nadie quede atrás.​

«El pacto nos pide hoy tres énfasis muy concretos: educar para la interioridad, porque los jóvenes claman por profundidad y sentido; educar para la humanidad digital, para que la persona esté siempre por delante del algoritmo, y educar para la paz, promoviendo lenguajes no violentos que construyan una paz desarmada y desarmante».

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La esperanza como fuerza transformadora

La segunda conferencia del encuentro fue dictada por el psicólogo y profesor titular de la UCAB, Guillermo Yaber, quién habló de «Esperanza activa: un diálogo entre fe, psicología y justicia social». 

A partir de textos de San Ignacio, Santo Tomás de Aquino y de pensadores como Paulo Freire, Yáber planteó que la esperanza cristiana no se reduce a un optimismo ingenuo, sino que se expresa en la decisión consciente de actuar por la justicia, la reconciliación y el bien común incluso en contextos de crisis.

Durante su intervención, enlazó la tradición espiritual con la psicología positiva y explicó que la esperanza forma parte del «capital psicológico» junto con el optimismo, la resiliencia y la autoeficacia, recursos que pueden cultivarse para enfrentar la incertidumbre y liderar procesos de cambio social.

Invitó a los educadores a pasar de la “desesperanza aprendida” a una esperanza activa capaz de definir metas, buscar caminos y sostener esfuerzos, y los animó a cuidar sus emociones cotidianas —por ejemplo, empezando el día con experiencias que generen alegría— para nutrir el ánimo con el que acompañan a sus alumnos.

«La esperanza no es sentarse a esperar que las cosas cambien; es una fuerza interior que nos impulsa a definir metas, buscar caminos y sostener la acción incluso en medio de la crisis. Cuando hablamos de esperanza activa, hablamos de convertirnos en protagonistas de nuestra propia liberación, no de resignarnos a la ‘desesperanza aprendida’ que nos inmoviliza», dijo.

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Neurodidáctica, inclusión y liderazgo ignaciano

En el II Simposio Educativo Ignaciano de la UCAB  los participantes también se distribuyeron en mesas de trabajo dedicadas a la neurodidáctica, la educación inclusiva y el liderazgo y gestión ignaciana, en las que pudieron traducir en propuestas concretas las ideas planteadas por los conferencistas.

En la reflexión sobre neurodidáctica, la directora de la Escuela de Educación, Celsa Afonso, y la profesora Diana Ortíz profundizaron en la comprensión del cerebro de niños y jóvenes como “terreno sagrado” que debe ser cultivado con rigor científico y ternura.

Por su parte, el equipo que abordó el tema de la inclusión, guiado por la profesora Tibaire Labrador, directora del Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo Académico (CIIDEA), retomó la afirmación del papa Francisco según la cual «sólo es verdaderamente católica y jesuita una educación que no excluye a nadie y se desborda hacia las periferias».

En el ámbito dedicado al liderazgo, facilitado por la profesora Desirée Popolo, de la Dirección de Identidad y Misión, los asistentes discutieron la necesidad de «formar directivos y docentes con visión profunda, capacidad de discernimiento y vocación de servicio», preparados para «resistir la tentación de reducir la misión universitaria a indicadores técnicos o mercantiles».

A modo de conclusión, el padre César Muziotti insistió en que la esperanza es una fuerza pedagógica que moviliza al docente a acompañar al estudiante hacia lo que está llamado a ser como persona y ciudadano.

«Es necesario apostar por un modo de educar y actuar marcado por la audacia, que nos permita ser valientes en la promoción y en la propuesta de la excelencia humana a través de la educación», afirmó.

Para conocer más acerca de las iniciativas de la Dirección de Identidad y Misión de la UCAB, los interesados pueden seguir la cuenta de Instagram @ucabmagis.

♦Texto: Mariana Pérez Guerra/Fotos: Manuel Sardá


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