20 años cumplieron los Programas de Postgrado en Comunicación Social de esta universidad y, como parte de la celebración, el pasado martes se homenajeó al humorista Pedro León Zapata con el bautizo del libro Volver al periodismo: repensando el país desde las comunicaciones.

En palabras del profesor Marcelino Bisbal, quien ejerció funciones como director de los programas de postgrado hasta el pasado lunes, la intención fue homenajear al Pedro León caricaturista, pintor, humorista, conversador y amigo.

Elías Pino Iturrieta y Laureano Márquez fueron los oradores del evento. A su manera, cada uno indujo a los asistentes a recordar la importancia de Zapata en los diferentes ámbitos de la historia venezolana bien fuese desde la reflexión, la política, la historia, la cultura o la risa.

Para el historiador Elías Pino, los venezolanos como individuos y como sociedad debemos mucho a la obra del caricaturista:

Pensar la realidad, sin despegarse de ella, para interpretarla a través del arte era su trabajo de todos los días. Sus obras son referencias ineludibles para la historia, y probablemente serán una de las claves para que los venezolanos del futuro sepan cómo fue este presente

Para Laureano Márquez, politólogo y humorista, el principal compañero de las angustias venezolanas es el humor. Sin embargo, a pesar de que muchas personas consideran que el humor funge muchas veces como calmante para el pueblo, considera que Zapata promovía en cada una de sus piezas la autocrítica permanente y reflexiva: la autocrítica para cambiar.

Zapata convertía el humor en actividad del pensamiento. Él transformaba el descontento en humor. Nos dio una visión crítica del país, nos enseñó a quererlo y a soñar con transformarlo

Además, Márquez agrega que Zapata mostraba en sus obras de arte el sueño de país que tenía: amaba profundamente a Venezuela y hacía humor porque la amaba.

El humor eleva al ser humano. Yo creo que la sociedad venezolana se eleva y es mejor por haber contado con un hombre como Pedro León Zapata. El auténtico humor, como su humor, es un ejercicio del alma.