El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la UCAB presentó, en el marco del simposio “20 años del Socialismo del siglo XXI”, sus estudios sobre “la pobreza en Venezuela”, “Indicadores macroeconómicos 1999-2018” y “La redistribución del poder socioproductivo en Venezuela 1999-2018”.

Las ponencias estuvieron a cargo de María Gabriela Ponce, Luis Zambrano Sequín y Luis Lauriño, respectivamente, quienes expusieron, de forma coincidente, cifras que evidencian un descalabro completo de la economía venezolana, al punto de que “en los últimos cinco años hemos retrocedido 60 años”, afirmó Zambrano Sequín.

Recordó que en la década de 1950, Venezuela logró un crecimiento económico con tasas de inflación de las más bajas del mundo y en la década de 1960 el PIB per cápita era muy similar al de Estados Unidos (0,97%), pero hoy está muy por debajo del promedio de América Latina. Precisó que “desde 2008 la economía venezolana se estancó y a partir de 2014 se desplomó”.

Los tres especialistas dejaron claro que el germen de la crisis humanitaria compleja que vive hoy el país fue sembrado por el modelo que instauró Hugo Chávez con el Socialismo del siglo XXI en 1999.

Zambrano negó de plano –“eso no aguanta un análisis” – que las sanciones económicas internacional sean las causantes de la crisis y afirmó que “Venezuela fue el único país de América Latina que decreció entre 1998 y 2017”. “Nicolás Maduro lo que ha hecho es profundizar los controles existentes”, apuntó.

Los datos evidencian que la evolución macroeconómica tuvo una primera caída entre 1999 a 2002 como efecto de la desconfianza generada por Hugo Chávez al asumir el poder, pero se logra cierta recuperación con el boom petrolero hasta el año 2012-2013.

Uno de los datos relevantes de la exposición de Zambrano es el referido a la densidad económica, que se contrajo a niveles alarmantes con la desaparición de la complejidad agropecuaria, industrial y comercial. Recalcó que la diversificación económica es vital para la recuperación, mientras que hoy el país depende “de un sector petrolero bastante menguado”.

Zambrano vaticinó que en mucho tiempo, aun si llega a producirse en el mediano plazo un cambio político, Venezuela no gozará de salarios competitivos en la región. También dijo que para poder atraer capitales en un ambiente de inestabilidad política “la renta fiscal petrolera habrá que entregársela al inversionista multinacional”.

Otro dato importante que mencionó Zambrano Sequín es el índice de transformación de la Bertelsmann Stiftung, que mide la importancia de las instituciones en los países como parte de una economía globalizada. En el caso de Venezuela, los indicadores colocan al país con un desarrollo primario o nulo de su institucionalidad, especialmente en áreas clave para atraer inversiones como estado de derecho y control de la corrupción.

Durante tres días, entre el 29 y el 31 de mayo, por iniciativa del Instituto de Investigaciones Históricas (IIH) de la UCAB, 27 expertos en diversas áreas expusieron sobre la evolución y el efecto en el país del Socialismo del siglo XXI.

Las ponencias serán recogidas en un libro, adelantó el profesor Tomás Straka, investigador del IIH, quien comentó que los planteamientos sobre las graves consecuencias económicas y cómo atraer inversiones extranjeras que se exponen hoy en Venezuela, son parecidos a los que se ventilaron en el siglo XIX, luego del desastre económico que dejó la Guerra Federal.

(Ver también: La UCAB recogerá en un libro las ponencias del simposio sobre los 20 años del Socialismo del siglo XXI)

 

Mucho gasto social ineficiente

Por su parte, María Gabriela Ponce, una de las investigadoras que coordina la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI), habló sobre la expansión de la pobreza en Venezuela. Dijo que puntualmente, entre 2004 y 2007, hubo un descenso de la pobreza de ingresos, gracias a la subida del precio del petróleo y el interés del gobierno por garantizar la victoria electoral de Hugo Chávez, sometido en ese lapso a varias mediciones en las urnas.

