La Escuela de Psicología de la UCAB presentó los resultados de una encuesta nacional que retrata 14 dimensiones psicosociales de los venezolanos. La investigación determinó que las mujeres, las personas mayores de 65 años y quienes tienen menor nivel educativo son los más vulnerables

Contradictoria y compleja. Así describe la situación psicosocial de la población venezolana la encuesta Psicodata Venezuela, realizada por la Escuela de Psicología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y presentada este miércoles 1° de marzo en la sede Montalbán de la institución frente a un nutrido, atento y participativo grupo de asistentes, encabezado por el provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, Alfredo Infante, s.j.; las autoridades académicas de la universidad, además de profesores universitarios, embajadores, representantes de organizaciones no gubernamentales y periodistas.

El estudio, de carácter nacional y único en su tipo, fue levantado entre diciembre de 2022 y enero de 2023, a partir de entrevistas telefónicas a una muestra representativa de 1.500 adultos (55% mujeres y 45% hombres) que participaron en la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI), de todos los estratos sociodemográficos y todos los estados del país.

Su objetivo, según expone el informe, fue identificar y analizar las debilidades y fortalezas psicosociales de la población venezolana, con especial énfasis en las dimensiones asociadas a la llamada ‘vulnerabilidad psicosocial’, es decir, esos factores individuales y relacionales que modulan las conductas de las personas ante entornos especialmente hostiles o difíciles y que «afectan o influyen en la probabilidad de sufrir problemas de salud física o psicológica».

En función de ello, la encuesta abordó 14 áreas: satisfacción personal subjetiva, duelo, dificultad para identificar y expresar emociones, malestar psicológico y físico, confianza en el otro, inadecuación social, sentido de control personal, fuentes de estrés, dificultades en habilidades cognitivas, apoyo social percibido, deseo de participación, afrontamiento religioso, afecto negativo (preocupación, tristeza y rabia) hacia el país y bienestar subjetivo.

La exposición de los resultados de Psicodata Venezuela estuvo a cargo del equipo investigador, integrado por el director de la Escuela de Psicología, el psicólogo y sacerdote jesuita Danny Socorro; la psicóloga y decana de la Facultad de Humanidades y Educación,  Luisa Angelucci; el doctor en Ciencias políticas, psicólogo y docente universitario, Ángel Oropeza; Adle Hernández, psicóloga y directora de la Extensión Social de la UCAB; Celibeth Guarín, psicóloga, docente de la UCAB y secretaria general de la Federación de Psicólogos de Venezuela, y José Eduardo Rondón, psicólogo, docente y director de los programas de Postgrado de Psicología de la UCAB.

El rector (e) y vicerrector académico, José Francisco Juárez, calificó la encuesta como pionera, histórica y «un hito de lo que la UCAB aporta al país, porque nosotros venimos desde hace muchísimos años dando respuesta a algunas problemáticas que se presentan en nuestra sociedad, a través de iniciativas como la ENCOVI», sentenció.

«Son alarmantes, y todos lo sabemos, los casos de suicidio, los problemas de salud mental en instituciones educativas que  ocurren en Venezuela y el mundo. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Qué detalles, qué aspectos nosotros podemos presentar y qué soluciones podemos dar? ¿Cuál es la ruta que podemos trazar para detectar y abordar esos casos que están relacionados con la salud mental? Es posible que este estudio aborde muchas respuestas.  Me parece importante que quede claro que para construir o seguir construyendo un país republicano, democrático, moderno y de ciudadanos comprometidos con el desarrollo y el bienestar, necesitamos también indagar sobre esas variables que nos afectan», afirmó Juárez.

 

De la desconfianza al duelo: la vulnerabilidad en datos

La decana de la Facultad de Humanidades y Educación indicó que la investigación tuvo un corte documental con resultados analizados mediante técnicas estadísticas descriptivas.

«Nos planteamos primeramente como objetivo analizar un conjunto de aspectos psicosociales de la población venezolana con especial énfasis en aquellas asociadas con el constructo psicológico ‘vulnerabilidad psicosocial’. Esto está muy acorde con dos preguntas: ¿Qué características psicosociales representan o están retratadas en nuestra población actual?, y ¿podemos hablar de vulnerabilidad psicológica en el venezolano?», puntualizó Luisa Angelucci.

