La universidad evalúa aprovechar las posibilidades del laboratorio de impresión 3D de la Facultad de Ingeniería para producir este equipo, diseñado como herramienta de apoyo en la formación de niños en edad escolar. Para los creadores del robot, la voluntad del sector público y privado es fundamental para hacerlo llegar masivamente a escuelas del país 

El pasado 27 de junio, estudiantes y profesores de Ingeniería Informática de la UCAB, así como el director de la Escuela, Rafael Lara, y otros representantes de la universidad, se acercaron con curiosidad al auditorio Guido Arnal del campus Montalbán para conocer más sobre Sima, el robot social educativo impreso en 3D.

El equipo, de características humanoides y el tamaño poco mayor al de un celular, fue diseñado con el objetivo de servir como asistente de aprendizaje para niños en edad escolar, y funciona con dispositivos móviles como teléfonos y tabletas (que tengan sistema operativo IOs y Android) a través de una aplicación.

La presentación estuvo a cargo de los creadores del aparato, los venezolanos Felipe Araya y Virginia Dias, quienes se formaron en la Universidad Central de Venezuela -él como ingeniero mecánico, ella como licenciada en Educación- pero están asentados, desde hace unos años, en Chile.

Fue en ese país donde idearon el proyecto y fundaron Sima Robot, empresa que nació como una Startup  y que  consiguió el apoyo de financistas para desarrollar y producir el equipo, que ya está siendo utilizado en diferentes países de la región como Argentina, El Salvador, Guatemala y Bolivia, entre otros. 

«Nosotros decidimos empezar un proyecto de innovación tecnológica orientado a la educación. Y Virginia y yo complementamos nuestras habilidades y conocimientos para el desarrollo de Sima Robot. Hoy somos la primera empresa de robots sociales educativos en Latinoamérica, estamos en más de 15 países y estamos empezando un proyecto en Japón», sostuvo Felipe Araya.

Una herramienta educativa amigable e interactiva

Entre otras características, Sima es capaz de responder por voz, expresar emociones y gestos faciales. También reconoce contextualmente el lenguaje, patrones visuales y movimiento físico de sus extremidades de robot bípedo antropomorfo. Así, por sus cualidades empáticas, Sima es un robot social, capaz de interactuar con las personas. 

Pero lo más importante es que es un equipo programable que -a la vez que divierte- potencia las habilidades STEAM de su usuario (ciencia, tecnología, ingeniería y matemática por sus siglas en inglés) relacionadas con pensamiento estratégico, razonamiento matemático y creatividad. 

De hecho, Sima tiene como propósito ser un acompañante de los niños en etapa escolar para que obtengan competencias, a través de distintos juegos basados en el diseño universal de aprendizaje.

«La razón de Sima es lograr que cada niño y persona tenga acceso a un compañero de aprendizaje que lo guíe, lo inspire, motive y comprometa sin importar la condición o el contexto donde esté: bien sea una sala tecnológica o la Amazonía boliviana», apuntó Araya.

Los creadores explicaron que el dispositivo es adaptable y capaz de interactuar de forma natural con sus usuarios. Esto mediante voz, gestos y movimientos, «con el fin de desarrollar actividades de carácter educativo basadas en los estadios de desarrollo cognitivo de niños en edad preescolar y primer ciclo de educación básica», comentó Virginia Dias.

Por su carácter formativo, el equipo cuenta con los programas educativos de Chile, cuentos de Unicef y contenidos de editoriales para trabajar contenidos de sus propios libros.  También con una galería de más de 3.000 actividades y 200 experiencias educativas disponibles para que los docentes la adapten a sus necesidades. Además, el equipo trabaja con materiales de BBC Learning, sistema de enseñanza del idioma inglés de la BBC de Londres.

Inteligencia artificial con sentido pedagógico

Araya y Dias aseguraron que Sima puede fabricarse desde cualquier laboratorio o empresa que cuente con impresoras 3D. Esta versatilidad permite que la producción pueda masificarse y  llevar el robot a diferentes escuelas; actualmente, puede adquirirse a través de la página web de la empresa: Simarobot.com.

