Siempre recordado por las icónicas ilustraciones que utiliza como técnica pedagógica en clases, Daniel Terán es conocido por sus alumnos como “el profesor de los dibujitos”. Amable, dedicado y gracioso, este docente ha buscado la manera de revolucionar el método educativo tradicional y causa revuelo por su heterodoxa forma de enseñar.
Caraqueño de nacimiento, egresó de la Escuela de Historia de la Universidad Central de Venezuela (UCV) en el año 2008 y se graduó como el número uno de su promoción. No se conformó con lo obtenido y en el año 2012 inició su segunda carrera: la licenciatura en Educación en la UCV, donde también realizó un doctorado en Historia, el cual finalizó este 2018.
Ha dedicado buena parte de su vida a la docencia, la cual considera su pasión de vida. De hecho, en la red laboral Linkedin se presenta como un profesional «abiertamente interesado en la difusión y la enseñanza de la Historia, las Humanidades y las Ciencias Sociales para los jóvenes, en un mundo cada vez globalizado y apelando a las nuevas tecnologías».
En el año 2000 comenzó como profesor de bachillerato en el colegio Nuestra Señora de Guadalupe -perteneciente a la red Fe y Alegría- en donde dictaba materias de la rama de Ciencias Sociales como Formación Familiar y Ciudadana, Historia y Geografía. También hizo lo propio en otras instituciones de educación media como el Colegio Santiago de León, el Hebraica y el Jefferson.
En 2013 se estrenó como docente universitario en la UCV y actualmente es profesor en su alma mater y la Universidad Simón Bolívar (USB), en las que imparte cátedras como Historia Económica del Siglo XX, Economía Política o Historia y Cultura de Venezuela.
A la Universidad Católica Andrés Bello llegó en el 2014 y desde entonces su labor docente se enfoca en cuatro cátedras: Cultura y premodernidad, Cultura y modernidad, Cultura y postmodernidad, además de Historia de Venezuela I y II, todas en la Escuela de Comunicación Social.
Desde el inicio de su carrera como profesor, los estudiantes siempre se han mostrado impactados cuando conocen su particular metodología pedagógica, en la que mezcla las explicaciones orales y las lecturas con las ilustraciones en el pizarrón.
¿Siempre le ha gustado dibujar?
«Siempre. Mis dibujos comienzan por una cosa muy personal: de pequeño me llamaban la atención las ilustraciones, retratos y gráficos. Veía mucha televisión y en ese momento había mucho contenido audiovisual orientado a la cultura y ese era el tipo de programas que buscaba ver: Televisora Nacional Canal 5 –actualmente Vale TV– y Venezolana de Televisión (VTV) eran los canales que más sintonizaba debido a sus documentales y películas educativas como ‘Danzando con lobos’, ‘El Imperio del sol’ o ‘El último emperador’. Pero lo que a mí me lleva a la Historia es, precisamente, el dibujo. Me encantaban los libros históricos con ilustraciones, mis favoritos eran acerca de la Segunda Guerra Mundial. En aquella época también circulaba mucho material de este tipo, referente a la historia de Venezuela y del mundo. En el año 1983 había álbumes con barajitas de Simón Bolívar en conmemoración al Bicentenario de su nacimiento y yo los coleccioné. De hecho, una de mis posesiones más preciadas son las colecciones de Historia ilustrada del mundo para niños: era algo parecido al formato de cómic con texto e ilustraciones».
¿Cuándo se dio cuenta de su talento para dibujar?
«Cuando era niño tomaba hojas de papel y me dedicaba a tratar de dibujar lo que estaba viendo en las películas y programas de televisión, o trataba de imitar lo que veía en los libros. Eran dibujos muy humildes, por supuesto, pero creo que allí fue cuando la gente se dio cuenta de mi tendencia natural hacia el dibujo. Dibujaba en clase, en los trabajos las ilustraciones siempre las escogía yo y esa costumbre me acompañó hasta en mi época como estudiante universitario».
¿Por qué decidió aplicar ilustraciones a su método de enseñanza?