Así, la encuesta indagó en el impacto que han tenido situaciones como la pandemia, la crisis socioeconómica y la emergencia humanitaria compleja en la psique del venezolano.

Entre otras secuelas, Psicodata Venezuela encontró que para 81% de la población, es decir, para 8 de cada 10 habitantes del país, no se puede confiar en la mayoría de las personas. Estos resultados, apunta el informe, se asocian «con tendencias a aceptar prácticas autoritarias de gobierno y con baja calidad de capital social». Este punto, para el panel de expertos, significó uno de los más alarmantes.

«Tenemos que establecer puentes. Tenemos que, desde las diferentes organizaciones y las diferentes áreas de la sociedad, trabajar con este aspecto -uno de los más más críticos que tenemos entre otros que aparecen allí. Si no confiamos en nadie, por supuesto cada día nos vamos volviendo de espaldas unos con otros y eso hace que aumente el anarquía, aumente todo lo que supone un caos social», resaltó Danny Socorro, s.j.

Adicionalmente, la investigación comprobó que 90% de la población siente preocupación ante la situación nacional, 79% afirmó sentir rabia por saber a dónde ha llegado Venezuela y a 73% le entristece pensar en el futuro de la nación. Cuatro de cada 10 aseguraron que, con frecuencia, su estado de ánimo se ha ido deteriorando por estas razones. En promedio, el venezolano tiene un nivel medio de afecto negativo.

Por otra parte, seis de cada 10 personas (64%) manifestaron que su principal fuente de estrés son los problemas económicos. Como era de esperarse, «para los pobres el problema económico es más estresante (68%) que para los no pobres (61%)», apunta el estudio.

El duelo asociado a la muerte o el éxodo masivo de venezolanos también está afectando la estabilidad emocional y personal de quienes se quedan. Según la encuesta, siete de cada 10 perdieron a un ser querido en los últimos dos años, de los cuales un tercio (34%) manifestó no haberse recuperado para retomar la cotidianidad. Por su parte, 75% indicó que en los últimos dos años ha experimentado la falta de familiares y amigos cercanos debido a la migración; de este grupo, 34% afirmó que le ha costado retomar su cotidianidad después de experimentar esta ausencia y 29% mencionó que su salud se ha deteriorado. «Esto es más frecuente en mayores de 65 años (40.1%) y en las mujeres (32%)», menciona el informe.

Respecto al malestar físico y psicológico, el nivel de vulnerabilidad es medio. Casi un tercio (28%) de los encuestados indicó que siempre o casi siempre su capacidad de logro está limitada por no sentirse bien físicamente; 35% sugirió que no vale la pena seguir luchando porque «son siempre los vivos los que ganan»; 49% ha conseguido poco progreso en el logro de sus metas personales y 46% agregó que no vale la pena planificar porque las cosas son cuestión de suerte.

La población no está clara en la identificación y expresión de sus propias emociones: mientras 54% declaró dificultad en expresar lo que siente acerca de otras personas, a 51% le cuesta encontrar palabras para definir sus sentimientos, 48% se siente confusa con las emociones que siente y 45% reconoció tener sentimientos que le cuesta identificar.

Las memoria y concentración, capacidades cognitivas, también están siendo afectadas: 40% afirma tener problemas para atender y concentrarse, 38% dijo que le está costando mucho recordar las cosas, mientras 35% apuntó que se le dificulta comprender información escrita y 31% dijo que se le está haciendo difícil expresarse de forma escrita.

La otra cara: el venezolano se siente bien consigo mismo

Pese a las debilidades psicosociales identificadas, los investigadores de la UCAB encontraron varios ámbitos en los que los venezolanos se encuentran satisfechos y que pueden calificarse como fortalezas. Por ejemplo, la gran mayoría (78%) está contenta con cómo resultó su vida tras repasar su historia. De hecho, 76% reportó que es muy cercana a su ideal, 73% afirmó haber conseguido cosas importantes, aunque ese mismo porcentaje cambiaría algo de sí mismo si tuviera oportunidad.

En cuanto al bienestar subjetivo, es decir, en qué medida la persona está a gusto con la vida que tiene, 42% se ubica en el peldaño 8 al 10. Solo un tercio de la población (31%) se siente decepcionada con sus logros.

Oropeza destacó que las variables con resultados positivos se «deberían estimular».

