Muchos esperaban con ansias, incluso con cierta curiosidad morbosa, esta Exhortación postsinodal. Buena parte de estos añoraban que el Papa terminara de abrir nuevos espacios a los clásicos ministerios de la Iglesia. De hecho, la aparición de la Exhortación significó para muchas personas una gran desilusión ante el silencio del papa en lo que se refiere a los viri probati, mientras que para otras muchas un cierto regocijo de triunfo.

Sin embargo es preciso aclarar que esta escena de derrotados y de vencedores es ajena a los indígenas, habitantes y misioneros de la Amazonia, quienes fueron los verdaderos protagonistas del sínodo, y propia del mundo clerical del occidente europeo y norteamericano cuya preocupación extrema del dato dogmático les hizo perder de vista la misión. Quienes están a favor o en contra de la ordenación de hombres casados como problema disciplinar o dogmático son, en su mayoría, un reducido grupo de teólogos y clérigos. No me parece que para el sínodo de Amazonia este haya sido un problema relevante, aunque sí lo fue y lo sigue siendo la preocupación misionero-pastoral por llevar la Eucaristía a todos los rincones de la Amazonia.

Aclarado este aspecto primero, quisiera centrarme, en esta oportunidad, en un único aspecto: ¿a qué nos invita la exhortación? Para responder esta pregunta me centraré únicamente en los números dos y tres de la exhortación postsinodal, pues son, a mi modo de ver, claves para la lectura del presente documento pontificio.

Ya desde el inicio, el papa Francisco deja claro que la exhortación no tiene ni un carácter dogmático, ni tampoco normativo. “Con esta exhortación quiero expresar las resonancias que ha provocado en mí este camino de diálogo y discernimiento” (2). El documento no olvida en ningún momento el camino de diálogo y discernimiento vivido en la sala sinodal. En su meditación el papa es eco que resuena la vida del Sínodo. Se preocupa por dar a conocer a todos los lectores aquello que ha tocado su intimidad y su fe[1], y hacerlos así partícipes de las novedades que el sínodo trajo consigo. El querer hacerse eco del sínodo sin pretender completarlo con su propia reflexión, muestra cuán profundamente Francisco fue tocado por todo el camino sinodal. Sorprende que explícitamente diga que no pretende reemplazar ni repetir el documento conclusivo del Sínodo (2). Pero mayor sorpresa causa la presentación oficial que hace del documento conclusivo (3). No conforme con hacer resonar el camino del Sínodo, se atreve a un novedoso reconocimiento oficial de las conclusiones. Presentar oficialmente el documento conclusivo del sínodo en un documento pontificio, ¿le da rango de magisterio pontificio? Mucho se podrá especular sobre el asunto, pero más allá de cualquier respuesta, lo cierto es que en la exhortación hay, no sólo una referencia explícita al documento conclusivo, sino una extraño declaración de oficialidad y una invitación a todos a los que dirige la exhortación a “leerlo íntegramente” (3). Esta invitación a volver al documento conclusivo es parte del método sinodal de la exhortación como dejaré ver más abajo.

Si bien la Exhortación no busca dar orientaciones, procura, sin embargo, una “creativa y fructífera recepción del camino sinodal” (2). El término recepción indica que es necesario la  asunción del camino del sínodo de Amazonia en las estructuras eclesiales y en la vida espiritual de los creyentes. La trascendencia del Sínodo no está sólo en el evento tenido entre el 6  y el 27 de octubre del 2019, sino en la vida que el diálogo y el camino sinodal puedan imprimir en la Institución Eclesial y en las expresiones de fe popular. Cuando hablamos de recepción hablamos de algo mayor a la simple lectura, reflexión y conocimiento de lo dicho en el sínodo. Recepción es asunción de un punto de vista, de un estilo de hacer, de un modo de celebrar y reconocimiento de un lenguaje originario. La creativa y fructífera recepción del camino sinodal supone un no abandonar nunca el camino de diálogo, el reconocimiento del protagonismo indígena, la preocupación por el equilibrio y la armonía de la naturaleza amazónica, el respeto y el reconocimiento de las religiones de los pueblos amazónicos, la consolidación del buen vivir en las estructuras sociales y eclesiales[2] y la réplica de la fraternidad vivida entre todos los presentes en el evento.

No me parece equivocado afirmar que el sínodo deja una profunda huella en la vida personal y en el ejercicio magisterial de Francisco. En efecto, si Francisco en estos dos números hace tanto hincapié en su deseo de no reemplazar el documento conclusivo, en lo oportuno de su lectura íntegra, en su presentación oficial y en el reconocimiento público de la insuficiencia del conocimiento de la problemática de la Amazonia de parte suya y del resto de la Curia Romana, no cabe duda que la Exhortación no se puede entender sin la lectura del documento conclusivo del sínodo. Hay una clara, pretendida y confesada dependencia de la Exhortación del documento conclusivo. He aquí una novedad en el ejercicio magisterial pontificio de Francisco: la exhortación da claves de lectura para el documento conclusivo y éste es la posibilidad de comprensión de la exhortación.

Me sorprende que este detalle haya pasado tan desapercibido por quienes han reflexionado acerca de la Exhortación. ¿Acaso no hay un reconocimiento explícito de la imposibilidad de hablar de todo y sobre todo desde el reducto cerrado de la curia romana? ¿Este reconocimiento no es una clara confesión de la necesidad del ejercicio de sinodalidad en el magisterio pontificio? ¿No hay una dependencia del centro respecto de las periferias? Reconocer la dependencia de la Exhortación respecto al documento conclusivo, ¿no es un ejercicio sinodal del magisterio? La novedad de la exhortación no está en aquello que dice, sino en el modo como lo dice. Con certeza algún indígena o algún misionero reconocerán al interno de la exhortación una idea suya, un modo indígena de exponer, un lenguaje que los identifica. Termino este artículo haciendo mío el deseo del papa Francisco en un número que aquí no comenté y que me limito a citar a modo de colofón de esta pequeña reflexión: “Dios quiera que toda la Iglesia se deje enriquecer e interpelar por ese trabajo, que los pastores, consagrados, consagradas y fieles laicos de la Amazonia se empeñan en su aplicación, y que pueda inspirar a todas las personas de buena voluntad” (4).

♦Texto: P. Manuel Antonio Teixeira. Director (e) del Instituto de Teología para Religiosos (ITER) /Foto: vaticannews.com

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[1] “Por ello me atrevo humildemente, en esta breve Exhortación, a expresar cuatro grandes sueños que la Amazonia me inspira” Querida Amazonia, 6.
[2] Cf. Querida Amazonia 8