Este viernes, 26 de julio, decenas de docentes participaron en la Jornada de Educación Mediática y Tecnología EDUTIC-2019, foro en el que, además de las exposiciones de expertos en comunicación, se instalaron grupos de trabajo para discutir sobre video cultura para docentes, Wikipedia e Instagram en el aula, matemáticas y nuevas tecnologías.

Durante la actividad, organizada por el Centro de Investigación de la Comunicación (CIC) de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCAB, los ponentes repasaron el desarrollo mundial de las nuevas tecnologías, realizaron un acercamiento a la realidad nacional y evaluaron la aplicación de las tecnologías de información y comunicación (TICS) como herramientas docentes para ser manejadas con sentido crítico.

Fue patente en las exposiciones que, por las razones particulares por las que atraviesa Venezuela,  existe un rezago estructural mayor que en otras partes del mundo ante las posibilidades de acceder y aprovechar esas herramientas en el proceso educativo. Esas brechas se agravan internamente por las diferencias económicas que en Venezuela impiden a la mayoría acceso a los avances electrónicos.

En este sentido, el profesor Jesús María Aguirre, s.j., docente de la UCAB e investigador del Centro Gumilla, ironizó sobre la frase del filósofo Marshall Mcluhan del “aula sin muros” cuando, según su experiencia pastoral en los barrios, dijo haber constatado que “en Carapita hay niños que no han visto nunca el muro de una escuela”.

Derrumbar mitos

El encuentro #EDUTIC2019 –con esta etiqueta se compiló la información en Twitter– sirvió como un homenaje al profesor José Martínez de Toda, s.j. (veterano especialista en la
llamada educomunicación) quien envió una ponencia desde España, la cual  fue leída por su exalumna, la profesora Johanna Pérez Daza, docente en la UCV y la UCAB.

La ponencia de Martínez de Toda estaba titulada “La dimensión crítica en la educación para los medios”, en la que desarrolla la preocupación por la configuración de un “teleniño enchufado a la televisión” que crece oyendo mensajes que favorecen las conductas violentas y de contravalores sin el necesario contrapeso.

 

Enumeró ciertas condiciones para convertir a los jóvenes en “adictos a la cibertele” –que dijo valen para cualquier dispositivo– que pasan por dejar a los menores la absoluta libertad para decidir qué y cuánto ver y consumir esos mensajes sin supervisión crítica ni contraste informativo. Invitó a ejercitar la criticidad porque esta “no se impone ni se transfiere”.

El director del CIC, Gustavo Hernández Díaz, disertó sobre “Los mitos del aula sin muros” e invitó a los docentes presentes a identificar en su experiencia cotidiana falsos supuestos y sumarlos a la lista por él sugerida.

Hernández mencionó seis mitos que, a su juicio, son principales: “las tecnologías son la panacea de la educación”, “las clases son aburridas”, “la educación electrónica abre las puertas a la sociedad del conocimiento”, “la educación a distancia promueve la comunicación y el intercambio del saber”, “los medios masivos y tecnología manipula a su antojo las conductas” y “las tecnologías coadyuvan en el desarrollo del aprendizaje colaborativo”.

Reflexionó sobre fallas que la tecnología no puede resolver y que tienen que ver con falta de hábitos de estudio en los jóvenes, infraestructura limitada, masificación o debilitamiento de los valores sociales. Abogó por atenuar “la presencia avasallante” de la tecnología con una mayor interacción familiar, así como la intervención de las comunidades y del Estado.

Alertó que creer que “parecerse a un animador de tv no convierte a nadie en profesor” y llamó a reflexionar sobre preferir “ser chévere” por encima de cumplir el rol didáctico para lo que hay que prepararse. También comentó su preocupación por la inclinación mayoritaria al infocentrismo que privilegia el volumen por encima de la comprensión de lo que se difunde en los medios electrónicos. Calificó como “urgente” desarrollar una “pedagogía dialógica”, lo que estima no es fácil para “docentes saturados de asignaturas y sin competencias en tecnología” y carentes de estudios especializados en esta área.

 

Rechazó la “visión determinista” de quienes afirman que los medios masivos y la tecnología manipulan a su antojo las conductas, y señaló que los mensajes no operan en el vacío sino que dependen de la interacción social. Finalmente, rechazó la creencia de que las tecnologías favorecen el aprendizaje colaborativo porque, a su juicio, especialmente los adolescentes tienen resistencia al trabajo grupal y valoran el individualismo.

Como último expositor en la plenaria, antes de las mesas de trabajo, el padre Aguirre habló sobre “Cambios en la producción social de información en la sociedad del conocimiento y retos para los educadores”. Explicó que su enfoque se centraba en lo que ocurre detrás de los negocios desarrollados en la plataforma de Internet y cómo, a diferencia de lo que muchos afirman que “todo está en la red”, eso solo ocurre con contenidos que para esos administradores sea negocio, lo mismo que sucede con la teleducación, cuyo auge depende de cuántos estén dispuestos a consumirla.

 

Asimismo, Aguirre mencionó las limitaciones dentro de la «infósfera». Indicó que, si bien existe potencialmente la posibilidad de que todos los habitantes del mundo interactúen entre sí, la realidad es que existen barreras diversas, que incluyen el manejo de idiomas y acceso real al servicio, caso conocido en Venezuela por las recurrentes pérdidas de conexión nacional con los proveedores.

También habló de su experiencia directa en décadas pasadas cuando en Venezuela se instaló tecnología en las aulas y fue subutilizada, porque no llevó aparejado un desarrollo del programa docente, de allí que recalcó que se requiere el rediseño de los contenidos curriculares.

Respecto a la sobreabundancia de medios, fuentes y contenidos, Jesús María Aguirre reflexionó sobre la dificultad para determinar cómo hacer uso de toda esa información y determinar qué es real o no. Citó datos recientes del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) de Estados Unidos, según los cuales 60% de la información que se divulga en Twitter son fakenews.

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos: Manuel Sardá