Con el firme propósito de impulsar los esfuerzos para dar cuerpo y coherencia a la corriente social que desea una solución política y pacífica a la crisis, se realizó este jueves 4 de julio en la UCAB la jornada de reflexión teológico-pastoral “Construcción de alternativas democráticas frente a la crisis social y política que padece Venezuela”. Allí se revisó la realidad que sigue perfilando la necesidad urgente de “crear una red de redes que se conviertan en una fuerza que contribuya a la transición y a la gobernabilidad”, tal como señaló el sacerdote jesuita Alfredo Infante, párroco en el sector La Vega de Caracas e investigador del Centro Gumilla.

Infante fue uno de los tres panelistas que perfilaron con sus intervenciones la primera mitad de la jornada, que se completó con mesas de trabajo. Le acompañaron el politólogo Ángel Oropeza y el abogado Ramón Guillermo Aveledo (exsecretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática-MUD), quienes abordaron una descripción de la situación de los actores políticos y de la comunidad internacional ante el conflicto venezolano, respectivamente.

El evento, promovido por el Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco de la Arquidiócesis de Caracas en alianza con la UCAB, fue instalado por el reverendo padre Francisco José Virtuoso, rector de esta universidad, quien dejó claro que el encuentro –que congregó principalmente a sacerdotes, religiosos y agentes pastorales– perseguía dar respuesta a la caracterización del momento presente y definir lo que la Iglesia católica venezolana debe y puede hacer desde los principios de su fe.

“El conflicto no nos deja ser sociedad, disloca las tareas del Estado, nos mantiene en permanente estado de violencia y se ha vuelto casi natural esta situación”, reflexionó el rector, para quien es urgente “encontrar la manera de consolidar una solución electoral que es la que se cuente con el consenso nacional e internacional”, afirmó.

 Crear tejido social

El padre Alfredo Infante presentó, sobre la base de un estudio de la encuestadora Delphos realizado en mayo, un panorama de la sociedad civil y abordó el clima emocional de los venezolanos que, respecto de lo recogido por esa empresa encuestadora en 2018, actualmente ofrece mejores perspectivas para “cerrar la brecha entre el deseo de una solución pacífica y su cercano nivel de ocurrencia”. Según Infante, la relación entre los “sentimientos movilizadores” y “sentimientos inhibidores”, le dan una ventaja creciente a la “esperanza” y la “rabia”, que crecieron en un año del 46,5% al 57,6%. Mientras, las emociones vinculadas a la “tristeza” y “depresión” bajaron del 43,6% al 36,5%.

También mencionó el sacerdote que, al medirse los niveles de “confianza”, las organizaciones de la sociedad civil ocupan los cinco primeros puestos en este orden: las universidades, los estudiantes, la Iglesia católica, las organizaciones de los ciudadanos y los empresarios. Precisó que aunque la Iglesia  no es en sí misma una organización de la sociedad civil, son muchas las organizaciones ciudadanas que actúan en directa coordinación con ella y en defensa de sus postulados.

Infante instó a los dirigentes comunitarios a hacer que la organización social se convierta en “productora de información para luchar contra el bloqueo oficial y que se cree tejido social con vocación de bien común”. Insistió en el propósito de luchar por crear las condiciones para que haya una salida electoral y que se “haga pedagogía social”  para que el ciudadano discierna y ejerza sus derechos políticos a través del voto.

El padre Alfredo Infante mencionó “el desafío” que implica para la sociedad civil reactivar la memoria sobre los eventos en los cuales la organización social ha arrojado victorias electorales, así como construir un mensaje movilizador con incidencia pública que coadyuve en la concreción de un acuerdo electoral con garantías. Invitó a rescatar los cabildos y las asambleas de ciudadanos que, en el caso concreto de La Vega, dijo, significaron espacios inmejorables “para el diálogo y el encuentro”. Instó a consolidar una red de redes con el propósito compartido de “desmontar los mitos creados desde el poder” y desalentar cualquier idea de violencia. Afirmó que “la solución electoral es solo una parte del proceso y que lo fundamental es que la red de redes se convierta en una fuerza social que contribuya a la transición y a la gobernabilidad”.

60% quiere una solución negociada

En su turno, Ángel Oropeza afirmó que la gestión de Nicolás Maduro se encuentra “en etapa terminal”, pero aclaró que eso “no significa que esté a punto de salir”.