Pero el cerebro  -y corazón- de Sima está en una aplicación conectada con equipos móviles que hace que cumpla sus diversas funciones. De acuerdo con Araya, el robot trabaja con tres «capas» de inteligencia artificial (IA). La primera de ellas, explicó el ingeniero, es Sima Knowledge, pensada para que los educadores personalicen la experiencia y capacidades del robot.

«Allí los profesores pueden crear, desarrollar o modificar las interacciones y los contenidos en cualquier idioma. Además, uno puede generar interacciones sociales; se diseñó para que los docentes tengan el poder de escoger qué temas o qué actividades trabajarán», afirmó.

Araya agregó que Sima Knowledge fue diseñado pensando en que los docentes no necesariamente tienen habilidades de programación por lo que el sistema más bien, facilita la preparación de clases o de actividades.  «Nosotros tomamos diferentes plataformas de IA para ponerlas a disposición de las personas», sentenció.

Sima

 

La segunda capa de IA es un chatbot de la compañía IBM. Se trata de Watson, aplicación que gestiona las interacciones sociales para que Sima conozca al niño con quien trabaja. Inclusive, a través de Watson, Sima se convierte en un robot empático.

Finalmente, la última aplicación de IA que contiene el robot es Supersmart. «Está basada en la IA generativa -como ChatGPT- donde Sima puede generar respuestas semi abiertas para atender consultas de los estudiantes. Supersmart la configuramos para que se circunscriba a las preguntas de los niños: cómo, cuándo, por qué. Y siempre adaptadas a las edades de los usuarios para que no genere respuestas inadecuadas sobre temas que no debería», sostuvo el ingeniero.

Apoyar, no reemplazar al maestro

«El dispositivo no pretende sustituir al docente», aclaró Virginia Dias, quien aseguró que, más bien, Sima busca consolidarse como un asistente digital en la mediación del aprendizaje, desde la etapa de formación inicial, capaz de adaptarse a los requerimientos de cada clase, pero también de cada niño que cuente -incluso- con dificultades de aprendizaje o presente alguna condición psicológica especial.

«Yo no creo que los niños cambien la forma en que aprenden, pero las tecnologías se adaptarán cada vez más a la forma en que los niños aprenden. Por ejemplo, la inteligencia artificial y la robótica pueden potenciar el trabajo que hacen los profesores. Por otra parte, hoy día los niños tienen su atención dividida con otras tecnologías (videojuegos, redes sociales). Y yo soy partícipe de que la tecnología tenga un sentido; no restringirlas, pero orientar a los niños y educarlos para que tengan un uso responsable de ellas«, recordó Dias.

Los venezolanos investigaron a profundidad el tema de la robótica y robótica social. La búsqueda los llevó a revisar el trabajo de una científica del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT),  referido a un robot que acompaña a los niños en el aprendizaje de lectura.

«Los niños mostraban más interés cuando estaban con el robot. En esa investigación se tomó en cuenta la motivación al logro y el compromiso que tienen con su proyecto. Y las personas que mostraron un mayor alcance iban acompañadas por un robot social. En general a eso apuntan las investigaciones: las personas acompañadas tienen mayor capacidad del logro. Y eso tiene que ver con las características sociales», afirmó Dias.

Otra de las investigaciones que revisaron se relaciona con cómo los niños se convertían en maestros del robot, pues tras las clases formales, los usuarios se entusiasmaban por mostrarle lo que habían aprendido a Sima.

Esto, aseguró la pedagoga, lo pudieron verificar por ellos mismos tras la primera experiencia práctica con Sima en 2018. Ocurrió en un colegio chileno y el resultado fue exitoso. Tanto que comenzó a replicarse en otras instituciones de la región, «incluso contando con el apoyo de los respectivos ministerios de Educación». 

Interacción y aprendizaje continuos

Los desarrolladores de Sima  recalcaron que su potencial no solo tiene que ver con su propia capacidad de aprendizaje, sino con su habilidad para aumentar el desempeño cognitivo y afectivo de sus usuarios.