«Está el sentido de bienestar personal, o sea, la lectura subjetiva de cómo es mi vida en la satisfacción personal subjetiva, el sentido de cuánto control tengo sobre mi vida y sobre las cosas. Hay adecuación social, unas habilidades cognitivas que -gracias a Dios- a pesar de la crisis educativa y el ejercicio escolar que ha encontrado ENCOVI, sigue siendo relativamente no tan deficitaria como hubiéramos pensado al comienzo», comunicó el psicólogo.

Por otra parte, la mayoría de los venezolanos percibe un alto sentido de control personal: 82% de los encuestados dijo ser capaz de trabajar eficientemente con metas a largo plazo, más de la mitad (57%) declaró sentirse parte importante de la solución de los problemas de su comunidad y 54% se identifica como responsable de lo que pasa a su familia.

Los deseos de participación comunitaria y social también se mantienen, pese a la crisis. Seis de cada 10 encuestados (59%) dijeron tener ganas de participar en actividades sociales o políticas. Esta intención es mayor entre quienes viven en condiciones más precarias. «Los pobres son quienes manifiestan mayor deseo de participar (77%)», resalta el documento.

Aunque la mayor parte de los venezolanos encuentra en la fe y la religión un aliado (80% reconoció rezar cuando enfrenta problemas), según Psicodata la población valora las redes de apoyo de su entorno en situaciones difíciles, especialmente la familia: 67% recurre a sus familiares para solicitar ayuda y tres de cada 10 buscan a sus vecinos. Sin embargo, solo el 9% acude a instituciones sociales, políticas, religiosas o deportivas cuando de solicitar auxilio se trata, lo que advierte la desconfianza percibida respecto a la capacidad de las instituciones.

Prestar atención a los grupos desprotegidos

A partir de los hallazgos, los investigadores de Psicodata Venezuela determinaron que las mujeres, las personas mayores de 65 años, los jóvenes de 18 a 24 años y quienes tienen menor nivel educativo representan los grupos más vulnerables desde el punto de vista psicológico.

Entre otros asuntos, las mujeres presentan mayor malestar físico y psicológico. 45.7% de ellas considera que su ánimo se ha deteriorado y 38% que su salud ha desmejorado. 1 de cada 2 mujeres reportó dificultad para atender y concentrarse. El estudio encontró que este grupo tiene mayor dificultad en identificación y expresión emocional, así como una tendencia a autoevaluarse ligeramente más bajo que otros grupos en habilidades cognitivas.

Los adultos mayores, por su parte, se perciben con menor sentido de control personal (es decir, tienen pobres juicios sobre su propia disciplina, organización y responsabilidad personal) y con mayor deterioro de sus habilidades cognitivas. También reportaron mayor dificultad para comprender (45.6%) y para expresarse de forma escrita (42%). Además, identificaron tener más trabajo para expresar lo que sienten acerca de otras personas.

En cuanto a los jóvenes entre 18 y 24 años, estos son quienes presentan mayor nivel de inadecuación social, es decir, tienen un mayor deterioro en la capacidad para procesar información proveniente del entorno y responder adecuadamente a ella. También son los que, junto con los adultos mayores, se perciben con menor sentido de control personal.

Finalmente, las personas sin nivel educativo y con primaria incompleta tienen menor bienestar subjetivo. Además, 1 de cada 2 (55%) tiene problemas para atender y concentrarse, así como para expresar sus emociones e identificarse. 43.6% reportó que el malestar psicológico limita sus capacidades y 46% afirmó que sobrevivir implica adaptarse a lo que hay.

Qué hacer: reforzar los escudos psicológicos

La investigación deja claro que, «al adentrarse en el estudio de las características psicológicas de los venezolanos, el principal rasgo que sobresale es su complejidad y la presencia de elementos aparentemente contradictorios en su seno».

Menciona que la preponderancia de los factores positivos o negativos, en medio de esta contradicción, «va a depender del tipo de reforzamiento que reciban tanto los elementos psicológicos que pudieran apuntar al desarrollo de defensas ante el riesgo de una mayor vulnerabilidad, como los que, de continuar siendo estimulados y no combatidos, contribuyan a que ésta última se acreciente».

Por eso, los responsables del estudio recomiendan «generar antídotos de orden psicológico», desde el ámbito de las políticas públicas y de la organización social e institucional, a través de los cuales se puedan conformar «auténticas fortalezas de defensa contra la vulnerabilidad psicosocial y sus consustanciales consecuencias psicológicas en la población», concluye el informe.