Hizo un análisis de fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas de los dos sectores enfrentados en lo político y señaló que, entre las dificultades que encara el gobierno, están la pérdida de apoyo popular, el deterioro de su imagen internacional, la imposibilidad de garantizar el control de la violencia, los síntomas de ingobernabilidad, las fracturas internas, la pérdida de homogeneidad mínima en el grupo en el poder, la violación continua de la Constitución y la represión como arma de control social.

En cuanto al sector de la oposición democrática, Oropeza identificó como una gran ventaja que aproximadamente 60% de la población apoya una solución pacífica. Aclaró que existe una mayoría silenciosa que no se expresa en las redes sociales pero sí en las encuestas y advirtió que está en el interés del gobierno “envilecer” toda vía negociada.

El politólogo mencionó que la oposición democrática está en mejor posición que en 2018, porque hay mayor unidad bajo un liderazgo renovado generacionalmente, cuenta con reconocimiento internacional y tiene mayores recursos, pero alertó que si este liderazgo no es capaz de dar “el salto cuántico para iniciar la transición, corre el riesgo de entramparse”.

Citó “seis papas calientes” con las que debe lidiar la dirigencia de la oposición, entre ellas evitar que “se instale la desesperanza” ante “el justificable cansancio de la población”, que ve cómo aumenta su pauperización. También mencionó entre las debilidades de la oposición que no ha logrado establecer una relación con el poder militar.

La comunidad democrática tarda más en fijar posición

Por su parte, Ramón Guillermo Aveledo explicó en detalle la evolución de la relación de la comunidad internacional con la situación venezolana y cómo pasó de simpatizar con el chavismo, a la indiferencia, la alarma y el actual rechazo y condena, proceso que tomó mucho años y cambios de gobiernos y tendencias ideológicas. Señaló que una primera reacción importante se produjo cuando el chavismo demostró que era un peligro por su “efecto contagio” cuando empezó a “exportar el modelo”. También reconoció el mérito de la oposición democrática, que por años sensibilizando a los partidos, gobiernos y parlamentos.

Aveledo hizo una precisión fundamental y es que mientras gobiernos como los de China, Cuba y Rusia, que por no ser democráticos no tienen dificultad para fijar posición rápida ante la realidad venezolana, la gran mayoría del resto de países son democráticos y deben atender a la complejidad y pluralidad de criterios y respetar los canales regulares de la formulación política de sus respectivas naciones y parlamentos.

“El mundo no es el que era, pero todavía no es el que debería ser”, comentó el también profesor de Derecho Constitucional, para quien “uno debe trabajar para que las cosas sean como deberían ser, pero hay que sacar las cuentas por las cosas como son”, dijo para dejar claro que hay que evitar los análisis sobre bases irreales.

Identificó como uno de los principales disparadores de la atención internacional hacia Venezuela la ola migratoria –“cuando llegó el gentío de verdad-verdad”– y las violaciones de los derechos humanos. Afirmó que el aislacionismo del gobierno de Nicolás Maduro crece, mientras “nadie ve una solución militar y nadie está dispuesto a propiciarla”.

Sobre el objetivo de la oposición democrática y parte central del encuentro teológico-pastoral que los congregó en la UCAB, Ramón Guillermo Aveledo dijo que una salida electoral, además de que es pacífica, “es la única cuyos resultados dependen de lo que hagan los ciudadanos”, porque lo contrario “es que otros vengan y nos resuelvan el problema”, y ese tipo de soluciones rayan más en lo milagrosos que en lo posible.

“Tenemos que crear las condiciones que los obliguen (al oficialismo) a aceptarlas (elecciones), se trata de la formación de una conciencia cívica basada en el sentido de lo común, de lo compartido”.

Poner a los pobres en el centro de la acción

En la jornada vespertina, el sacerdote jesuita y teólogo Pedro Trigo, el cardenal Baltazar Porras, administrador apostólico de la Arquidiócesis de Caracas; y el rector de la UCAB, Francisco José Virtuoso, hicieron reflexiones a partir de documentos clave de la Iglesia latinoamericana y venezolana.

Invitaron a tenerlos presentes en el trabajo que se hace desde parroquias e instituciones relacionadas, siempre con un objetivo que se ha propuesto el Centro Arquidiocesano Monseñor Arias Blanco, dependencia de la Arquidiócesis de Caracas creada hace un año: impulsar “la pastoral de la esperanza”.