«Cuando era profesor de bachillerato –puesto que desarrollé por 15 años– me encontré en una época donde la cultura era netamente visual. No bastaba hacer un dictado o escribir en la pizarra. Había que hacer gráficos que colaboraran a que la gente comprendiera el contenido que se estaba dando. Durante el bachillerato le explicaba a los adolescentes mediante dibujos y eso ayudaba bastante a que ellos se interesaran y comprendieran la clase. Sin embargo, esta técnica la perfeccioné mientras daba clase de Historia económica de Venezuela en la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela, cuando di clase a nivel universitario por primera vez. En las primeras dos semanas noté que la metodología clásica de clases magistrales y lecturas no bastaba para causar suficiente interés en los alumnos, y entonces decidí emplear el método que utilizaba cuando enseñaba en bachillerato: los dibujitos. Las discusiones se hacían a partir de lo que interpretaban en las ilustraciones y desde entonces los alumnos comenzaron a llamarme ‘el profesor de los dibujitos'».
¿Cuál fue la reacción de sus estudiantes?
«El cambio se notó de inmediato y las clases se hicieron más interactivas. De hecho, el siguiente semestre los cupos en mi cátedra se acabaron rápidamente e incluso tuve 16 alumnos más, pues me pidieron que los aceptara en la materia a pesar de que la sección se encontraba llena. Cuando comencé a dar clase en la USB en el 2014, noté que los alumnos tenían un perfil netamente científico y las cátedras humanísticas se les dificultaban mucho. Al ver mi método, la clase era más aceptable y comenzaron a interesarse más por la Historia. Desde que llegué a la UCAB en octubre de ese año, la situación ha sido la misma: sorprende y gratifica a los alumnos. De hecho, siempre toman foto de mis pizarrones y aunque algunos de mis colegas sugieren que puede ser irrespetuoso, no me molesta que los alumnos tomen fotos de mis pizarrones, porque si eso les ayuda en el proceso de entender e interpretar los contenidos, es una herramienta válida».
¿Cómo son los dibujos?
«Son ilustraciones de estilo cómic de símbolos determinados para ciertos temas: por ejemplo, un saco de dinero con el símbolo de dólar para economía, dos espadas entrecruzadas para guerra, pirámides cuando hablo de egipcios, un Partenón cuando hablo de Grecia y así sucesivamente para que los alumnos asocien los dibujos con la información escrita en el pizarrón. Los dibujos también llevan colores brillantes como el rojo, el azul y el verde, que den vistosidad a los pizarrones y ayuden interpretar los tópicos que se están tratando: rojo para la violencia y las guerras, verde para el dinero y la naturaleza, azul para las cosas más serias y profundas y el negro sirve de contorno».
Además de los dibujos, sus estudiantes disfrutan de sus clases por su jocosidad. ¿Por qué adopta esto dentro del aula?
«Siempre he pensado que en la profesión docente es importante crear un ambiente ameno y positivo, pues si el alumno se siente intimidado la mayoría de las veces no rinde al máximo. Pienso que el humor es un elemento fundamental. Mis alumnos me conocen porque, además de hacerles dibujitos en las pizarras, echo broma con ellos pero siempre con respeto. Sus favoritos, de hecho, son los chistes de humor negro. Hago esto porque el profesor es el principal publicista de su propia materia y quiero que mis alumnos tengan un recuerdo positivo de mí al finalizar cada semestre. De hecho, cuando realicé el diplomado de Educación por competencias que ofrece la universidad mi evaluadora me felicitó, tanto por los chistes como por los dibujos pues era innovador».
¿Qué piensan los otros profesores acerca de su método?
«A algunos les gusta, a otros no. Una parte piensa que debería usar más las TIC (Tecnologías de Información y Comunicación), pero me parece menos trabajoso y dedicado, aunque respeto a quienes utilizan este recurso. Me gusta la espontaneidad de hacer los dibujos en el transcurso de la clase para trabajar a la par con mis alumnos».
¿Nunca pensó en estudiar algo relacionado con el dibujo?
«Nunca tuve la inclinación de estudiar algo relacionado con las artes gráficas. Para mí, el dibujo es una herramienta complementaria en la docencia. Siempre quise relacionarme con la Historia. Fui caricaturista en el periódico estudiantil cuando cursaba mi primera licenciatura, pero no lo tomé a nivel profesional. Mis dibujos no salen bajo presión, el proceso creativo se tarda un poco más, y la rapidez es necesaria para trabajar en el medio».
Finalmente, en clase siempre tiende a motivar a sus alumnos. ¿Por qué?
«Pienso que en la turbulenta época que atraviesa el país es importante motivar a los alumnos acerca del futuro del país. Es primordial mantener la fe es tiempos como estos, y también les sirve de aprendizaje pues pienso que mi deber, más que ofrecerles cátedra, es dejarles enseñanzas que perduren para toda la vida».
♦Texto: Mariann Clareth Palacios / Fotos: Jesús Fonseca.