Decenas de personas se congregaron ayer en los alrededores de la Escuela de Filosofía con la intención de rendir homenaje a los profesores Goiz-Eder Calvo, Rafael García y Eduardo Piacenza.

Tres placas fueron develadas en el pasillo frente a la escuela como símbolo de reconocimiento y agradecimiento a estos insignes profesores, quienes por años mantuvieron su compromiso con el conocimiento y la universidad. El decano de la Facultad de Humanidades y Educación, Miguel del Valle, comentó:

Estos tres profesores han marcado huella en nuestra escuela. Fueron sabios, radiantes defensores del pensamiento. Mantuvieron el afán de que los conocimientos germinaran adentro y afuera de las aulas. Y que no solo se pensara con la cabeza sino también con el corazon. Eran auténticos pensadores, amantes de la libertad y fomentaban la búsqueda para crear la verdad, sin creer en que existía una verdad absoluta.

Goiz-Eder Calvo impartió la cátedra de Teoría del Conocimiento en la Escuela de Filosofía y en el Instituto de Teología para Religiosos (ITER). El director de la Escuela de Filosofía, Mario Di Giacomo, recordó las inquietudes académicas que compartía con la profesora, como por ejemplo, su tesis doctoral La reconstrucción histórica de la anorexia nerviosa, que obtuvo mucho reconocimiento y sus lúcidas páginas en torno a Santa Teresa.

Piacenza, por su parte, fue profesor en las escuelas de Filosofía y de Derecho y en la Maestría de Filosofía, de la cual fue fundador junto con la profesora Corina Yoris. Su obra académica e intelectual dieron forma a varias publicaciones.

Rafael García fue profesor en la Escuela de Filosofía y en el ITER. Filosofía Política y Filosofía de la Historia fueron las cátedras que impartía. Di Giacomo expresó sobre él:

La historia del pensamiento venezolano, desde Andrés Bello hasta Fermín Toro, le debe unas cuantas páginas, epistemológicas y republicanas.

El rector de la universidad, Francisco José Virtuoso, también estuvo presente y ofreció las palabras de cierre recordando a los profesores como signo del quehacer académico: enseñar, escribir y crear conocimiento comprometido con la vida y con un país distinto y mejor.

Se revela lo que nos dice el escudo de la universidad «multiforme sabiduría», que no es otra cosa que la manera en la que Dios habla a la razón acorde a la búsqueda del conocimiento. Recordarlos es recordar cómo Dios, en su multiforme sabiduria, se hace presente en este recinto universitario.