Explicó que ese crecimiento en el ingreso no se había vivido en Venezuela desde los años 70, aunque entonces el ingreso fue mayor que el mejor índice alcanzado durante el gobierno de Chávez, señaló Ponce.

“Hubo mucho gasto social, pero fue poco eficiente y eficaz. Las misiones toman un tinte político electoral muy marcado y su auge y declive estará vinculado a los procesos electorales. Pasado el referéndum de 2007 el gasto social decae y comienza la inestabilidad y el indicador de pobreza de ingresos aumenta”.

María Gabriela Ponce afirmó que una característica del socialismo del siglo XXI fue el aumento de la pobreza extrema, en referencia a unos ingresos tan bajos en la familia que no les alcanzan ni para comer. Desde 2014 la política social va perdiendo diversidad y en 2017 se centra en las bolsas CLAP, explicó.

Sobre uno de los pilares del discurso de campaña de Hugo Chávez en su campaña de 1998, como fue la lucha contra la desigualdad, Ponce dijo que “el socialismo del siglo XXI logró lo contrario de su discurso de disminución de la pobreza y la desigualdad. Hoy Venezuela es el país más desigual en ingresos en uno de los continentes más desiguales del mundo” y precisó que los que más han perdido ingresos son los integrantes de la clase media profesional, mientras que los militares son los que más han ganado.

Lamentó que “estudiar ya no es incentivo porque eso no se traduce en un ingreso mayor ni movilidad social”, como fue el caso en la Venezuela antes de Hugo Chávez.

Destrucción de la cultura y el diálogo tripartito

El profesor Luis Lauriño hizo una exposición basada en “El libro rojo. Documento fundamental del PSUV”, que le sirvió para seguir el avance ideológico del socialismo del siglo XXI en el control del Estado y del sector sindical en particular, mediante la destrucción de la cultura del diálogo tripartito y un feroz discurso anticapitalista y antipatronal, que significó también la ruptura de las reglas del juego establecidas con el Pacto de Puntofijo.

“Del modelo tripartito se pasó a un modelo militar hegemónico”, aseveró el investigador del IIES.

El balance al presente son “más de 3.500 casos de violación de la propiedad privada” y la caída de 12 mil empresas a apenas 2.500 empresas que hoy trabajan a menos del 50% de su capacidad”.

Mencionó el control de las elecciones sindicales a través del CNE desde el inicio del primer gobierno de Chávez y la consolidación del régimen como el “gran patrono”, con un engrosamiento de la nómina pública de 1,2 millones de empleados a 3,5 millones, cifra estimada al presente, aunque no existen datos oficiales. Esta circunstancia ha favorecido la enorme dependencia de la masa trabajadora del control político del chavismo.

Con la destrucción de las contrataciones colectivas –“que maximizaban la democracia en el mundo laboral” – el Socialismo del siglo XXI también destruyó el salario mínimo y su capacidad adquisitiva, comentó Lauriño.

Entre otros daños ocasionados al mundo del trabajo, el especialista del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, mencionó la introducción del sicariato sindical, surgido a partir de 2009, y la fragmentación y el paralelismo sindical.

Para Lauriño, la ideología que implantó Hugo Chávez es “una mezcla de comunismo, castrismo, socialismo científico, indigenismo y bolivarianismo –influencia que personalizó en Douglas Bravo–, cristianismo y santería –particularmente en el seno de las FAN–“. Afirmó que el socialismo del siglo XXI es “una amalgama de ideologías que no se hablan entre ellas”.

Lauriño ubica entre 2006 y 2007 el momento cuando el chavismo “se quita la careta” y pone fin al experimento de corta duración del cooperativismo y se instaura el modelo unipartito de relación socioproductuva que se había asomado desde 1999.

Sin embargo, estima que a diferencia de lo que muchos opinan, “los venezolanos no están de brazos cruzados” y en lo que va de 2019 se han registrado 6.211 protestas a nivel nacional, casi la mitad de las que se produjeron en todo el año anterior.

♦Texto: Elvia Gómez/Fotos: Manuel Sardá