Inflación, petróleo, crédito y producción de alimentos serán factores claves en la dinámica económica del año próximo, que seguirá demandando resiliencia de los actores productivos. Así lo señalaron representantes del sector de consumo masivo, agrícola, industrial y financiero, durante un evento organizado por la Escuela de Administración y Contaduría de la UCAB

Como parte del «diálogo estratégico» universidad-empresa, la Escuela de Administración y Contaduría de la UCAB organizó, el pasado 13 de noviembre, el foro «Perspectivas 2026».

Su primer panel, titulado «El panorama económico y sectorial», estuvo integrado por voceros de los sectores industrial, agrícola, de consumo masivo y de análisis financiero, quienes identificaron oportunidades, retos y claves para el año venidero y apuntaron con una óptica macroeconómicaque variables como inflación, petróleo, acceso a crédito y producción de alimentos serán determinantes en la dinámica nacional.

En la conversación, que moderó la profesora Verónica Neto, coordinadora académica de la Escuela, intervinieron el presidente de la Asociación Nacional de Supermercados y Autoservicios (ANSA), Ítalo Atencio; el profesor y socio director de Agroinvest, Juan Ignacio Aristiguieta; el director del Centro de Estudios en Inversión Financiera (CEIF), Alberto Cárdenas, y el expresidente de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria), Luigi Pisella.

Todos coincidieron en que la resiliencia y capacidad de adaptación de los actores productivos del país seguirán siendo fundamentales.

Inflación, precios y consumidor: retos de los supermercados

Con una inflación que el Fondo Monetario Internacional estima en 548% al cierre de 2025  y proyecta en 629% para 2026, el presidente de ANSA señaló que para el año próximo el panorama es desafiante, aunque también alentador.

Dijo que una de las claves para el sector de consumo masivo nacional será «una fijación de precios dinámica en la que el rey será el consumidor». 

«Nuestra estimación es que el PIB crecerá 3%. Nuestro sector se mueve uno a uno con el PIB. En 2026 habrá nuevos modelos de negocio, seguirá las apertura de formatos de proximidad (supermercados más cerca de las personas) y tendremos un consumidor más exigente con compras más frecuentes y una lealtad de marca exigida por desafíos. El comercio electrónico, que no llega a 5% y que en la pandemia fue de 30%, seguirá en crecimiento«, adelantó Ítalo Atencio.

El vocero de ANSA precisó que en el país están operativos unos 900 supermercados, en los cuales 3% de los pagos se producen en divisas. Agregó que en 2026 «los productos importados van a tener un nicho premium».

«En 2025, 90% de los productos en supermercados son de origen nacional; un 45% es proteína. Eso va a seguir creciendo porque hay menos divisas para importar, independientemente del uso de criptomonedas», puntualizó.

Ante la realidad inflacionaria y cambiaria, Atencio dijo que los empresarios deben actuar en función de las variables que se pueden controlar y, a partir de ellas, encontrar oportunidades.

«Nadie habla de ser más eficiente para atender mejor la demanda. Tenemos que pensar que siempre hay oportunidades, al menos en nuestro sector, y aprovechar ese espacio de crecimiento«, comentó el representante gremial ante la audiencia, conformada principalmente por profesores y estudiantes.

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El reto es producir alimentos 

En su intervención como socio director de la casa de bolsa de productos agrícolas Agroinvest, Juan Ignacio Aristiguieta resaltó que, más allá de las proyecciones que hablan de recuperación económica o aumento del consumo, el desarrollo del sector agrícola y de la producción de alimentos sigue siendo una necesidad urgente en el país, que no puede verse como algo complementario en una economía petrolera.

Advirtió que la dependencia de las importaciones continúa marcando el sector agroalimentario.

«17 de 23 estados dependen de la agricultura. Tenemos dependencia en importaciones para la producción de lácteos en un 50%; arroz, 26%; maíz blanco,  58%; maíz amarillo, 75%; en aceites –principal generador de calorías–, 80%; caraotas, 85%; pollo, 10% y en trigo dependemos 100% de importaciones. Tenemos el reto de desarrollar nuestro sector agrícola para tener una oferta variada de alimentos con producción nacional», destacó Aristiguieta.