De acuerdo con la directora de Extensión Social, a pesar de los altos niveles de desconfianza, existe un ámbito favorable referido a la disposición de las personas: «Tenemos la oportunidad de saber que no solamente la gente quiere participar, sino que hay apoyo; se sienten apoyados por sus cercanos y tienen entonces algunos elementos que son muy importantes, que nos permiten empezar a pensar en las mejores maneras de trabajar de cara estos resultados», dijo.

El padre Socorro reconoció que no existe una fórmula única ni mágica. «No hay un libro, sino que va a depender del contexto. Primero vamos a reconocernos en este retrato, en segundo lugar, ¿cómo podemos trabajar? La clave es esa capacidad para encontrarnos y generar alianzas. Sobre todo si vamos con instituciones como ONG. Y, en segundo lugar, escuchar. Lo que la gente más necesita en este momento es que se les escuche, incluso para reconocer sus emociones. Creo que bueno es escuchar, organizarnos, articularnos, no podemos trabajar de espalda a otra organizaciones». 

Finalmente, la profesora Guarín recalcó la importancia de definir, a partir de ahora, programas de acción. «Lo ideal es establecer  planes y programas de intervención. Seguir discutiendo, seguir recorriendo y generar mesas de encuentro multidisciplinarias; trabajar en estos planes con la gente. Hay que reconstruir el tejido social, pero este está conformado por personas, por eso la importancia de estudiar la salud mental y traerla a la mesa», agregó.

La UCAB pone en la mesa el tema de la salud mental

El proyecto, recordó el padre Socorro, comenzó a gestarse en el 2021 de la mano del rector Francisco José Virtuoso s.j. Sin embargo, fue complicado conseguir patrocinio. Y es que, aunque fuese «un proyecto valioso», el tema de la salud mental no era prioritario frente a otros. Sin embargo, en noviembre de 2022 el equipo investigador consiguió ponerlo marcha. A partir de ahora queda mucho trabajo por hacer.

«La idea es que podamos iniciar pronto la presentación en diferentes regiones del país y la activación de grupos de trabajo conformados por profesionales de la salud mental, miembros de organizaciones sociales, agencias y organismos internacionales; religiosos, políticos y otros cuyo objetivo sea la generación de propuestas de políticas públicas y líneas de intervención psicosociales. De los resultados surgirá alguna, o algunas, manos que se interesen por seguir cultivando este terreno de constancia, de encuentro, reconocimiento, emisión y de construcción», señaló Socorro.

Oropeza  insistió en que ningún análisis de la realidad venezolana estaría completo si no se toma en cuenta la variable psicosocial.  Agregó que para superar las dificultades encontradas en este diagnóstico es necesaria la suma de varias fuerzas.

«Tiene que haber un trabajo conjunto: mientras se exigen y demandan los necesarios cambios organizacionales en la sociedad y políticos (para que sobre todo deje de haber elementos reforzadores de vulnerabilidad), tenemos que ir reforzando aquellos que son escudos. No hay tratamiento eficaz de ningún problema si no parte de un diagnóstico adecuado.  Lo que viene ahora es ver cómo se puede utilizar esto para pensar en programas de formación, iniciativas de acción social, o estrategias de intervención social para reforzar lo que sabemos que hay que reforzar y tratar de combatirlo», acuñó.

A modo de cierre, el padre Alfredo Infante s.j. expresó preocupación por los datos expuestos en el estudio, pero señaló que constituyen un insumo importante para promover cambios.

«Toca ser creativo y en ese sentido creo que este estudio, a pesar de que arroja elementos muy dramáticos, es esperanzador, porque nos pone un desafío a nosotros mismos. A cada una de las organizaciones aquí presente, a la universidad, la sociedad, partidos políticos, de repensarnos como Venezuela. Y que ese anhelo de participación pueda ser canalizado para superar la desconfianza que es también una dinámica que nos está haciendo profundo daño. La ENCOVI, Vénesis y ahora PsicoData nos ponen en el espejo de nosotros mismos para soñar y construir», concluyó.

La presentación completa de Psicodata Venezuela está disponible, para su descarga y consulta gratuita, ingresando a la página https://psicologia.ucab.edu.ve

El video de completo de la rueda de prensa puede visualizarse haciendo clic aquí:

♦Texto: Efraín Castillo y Grace Lafontant León/ Fotos: Manuel Sardá