Y es que el robot da indicaciones a los estudiantes sobre las tareas a completar; pero también da mensajes de reforzamiento positivo. Les da tiempos de espera para marcar el ritmo y que así mantengan la atención. Y captura evidencia del trabajo que hacen los estudiantes para que los profesores puedan evaluarlas posteriormente. También, para los profesores, existe la posibilidad de tener la aplicación de Sima sin el robot en físico. Es decir, trabajar directamente en sus clases -a través de la aplicación- en sus teléfonos o tabletas.

«Tenemos a robots sociales que funcionan como tutores personalizados capaces de mediar determinadas tareas con los estudiantes. Favorecen el aprendizaje socioemocional, el desarrollo del lenguaje y la autonomía», sostuvo Dias.

La educadora insistió en que Sima es un elemento lúdico en las aulas de clase, pues a través de la «gamificación» enseña. «Lo que hace del aprendizaje algo divertido. Sima tiene IA y una plataforma de gestión de contenido donde los docentes pueden crear actividades o trabajar con las cientos de actividades ya cargadas en la plataforma», aseveró.

Además, recalcó que Sima promueve el pensamiento lógico y computacional. «La programación es el inglés del siglo XXI. (…) ¿De qué sirve la tecnología sin sentido? ¿De qué sirve si no apoya nuestra labor?, la tecnología debe humanizarnos», sentenció.

Masificarlo en Venezuela: la UCAB a disposición

Virginia Dias  sueña con que Sima inunde las escuelas del país. Sin embargo, está clara en que esto depende de la voluntad del sector público y privado. «Nosotros tenemos toda la disponibilidad y todas las ganas de llegar a acuerdos que unan estas voluntades. Queremos que haya ganas de querer mejorar y que se genere un impacto positivo en las aulas de aprendizaje de nuestro país. Todavía no hay experiencias con Sima en Venezuela», apuntó.

En ese sentido, el director de la Escuela de Ingeniería Informática, Rafael Lara, afirmó que su aspiración -y para lo cual ya se encuentran en conversaciones- es que la UCAB pueda fabricar el robot en sus espacios.  Recordó que la Facultad de Ingeniería cuenta con un laboratorio de impresión 3D, dotado con la tecnología y equipamiento para la producción de los dispositivos.

También mencionó la posibilidad de que la unidad de consultoría de la universidad, Consultores UCAB, apoye el proyecto desde el punto de vista comercial, mientras Extensión Social trabaje llevando el producto a las comunidades. «Ellos podrían encargarse de ayudar a comercializar el robot en los colegios. Por su parte, Extensión Social trabajaría llevando Sima a las escuelas de las zonas cercanas  al campus, como parte de nuestra misión de apoyo a todas esas comunidades. Estamos en conversaciones todavía», aclaró.

Pero más allá de esto, Lara insistió en la necesidad de profundizar el trabajo que puedan realizar profesores y estudiantes de distintas carreras con el robot.

«A mí me parece una buena oportunidad que la UCAB pueda participar junto con Sima para generar nuevas investigaciones que conduzcan a mejoras.  Podríamos trabajar con nuestros estudiantes y docentes de  Ingeniería Informática, Telecomunicaciones y Electrónica para la parte mecánica y electrónica del robot, más la programación. Pero además,  tenemos a nuestro centro de Robótica Educativa y a la Escuela de Educación. Entonces, entre ambas facultades –e incluso con Psicología- tenemos la capacidad para colaborar y ampliar este proyecto. Una de las posibilidades es empezar a imprimir estos robots para el país. También, continuar con sus investigaciones», afirmó.

Tanto Dias como Lara reconocieron que el mayor problema que enfrentan en Venezuela para llevar a Sima a diferentes zonas del país tiene que ver con la conectividad. «El principal problema es el Internet. Estos robots son económicos porque no son autónomos, dependemos de las supercomputadoras que están en internet como la nube. Ese es el primer escollo que tenemos. Pero hay unas iniciativas de la empresa privada para extender este servicio a las zonas menos favorecidas, pero todavía falta mucho», concluyó Lara Campos.

♦Texto: Grace Lafontant León/Fotos: Manuel Sardá 


 

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