La Dirección de la Escuela de Psicología de la UCAB continuó este jueves 9 de julio con su ciclo de conferencias sobre los efectos de la COVID-19 y abordó esta vez el tema Pandemia y crisis económica ¿vivir o sobrevivir?, con la participación del rector Francisco José Virtuoso, s.j., el director del Centro de Innovación, Investigación y Desarrollo Académico de la UCAB (CIIDEA), Guillermo Yáber, y el economista Luis Vicente León, presidente de la encuestadora Datanalisis.

Como idea central, León, también docente en la UCAB, compartió una reflexión que -dijo- se le ocurrió a raíz del comentario de un estudiante durante la clase. El joven lamentaba no tener las oportunidades de las generaciones anteriores, a lo que León respondió que la pandemia COVID-19 “no termina nada, empieza algo nuevo y creo que este proceso es para vivirlo y no para sobrevivirlo y yo estoy totalmente dispuesto y lleno de hambre para comérmelo”.

Lamentó que ya no tiene la edad de sus alumnos para aprender de lo que viene, porque “está todo por hacerse”. A los jóvenes los invitó a ver la actualidad con mente abierta y enfocarse en el mediano y largo plazo “porque la crisis vino para quedarse hasta que no exista una vacuna”.

El profesor Yáber compartió aspectos de una línea de investigación que el CIIDEA viene desarrollando desde 2012, que llamó capital psicológico y que resumió en el acrónimo EORE: esperanza, optimismo, resiliencia y eficacia. “Cultivar la esperanza nos permite ver que hay varias ventanas abiertas”. Recomendó cultivar la esperanza diariamente y conectarse con la alegría de las pequeñas cosas cotidianas, “como la sonrisa de un niño, la presencia de la mascota o la mirada amorosa de la pareja sentimental”.

Por su parte, el rector de la UCAB mencionó que, aunque la situación en Venezuela es muy difícil y así quedó reflejado en las cifras de la más reciente Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) 2019-2020, “nos queda convertir ese drama en propuestas de cambio y echarnos todos el país al hombro, porque no vamos a sobrevivir si no existe la corresponsabilidad”.

 

(Ver también: ENCOVI UCAB: Venezuela es el país más pobre de América Latina y el perfil nutricional se asemeja a países de África)

Virtuoso informó que la UCAB emprende un nuevo proyecto de investigación que busca complementar datos recogidas por ENCOVI en materia educativa.

“En la ENCOVI no se midió la calidad de la educación, y ahora se va a analizar con lupa lo que pasa en las escuelas, la matrícula, los contenidos. Eso nos permitirá tener en ocho meses una buena radiografía de qué pasa en los primeros doce años de escolaridad en Venezuela”.

El director de la Escuela de Psicología de la UCAB, Danny Socorro, s.j. hizo de moderador y anunció que el jueves 16 de julio el tema a abordar será Trauma psicosocial. Indicadores de una persona que no se rinde.

Sin cambio político a la vista, pero con oportunidades siempre

Luis Vicente León enfocó su exposición desde la perspectiva socioeconómica y política y explicó las tensiones, en búsqueda de equilibrio, existentes entre la racionalidad sanitaria, que aconseja el confinamiento, y la racionalidad económica que no soporta demasiado tiempo la parálisis. “La economía también es un sostén de la vida”, señaló.

Afirmó que ya antes de la llegada del coronavirus Venezuela redujo en 60% su capacidad productiva,  a lo que se suma un deterioro de todos los derechos ciudadanos y un aumento de la concentración del poder en el Ejecutivo.

“En el último año la agudización de las sanciones y del aislamiento, sin que se haya producido un cambio político, amplifica la crisis y se le complica la vida a los venezolanos. El país, que ya era pobre, sufre un empobrecimiento severo. Es igual que una persona de alto riesgo ante COVID-19”.

León advirtió que la primer etapa de la pandemia golpeó lo económico, pero ahora se inicia otra etapa que golpeará lo sanitario, mientras que circulará en el país menos de la mitad de los ingresos en divisas que hubo el año anterior.

Dejó claro que en el corto plazo no es optimista sobre el panorama nacional, porque “las puertas del cambio político se han cerrado”, así como que los venezolanos han perdido sus esperanzas y sin ese elemento la disposición a luchar y asumir riesgos se reduce.

“En febrero de 2019 el 63% tenía esperanza de que cambiaría el gobierno entre 3 y 6 meses. Hoy, en la encuesta de junio  solo un 17% cree que se puede producir un cambio de gobierno en 3 meses. Solo 1 de cada 4 tiene esperanza de cambio”.

A estas circunstancias sumó el deterioro de los ingresos. “En 2019, Venezuela obtuvo ingresos totales entre 23 y 25 mil millones de dólares del petróleo, oro, contrabando, narcotráfico, exportaciones no tradicionales, repatriación de capitales, etc. Ese era un ingreso muy bajo, pero permitió tener al país una vida dual, un ingreso vinculado a los repartos básicos del gobierno y a los dólares que estaban dando vuelta a la economía que se convirtieron en el mecanismo más importante de pago, tanto que el 60% de los pagos se hacían en moneda extranjera. Este año ese ingreso cae 56% y deteriora la capacidad de compra de la población”.

