Desde su fundación hace más de 60 años, la Universidad Católica Andrés Bello se ha planteado ser más que una casa de estudios. A través de diversos programas de voluntariado, la comunidad ucabista vive de una forma especial el servicio y compromiso social para entender diversas realidades del país.

A través del programa PAZando, estudiantes de todas las carreras se trasladan a zonas rurales de Venezuela para convivir con campesinos, indígenas y jóvenes afectados por diversas situaciones y contribuir a mejorar su entorno a través de charlas, talleres y actividades de enseñanza en las que puedan compartir sus habilidades y «dejar un momento de paz» .

Este año, dos jóvenes aficionados a la fotografía que participaron en estos campamentos expusieron en un foro su experiencia no solo a través de las palabras sino con las imágenes más significativas que lograron capturar sus cámaras.

Luis Felipe Franco, estudiante de Comunicación Social,  fue voluntario en el estado Delta Amacuro, específicamente en los poblados de Santa Catalina y Remance de Sacupana, este último habitado principalmente por indígenas waraos.

Escuela donde los voluntarios en Delta Amacuro trabajaron. Foto por Luis Felipe Franco.

El joven admitió que sintió una gran emoción cuando supo cuál sería su destino. Sin embargo, la frase de una de sus profesoras le advirtió lo que vería:  «En el Delta se combina la naturaleza más bella con la pobreza más terrorífica».

La realidad se lo confirmó. Embarazo precoz, violencia de género, falta de agua, escasez de medicinas, ausencia de electricidad y una gran pobreza fueron algunos de los problemas que Franco pudo apreciar y que, según dice,   «te dan tres cachetadas y te hacen medir cada palabra».

« ¿De qué vale tener las reservas de petróleo más grandes del mundo si el bienestar no llega a ciertos lugares? Durante nuestra expedición, me enteré de que hubo una mujer quien tuvo que seleccionar qué hijo sobrevivía cuando le ofrecieron medicamentos [que necesitaban] y eran limitados».

LOS NIÑOS DE LA FRONTERA

Del otro lado del país, en el estado Apure, Gustavo Vera fue voluntario. Al también estudiante de comunicación social le tocó visitar y trabajar en Ciudad Sucre, un pequeño caserío de la frontera colombo-venezolana, donde los grupos guerrilleros son  la única “institución”, «pues no hay policías, guardias u otros entes similares», según dice.

Vera describe a Ciudad Sucre como un lugar en el que «reina un silencio perpetuo que pareciera querer decir mucho» y en el que los niños son los que dan vida y alegría, aunque están expuestos a un ambiente hostil, de violencia y contrabando.

«Aunque estén siempre jugando con metras o trompos, hay casos de algunos niños que juegan con rifles, entre otras cosas, pues es el ejemplo que reciben.Desde mi óptica de caraqueño no puedo juzgar esto, por ser un tema cultural, pero es un problema real».

Gustavo Vera fotografiando varios niños de Ciudad Sucre

Los dos jóvenes aseguran que su paso por estas comunidades cambió su perspectiva de la vida y que el programa PAZando les hizo sentirse más comprometidos a cambiar su entorno.

Esperan que más ucabistas se incorporen a esta iniciativa que busca la construcción de paz a través del acompañamiento a quienes lo necesitan y la solidaridad convertida en acción.

Si quieres conocer más del programa PAZando, puedes contactar a la Dirección de Identidad y misión de la universidad a través de este enlace.

♦Patricia Graziani

*Fotografía principal por Luis Felipe Franco.

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