Más de 70 alumnos de distintas carreras participaron en la sexta edición de este programa de inserción social y aprendizaje en comunidades rurales del país. Por segundo año, El Ucabista publicará varias de las crónicas vivenciales escritas por los estudiantes
En abril de este año, un total de 75 estudiantes de distintas carreras de la UCAB emprendieron un viaje en autobús que los adentró, por una semana, en localidades rurales de cinco estados de Venezuela, como parte del programa PAZando 2022.
La sexta edición de este proyecto de inserción social, promovido desde 2015 por la Dirección de Identidad y Misión (DI+M) de la universidad, constituyó el regreso de los alumnos, junto con profesores y acompañantes, a comunidades vulnerables del interior del país, después de dos años en pausa por la pandemia del coronavirus.
PAZando tiene como objetivo generar conciencia entre los estudiantes involucrados sobre el contexto social que les rodea y motivarlos a intervenir en la mejora de la realidad de las comunidades desde sus áreas de formación.
En contacto con una sociedad que está por hacerse
“Pausarnos por un año tiene un alto costo en iniciativas como PAZando”, aseveró Rafael Mendoza, coordinador de los programas de Liderazgo de la DI+M UCAB y responsable de PAZando. El sociólogo considera que la motivación para volver al interior del país “con una mirada atenta, curiosa y reflexiva”, después de cinco semestres de pandemia, surgió de ver hacia atrás en la historia del programa y advertir la necesidad de mantener vivo su espíritu.
“Luego de una pandemia donde todo el mundo estuvo encerrado, creímos que era un momento interesante para continuar. Esa es la forma en cómo podemos generar condiciones para que la gente construya un mejor país, pero no desde Caracas, sino con una visión más global”, explicó.
En ese sentido, relató que PAZando reanudó sus actividades con una serie de procesos previos realizados durante los últimos meses de 2021: captación de alumnos interesados; entrevistas para la conformación de los grupos que irían a cada comunidad; recaudación de alimentos por parte de los participantes convocados y talleres de formación en primeros auxilios, recreación e intervención en comunidades.
En esta edición participaron alumnos de todas las carreras, aunque el mayor volumen de inscritos provino de las escuelas de Comunicación Social, Psicología y Educación. Originalmente, la inserción se planeó en 12 lugares de Venezuela; sin embargo, por razones logísticas los destinos fueron reducidos a seis: Araure (estado Portuguesa); Masparro (estado Barinas); Santo Domingo (estado Lara); Tovar y San Javier del Valle (ambas en el estado Mérida); y Tukuko (estado Zulia).
Sobre la medición del impacto que tiene el programa en las comunidades que se visitan, Mendoza mencionó que PAZando es un ente vivo que va en crecimiento con los años: “El programa enriquece mucho a nuestros estudiantes y a la perspectiva que se tiene de la universidad en el país».
Recordó que el proyecto ha sido pensado para generar intervenciones a pequeña escala, que refuercen el vínculo con los habitantes de los sectores involucrados, entre ellas actividades de refuerzo educativo, culturales y promoción de salud en todos sus ámbitos, liderazgo y participación ciudadana.
Pero el coordinador de la DI+M -quien este año acompañó al grupo de San Javier del Valle, en Mérida- ratificó que el efecto más importante de PAZando se logra a lo interno, pues marca la diferencia entre quienes se inscriben y quienes no, y permea positivamente en la formación académica y profesional.
“Con este tipo de programas estamos formando individuos que se van a ocupar de esta sociedad, porque la han conocido de cerca y porque tienen la capacidad de pensarla. Ya no solamente es un conocimiento desde afuera, sino un conocimiento aplicado en un entorno. Aquellos que participan o participaron en PAZando entienden que esta sociedad no está hecha, sino que está por hacerse”.
Agradecimiento y transformación
Aunque no son familia, Hilary Rodríguez y Daniel Rodríguez tienen en común -además de su apellido- la motivación que los hizo participar en PAZando: dejar huella fuera de las aulas de clases.