El padre Trigo hizo una revisión en contrapunteo entre los postulados recogidos en la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Puebla, 1979) –donde se estableció el principio de “la opción preferencial por los pobres” – en comparación con la realidad presente en Venezuela y la aspiración desde la Iglesia para el futuro. Trigo aseveró que el gobierno de Hugo Chávez “nunca hizo una opción por los pobres”, con excepción de su primer año de gobierno, y luego “empleó a los pobres para sí”.

El sacerdote fue insistente en que “en una alternativa superadora”, que deberá alcanzarse en algún momento con el cambio político, hay que luchar por revertir la pobreza “no sólo en las cifras del PIB”. Asimismo, deberá impulsarse un combate profundo de la corrupción y de los antivalores y promover el valor del trabajo productivo. “No basta con salir de Maduro, sin esta conversión no hay alternativa superadora posible”, precisó.

El cardenal Porras comentó los documentos emitidos por la Conferencia Episcopal Venezolana entre 2018 y 2019 y admitió que la Iglesia nacional “está yendo más allá de lo que le tocaría hacer”, pero ante el clima de temor existente asume “como una suplencia” la vocería que le toca a otros sectores.

Respecto a la acción pastoral, el cardenal Porras exhortó a poner ante todo la dignidad de la persona humana y a vincular la vida contemplativa con la dimensión social. Defendió Porras “los valores no negociables” entre los que mencionó “el diálogo”, pues lo contrario “es eliminarnos unos a otros”, por lo que es “urgente construir una salida pacífica con el menor costo posible”.

“No estamos contra el gobierno, sino a favor de la gente”, dijo el cardenal y llamó a los ciudadanos a que “cada uno juegue su papel”. Alertó de “lo peligrosísimo” que es que la fe sustituya a la política. Convocó a que la ciudadanía asuma el protagonismo que le toca “en su condición de bautizados” y a no quedarse en la denuncia sino a construir la esperanza.  “Con cara de velorio estamos derrotados, la esperanza es una virtud activa que nos llama a ser más serviciales con el prójimo”.

Por último, el rector Virtuoso se refirió al “gesto profético” de monseñor Rafael Arias Blanco y su pastoral de 1957 sobre el sufrimiento de la clase trabajadora, que rompió paradigmas al usar instrumental de las ciencias sociales y la cooperación de profesionales laicos de distintas áreas.

 

Virtuoso explicó que la creación del Centro Arquidiocesano “Monseñor Arias Blanco”, está dirigido a fortalecer la acción pastoral de la Iglesia de Caracas, “para acompañar a la gente en el sufrimiento que padece y animar su esperanza para lograr una vida más digna”.

“Se trata de cooperativizar lo que los documentos del Episcopado venezolano vienen señalando con tanta valentía y claridad, de convertir sus directrices en líneas de acción y programas de trabajo. Este fue uno de los grandes aciertos de monseñor Romero, en El Salvador, y de monseñor Silva Henríquez en el Chile de Pinochet: la creación de mecanismos y organismos concretos que permitieran efectivamente acompañar a las víctimas, denunciar las graves injusticias y, sobre todo, señalar caminos posibles para construir el camino posible para el cambio tan ansiado”.

Apuntó que con el centro se pretende impulsar una pastoral de la esperanza orientada a acompañar y fortalecer las luchas de las grandes mayorías que reivindican unas condiciones sociales de vida digna y justa en libertad y democracia.

Finalizó señalando que, para ello, se está trabajando en tres grandes líneas de acción:

  1. Proveer a los agentes de la pastoral de herramientas de información básicas para entender el entorno social y político y discernir cómo incidir en él a la luz de la fe cristiana. “Nosotros intentamos desde la fe promover, efectivamente, esa transformación de la sociedad, en discernimiento permanente de qué hacer y cómo hacer”.

 

  1. Promover la organización social y la capacidad de trabajo en red de los grupos que hacen vida en diversas instancias eclesiales, “especialmente en las parroquias y en todas las instituciones vinculadas con los valores e identidad cristiana y la tarea eclesial”.

 

  1. Animar la esperanza del pueblo de Dios desde la celebración de la fe en tiempos litúrgicos especiales “a través de eventos pastorales que permitan simbolizar, poner en público nuestra oración y vinculación con el Dios de la vida en un contexto de tanta muerte y desesperanza”.

 

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos: Manuel Sardá