El experto encuestador explicó que las restricciones impuestas en todo el mundo por razones de salud serán “una nueva forma de vida y no podemos esperar ni la vacuna, ni que cambie el gobierno, ni tener ayuda humanitaria. Hay que vivir y hay que buscar los mecanismos para mantener la lucha por el cambio político, pero, en paralelo, desarrollar las estrategias necesarias para tomar ventaja de lo que estamos aprendiendo en la crisis: aprender a vivir un nuevo mundo lleno de tecnología, marcado por los servicios, el delivery, el trabajo a distancia, marcado por una nueva forma de conexión, adaptado a las nuevas generaciones que son capaces de aprender a desaprender”.

A modo de conclusión, el economista y presidente de Datanalisis invitó a responder al miedo que producen las circunstancias complejas del país y, a pesar de todo, cada uno desde su ámbito, “participar, actuar, defender, protestar en su propio nivel, en lo que sabemos hacer, generar un país activo, ayudando a articular esa sociedad con gente valiente para poder provocar el cambio”.

“Hay que aprender a ajustarse a los contextos”

El profesor Guillermo Yáber abordó los temores que genera en la población un “enemigo invisible” como el coronavirus que desató la pandemia. “No estamos preparados para ese enemigo invisible al que es difícil enfrentar y solo con las reglas que da la sociedad podemos disminuirlas, como son lavarse las manos, usar la mascarilla y mantener el distanciamiento. Nuestras estrategias de afrontamiento se derivan de esas reglas, pero al mismo tiempo existe otro enemigo que sí es visible: la crisis socioeconómica, que como toda crisis es peligro y es oportunidad”.

El psicólogo director del CIIDEA recomendó apegarse al factor de protección que representa el capital psicológico (esperanza, optimismo, resiliencia y eficacia) y cumplir con el compromiso ciudadano de denunciar lo que está mal en las políticas públicas. Dijo que ese espíritu de denuncia se construye de abajo hacia arriba, desde el hogar, pasando por los condominios, el municipio para que “el gobierno central comprenda que su acción tiene que modificarse en la dirección de apoyar a los ciudadanos y no para apoyar a unos pocos”.

Como tercer panelista, el rector de la UCAB, Francisco José Virtuoso, dijo que la coyuntura impuesta por el confinamiento obligatorio abrió una oportunidad para aprovechar las ventajas de la tecnología digital, “que es un instrumento que puede potenciar tremendamente las posibilidades de la educación en el mundo”.

Destacó que en esta etapa se ha descubierto no solo que se pueden conectar las comunidades de los dos campus, de Caracas y Guayana, sino las potencialidades de conectarse con el mundo y la posibilidad de incorporar a sus clases a profesores que están fuera.

“En la UCAB nos empeñamos desde el comienzo en que en medio de las limitaciones –porque no estamos en Suiza ni en EEUU, aquí tenemos todos los problemas de electricidad e internet, limitaciones del hogar–, sin embargo tenemos que lograr sacar el mejor provecho de esta situación; que nos capacitemos mejor los docentes, que los estudiantes adquieran otras habilidades, con un soporte tecnológico mejor. Lo que podamos lograr hacia el futuro es muy importante, vamos a combinar la presencialidad con todas esas proyecciones tecnológicas que podemos ir desarrollando”.

Sobre la interrogante planteada en el título de la charla, ¿vivir o sobrevivir?, Virtuoso relató su experiencia como religioso en la comunidad de Catuche, donde luego de los deslaves de diciembre de 1999, los residentes de ese barrio se resistieron a abandonar lo que quedó de sus hogares y los reconstruyeron tras varios años de duro trabajo.

“Tenemos que combinar la sobrevivencia con nuestro deseo de vivir. Nos toca aprender y ajustarnos a los contextos. Nuestra vocación es vivir a plenitud, pero la sobrevivencia, en el sentido de ir respondiendo para adquirir lo mínimo es parte de ese amor a la vida. Un  ahogado, mientras más esperanza tiene de vivir, más se esforzará para salir del atolladero”.

Virtuoso insistió en que “no vamos a sobrevivir individualmente si no asumimos el país como nuestra gran preocupación” y criticó al liderazgo político, tanto del gobierno como de la oposición –“incluso los que se dicen alternativa” –, por estar ausentes y desconectados de los problemas nacionales.

“Todos tenemos que sentir esa corresponsabilidad, no podemos conformarnos con ver morir a la gente de hambre, a los niños que no vayan a la escuela, este debe ser el eje de la unidad nacional (…) La sociedad no es de los políticos, es nuestra, está bajo nuestra responsabilidad”, reflexionó el sacerdote jesuita, que pidió una “gran solidaridad” de la comunidad internacional que ayude a presionar.

♦Texto y fotos: Elvia Gómez