El cambio es el trabajo de un equipo, donde participó la Comisión Curricular de la Escuela de Ingeniería Industrial de la UCAB (conformada por miembros de las sedes de Caracas y Guayana), bajo el liderazgo de la vicerrectora académica, Silvana Campagnaro, y con el apoyo de Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo Académico. Todas estas personas e instituciones hicieron posible la renovación de la malla curricular que se aplicará a los estudiantes de la escuela en octubre de este año.
El nuevo pénsum tiene como objetivo la formación de un profesional emprendedor, comprometido con su entorno, con una visión integral de las organizaciones y sus procesos. Pero lo más importante: un profesional ético, satisfecho, comprometido con su aprendizaje y orgulloso de ser un ingeniero industrial egresado de esta casa de estudios.
—¿En qué consiste la reforma de la malla curricular?
—Consiste en un cambio en la concepción de lo que es un ingeniero industrial, se propone cambiar de un profesional con una gran cantidad de contenidos en muchas áreas, a uno centrado en la competencias del diseño, la mejora, la gestión de los procesos de producción y servicios y sistemas integrales de soporte, con el objetivo claro de producir una transformación de los recursos naturales, económicos y humanos en bienes y servicios.
—¿El nuevo pénsum afectará a los estudiantes regulares?
—Las Comisiones Curriculares y los Consejos de Escuela de ambas sedes (Caracas y Guayana) de la Escuela de Ingeniería Industrial decidieron hacer un modelo para la aplicación de la nueva malla curricular. Este modelo se construyó bajo un esquema de simulación, para establecer cuáles serían los semestres a los que se les va a aplicar la propuesta curricular. Se emplearon dos premisas: la primera es la factibilidad académica, es decir, de un esquema de aprendizaje por contenido u objetivos, centrado en el profesor, a un aprendizaje por competencias, concentrado en el alumno; para favorecer este cambio se establece que la aplicación debe ser de forma progresiva. La segunda premisa, está determinada por la factibilidad técnica y económica. Por tales razones y tomando como base los resultados de la simulación, resultó que el mejor escenario era hacer el cambio de forma híbrida, es decir, ciertos semestres del pénsum estarán contenidos en la nueva malla y otros en el pénsum a derogar. Específicamente se estableció que todos los estudiantes comprendidos entre el primero y sexto semestre, ambos inclusive, deberían estar formándose bajo el nuevo pénsum, y el resto deben quedarse hasta su egreso, en la malla a derogar.
—¿En qué consiste el programa de competencias hacia el cual está orientado el nuevo pensum?
—El modelo anterior está orientado por contenidos, donde se coloca en primera instancia al profesor. En el nuevo modelo por competencias el centro es el estudiante que se ocupa y está comprometido con su aprendizaje. En este cambio, el profesor y la asignatura pasan a ser instrumentos para que el alumno aprenda. Teniendo esto como base, el pénsum nuevo debe contemplar lo necesario para que el estudiante tenga un aprendizaje autónomo y autorregulado.
—¿Cómo se diferencia el nuevo egresado del antiguo?
—La concesión del ingeniero industrial anterior era de un profesional que es bueno para todo. Mucha gente lo catalogaba como alguien que tiene un océano de conocimiento pero con un mar de profundidad. Ese perfil es el que nosotros queremos cambiar, porque lo consideramos del siglo XX. Por lo tanto, el ingeniero que queremos del futuro, del siglo XXI, debe ser aquel con un objeto de trabajo bien definido, representado por los procesos de producción y servicios y sus sistemas integrales de soporte.
—¿La malla curricular hace competente al egresado a nivel internacional?
—Al tener una malla orientada por contenido, que era la anterior, se tiene una escuela orientada hacia lo tradicional, es decir, que sólo nos comparamos con las universidades que tienen ese esquema. Pero al cambiar a un pénsum más moderno, del siglo XXI, orientado a la formación de competencias, estamos a la par del primer mundo. Al compararnos con otras universidades quizá existan muchos aspectos que podrían ser tomados como precedente.
—Con respecto al caso de las materias que desaparecen, ¿cómo se compensa, afecta o beneficia al estudiante?
—Las materias que se derogaron es debido a que sus contenidos no se ajustan al nuevo perfil. Su contenido fue desmembrado, analizado y construido en unidades curriculares más coherentes. El beneficio para el alumno es que ahora tiene una malla más congruente y eso le va a permitir autorregularse, porque ahora sabe la relación de cada aprendizaje, las prelaciones y el conocimiento, para poder avanzar de forma autónoma en la carrera.
—¿Cómo se unen las escuelas de ingeniería en esta iniciativa?
—Con el fin de favorecer las competencias generales de la UCAB relacionadas con el aprender con calidad y aprender a trabajar en equipo, se buscó la forma de fomentar y crear los espacios para que los estudiantes puedan adquirir estas habilidades. Se formularon unos perfiles donde exista en las cuatro escuelas de ingeniería coherencia, cohesión y trabajo grupal por parte de los alumnos. Desde el primer semestre hasta el décimo hay asignaturas en común con todas las ingenierías, teniendo casi un 40% de materias en conjunto. La Facultad de Ingeniería se unió para que nuestros alumnos se unan.
—¿Cómo se diferencia la Escuela de Ingeniería Industrial de las demás del país?
—Con el nuevo perfil somos totalmente diferentes. Primero, nuestro objeto de trabajo es más amplio. Otra diferencia es que muy pocas instituciones contemplan que el estudiante sepa diseñar, mejorar y, adicionalmente, gestionar. Nuestros egresados van a tener la capacidad de que si no hay un proceso productivo previo, lo pueden diseñar; si existe, poder mejorarlo; y si ya el proceso está instalado, gestionarlo. Adicional a esto, son pocas las escuelas del país que trabajan con el emprendimiento. En pocas palabras, nosotros tendríamos al mejor ingeniero industrial del país.
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