Curiosamente el día de ayer, en la tarde, llegó a mi oficina una chica con la planilla de retiro de dos materias (de estar viendo como 5) con taxonomías especiales (que a la cuenta representaban una suma de dinero importante para estos tiempos). Luego  que le firmara y sellara el documento, le pregunté si estaba consciente de que, a pesar de retirarlas, debía cancelarlas igual, a lo que me respondió que SÍ, pero que en ese momento estaba deprimida y bajo medicamento (Es increíble la cantidad de personas jóvenes y no tan jóvenes que atraviesan por depresión y no son ni comprendidos ni escuchados).

No pude evitar sorprenderme porque es una chica bastante joven (estoy consciente que esto no tiene edad), por lo que de inmediato le comenté:

“¿Sabes una cosa? La depresión se supera, se cura, ya reconociste la causa, sabes que estás enfrentando un problema y ya estás encaminada en la solución ¿Por qué detenerte?  Para mí,  la depresión (sé de ella) tiene que ver con emociones, estados de ánimo, pero la frustración es diferente, la frustración viene cuando nos toca asumir que dejamos algo que queríamos hacer por miedo, por duda o por flojera, que lo dejamos pasar  y vemos que hemos perdido una gran oportunidad; luchar con la frustración (a mi parecer) es duro. ¡Tienes el control de tu vida! ¡Detente!, piénsalo y cuando de verdad estés bien segura que no puedes, entonces toma tu decisión, todavía tienes tiempo”.

Increíblemente su carita se iluminó de una manera que me sorprendió,  y de su boca brotó el “¡GRACIAS…MUCHAS GRACIAS!” más lindo que he recibido en mucho tiempo. Cuando se retiraba le dije: “Chica. Ven acá. Te voy a dar el mejor medicamento de todos para eso”  y le regalé el abrazo más cariñoso que una madre puede darle a un hijo cuando esta triste o se siente desorientado, y entonces recordé que eso es ser UCAB: ¡EN TODO AMAR Y SERVIR!

No soy profesora, pero muchos alumnos me llaman así;  y aunque les corrijo   con un “Gracias por lo de Profesora, pero no lo soy”,  son ellos quienes me han enseñado que hay muchas formas de ser maestro;  y aquí, desde mi oficina, me siento muy feliz de lo que hago, pero sobre todo de saber que a estos chicos y chicas mi cariño y mi respeto les llega y les hace bien;  entonces me siento más feliz.

Si alguno de ellos (de tantos con los que he llorado y reído) leen este artículo les saludo y espero que “hoy estén mucho mejor que ayer”. Y a los compañeros de trabajo les invito a que reflexionemos un poco sobre este tema de la depresión en nuestro campo laboral, bien sea porque la padecen o porque la sufre algún familiar, ya que la situación país ha hecho que este mal brote a gran escala y hay que saberla manejar, obtener herramientas y, así, lograr ganar la batalla.

♦Escrito por Alejandra Astudillo/Asistente I. Escuela de Ingeniería Civil/Foto: freepik.es

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