 

Para lograr ese desarrollo, el también profesor de Economía y Política Agrícola en la UCAB señaló que debe haber un cambio en la política crediticia estatal que garantice el acceso a financiamiento del sector agropecuario.

«Tenemos un país en el que más de 60% del presupuesto de la gente se va en comida. Esa es la razón por la que se ven inversiones en el sector agrícola: hay una apuesta por el crecimiento debido a la demanda de alimentos. Ahí está el potencial enorme que tenemos por delante«, añadió Aristiguieta.

El economista también apuntó que el problema inflacionario en Venezuela tiene especial incidencia en el rubro de alimentos, en un contexto en el que la canasta básica equivale a unos 710 dólares, según cálculos del PNUD.

«Estamos entre los países con mayor inflación de alimentos en el mundo y eso sucede mientras que hasta hace poco teníamos asistencia alimentaria. Aquí estuvo hasta hace unos meses el Programa Mundial de Alimentos que solo está en países con crisis alimentaria y se fueron porque ya no tenían fondos. Tenemos el reto de ver cómo cubrir esas diferencias«, refirió el experto.

La «industria está creciendo»

Según la Encuesta de Coyuntura Industrial  del III Trimestre de 2025,  presentada por Conindustria, durante los meses de agosto, septiembre y octubre la producción manufacturera privada nacional creció 5,2 por ciento en comparación con el mismo período de 2024.

Además, la capacidad utilizada del sector subió a 48,9%, un leve incremento respecto al 46,1% logrado en el segundo trimestre del año.

«La aspiración es que la industria nacional llegue a 60% de uso de capacidad instalada sustituyendo importaciones», dijo Luigi Pisella, expresidente de Conindustria,  quien se mostró esperanzado con respecto al futuro industrial en Venezuela en el mediano y largo plazo.

Según la encuesta, la variación anualizada del volumen de producción no fue uniforme en el sector: en la pequeña industria, el crecimiento fue de 2,1%; el de la mediana fue de 2% y el de la gran industria se ubicó en 4,8%.

Entre los factores que siguen impactando la producción manufacturera nacional,  los excesivos tributos, la brecha cambiaria, la falta de disponibilidad de divisas, la ausencia de financiamiento, así como la inflación y la baja demanda nacional, conforman un panorama de dificultades para el mejoramiento del sector.

Pese a eso, Pisella señaló que «la industria está creciendo porque hay sustitución de importación por producción nacional y por eso el crecimiento puede ser sostenible. Venezuela tiene un potencial enorme«. 

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Lo que suceda con el petróleo «va a afectar todo»

El director del CEIF resaltó que, aunque los pronósticos en materia económica y financiera, en el ámbito internacional, auguran turbulencias, existe optimismo en el área de los commodities y las materias primas naturales, como el petróleo, lo que podría beneficiar a Venezuela.

«Venezuela es un país de commodities y la variante exógena es el petróleo. Seguimos siendo un país exportador de petróleo, a pesar de la crisis, y lo que suceda ahí va a afectar todo«, comentó Cárdenas.

El informe sobre el desempeño macroeconómico de Venezuela del primer semestre de 2025, publicado por el PNUD en septiembre, proyecta que la economía venezolana crecerá 5,8%  al cierre del año, precisamente gracias al impulso principal del sector petrolero (13%) y, en menor medida, con contribuciones del sector no petrolero (3,4%).

«Venezuela ya ha venido tejiendo una ligera recuperación en la producción petrolera. La perspectiva es que en el primer semestre de 2026 los precios estarán bajos. Pero Venezuela ha demostrado ser una economía que se va reinventando. Eso lo estamos viviendo en las empresas, vemos un esquema de transición multicambiario. Esos procesos de adaptación van quedando«, expresó el también asesor de inversiones.

El especialista advirtió que no cree que en el corto plazo «las condiciones adversas desaparezcan» del horizonte económico, pero confía en que esa situación «va a ser un incentivo para generar resiliencia y antifragilidad».

«Cuando las condiciones cambien, va a haber un aprendizaje que va a ser capitalizado. La economía se está digitalizando. Puede venir un shock en lo que se refiere a las remesas. Pero creo que Venezuela, en medio de esos contextos, es como un activo con una correlación distinta porque ha ido transformándose en una economía con crédito paralizado«, destacó Cárdenas.

♦Texto: Jesús Abreu Mena/Fotos: Manuel Sardá


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