Cuando empieza la búsqueda de trabajo, los jóvenes envían sus currículos por doquier. En cuanto la empresa se interesa por ellos, levanta el teléfono y cuadran la primera entrevista de trabajo. Muchos se emocionan o son consumidos por los nervios. Se despiertan ese día, algunos olvidan tomar el desayuno, agarran lo primero que ven en el closet y corren para poder llegar temprano. No obstante, se olvidan de los pequeños detalles.
LA BUENA PRESENCIA
Lo primero que ven los reclutadores laborales cuando entras a la oficina es cómo estás vestido. Lo recomendable, tomando en cuenta la psicología del color, es utiliza ropa de color:
Negro si se quiere simbolizar poder y elegancia.
Azul si se quiere transmitir poder, confianza y sabiduría.
Rosado, de manera moderada, para mostrar el lado amable de su persona.
Vinotinto para llamar sutilmente la atención.
Verde para representa el éxito y la tranquilidad.
Gris si se quiere lucir sofisticado.
Blanco para simbolizar la sinceridad y la pulcritud de su trabajo.
Además, debe estar todo bien planchado. Las mujeres no deberían llevar un escote muy pronunciado, una falda muy corta o algo demasiado provocativo. Para los hombres es recomendable no asistir en shorts, bermudas, zapatos deportivos o camisetas.
COMUNICACIÓN VERBAL Y NO VERBAL
Si estás nervioso, no hay problema. Sin embargo, es importante tener un control de nuestro cuerpo y de nuestras expresiones. Proyecta seguridad y profesionalismo sentándote derecho, con la mirada fija y segura, sin ser retadora; cuida tu postura, evita expresiones de fastidio o decepción y muéstrate entusiasmado.
Cuando hables, trata de hacerlo con un tono de voz alto y claro, modulando las palabras y sin olvidar la cortesía y el respeto cuando te dirijas a tu interlocutor. No mientas respecto a tus habilidades, ni exageres acerca de lo que has hecho.