Para Hilary, estudiante del último semestre de Educación (mención Ciencias Pedagógicas), esta fue su segunda inmersión: participó en la edición 2020, donde visitó Villa del Rosario, poblado del estado Zulia. “Yo suelo ser muy cerrada, y en vista de que en 2020 tuve una muy buena experiencia, en la que conocí a varios estudiantes de otras carreras, decidí hacerlo otra vez”. En este caso, formó parte del grupo que asistió a las maestras y jóvenes de la U.E. Colegio Hermana Felisa Elustondo, en el municipio Tovar, estado Mérida.
Daniel, ya en su noveno semestre de Ingeniería Industrial, sentía la necesidad de aprovechar cuantas actividades la universidad le brindara para su enriquecimiento extracurricular. “En la pandemia empecé a filosofar sobre muchas cosas de mi vida y me nació una necesidad de hacer algo más allá de mi carrera. Un amigo me recomendó el programa y decidí inscribirme”. Su destino fue la escuela granja San Ignacio del Masparro, en Barinas.
Entre las cosas que rescatan de su experiencia, Hilary manifestó el impacto que le dejó ver a los niños y niñas de Tovar trabajar por algo y apoyar a sus docentes, a pesar de las adversidades: “Ese saber que la realidad es dura, que el colegio te queda a kilómetros de distancia y que, aun así, sigues asistiendo, me marcó. También notamos que el trabajo agropecuario que les enseñan es algo que disfrutan muchísimo”.
Daniel, quien brindó a los jóvenes sus conocimientos en matemática en una serie de talleres de refuerzo escolar, vio algo similar en el llano. “En esos breves procesos de acompañamiento me pareció muy valioso ese interés por aprovechar al máximo lo que tienen, en cuanto a recursos y oportunidades académicas, y cómo desean desde sus propias manos ayudar a su comunidad”.
Ambos resumieron su experiencia en PAZando 2022 con dos palabras: transformación y agradecimiento. “Si tú eres agradecido en tu día a día, eso a la larga te llevará a transformarte y a empezar a ver, a vivir y a construir esa realidad de una forma diferente”, comentó Hilary.
Por su parte, el futuro ingeniero se trajo en la maleta una reflexión particular: “Más que un mesías o una figura superior, esas comunidades quieren y buscan a alguien que los acompañe. Esa fue la reflexión a la que llegamos en mi grupo. Y a Caracas me traje un nivel de agradecimiento tremendo que quisiera aplicar en mi vida y en otras experiencias”.
«RePAZando» el cuento: contarle a otro sobre el viaje de cambio personal
Entre las experiencias formativas para los estudiantes de PAZando, antes de introducirse en las respectivas comunidades, estuvo la participación en un taller de redacción de crónicas breves, con el fin de prepararlos para dejar testimonio, por escrito, de su viaje. El curso, titulado «RePAZando el cuento», fue facilitado por la profesora Ymarú Rojas, de la escuela de Comunicación Social de la casa de estudios.
Ya en la edición 2020 se hizo algo similar porque, según Rafael Mendoza, esta producción de contenidos es la pieza que faltaba para complementar el paso por el programa. «Pasaron más de cinco años, y no había una obra explícita, un producto de lo que los jóvenes habían recorrido y sentido… En 2020 invitamos a los muchachos a relatar lo que experimentaron a través de un punto de vista particular, con un sentido en el que pudiesen comunicar sus vivencias al otro. Este año, retomamos el taller y la verdad es que los productos están bien interesantes».
En esta edición los estudiantes escribieron nueve crónicas, de las cuales una selección será publicada en elucabista.com. «Lo interesante de las crónicas es que son una fotografía de la realidad desde un foco muy particular. Son la forma en que otra persona (el lector), ajena a la experiencia, puede acceder a la comunidad, a través de las historias, hechas con esfuerzo, con técnica y con ganas de dar a conocer y sentir de cerca una realidad», finalizó Mendoza.
♦Texto: Daniel De Alba Suárez / Fotos: Manuel Sardá y Dirección de Identidad y Misión UCAB