El sacerdote jesuita advierte el peligro que representa para el país la «Ley de fiscalización, regularización, actuación y financiamiento de la organizaciones no gubernamentales y afines», aprobada en primera discusión por la Asamblea Nacional

Hoy Venezuela está en la ruina y esta tragedia es inocultable a millones que viven el dolor diario de no poder alimentar a sus hijos con los $6 al mes por su trabajo (el más bajo de América Latina) en lugar de los $400 necesarios. Más de 6 millones arrancados del país por la necesidad y 7 millones de empleados públicos, jubilados y pensionados con salarios de hambre.

Considero que Maduro tiene talento político y no se hace la ilusión de que está teniendo éxito por el hecho de que la conducción política opositora esté en derrota y desorientación. Tampoco se puede sentir victorioso por tener la fuerza represiva en sus manos: represión no es buen gobierno y los venezolanos sentimos que aquí no reina el gobierno del bien común, sino del mal común, empeñado en perpetuarse. Lo inteligente sería que el propio gobierno buscara una transición menos catastrófica.

Cuando el Estado dictatorial se derrumba (por ejemplo el Estado nazi derrotado en 1945), no hay más remedio que acudir a la base de la Sociedad Civil y sacar fuerzas de las personas y comunidades para desde ahí reconstruir todo, con mucha creatividad y voluntariado. En las más variadas necesidades brotan como respuesta miles de organizaciones solidarias con las más creativas iniciativas. Venezuela no renacerá con dictadura totalitaria, con toda organización social sometida al control de la cúpula central y “correa de transmisión” de las órdenes dictatoriales. En el antiguo modelo soviético y en la Cuba comunista no pueden haber organizaciones gremiales, asociaciones profesionales, sindicatos, organizaciones filantrópicas, culturales, religiosas, asociaciones de vecinos… realmente autónomas, participativas y democráticas.

Aquí la “Democracia Participativa y Protagónica” es un cartel desteñido de un establecimiento cerrado. Ahora es una prueba irrefutable del definitivo asalto dictatorial esta ley contra las ONG llamada “Ley de fiscalización, regulación, actuación y financiamiento de las organizaciones no gubernamentales”, que fue aprobada por la Asamblea Nacional, pero que Maduro -siguiendo en esto a Chávez- todavía no la ha refrendado. Es delicado el dilema para el gobierno de Maduro: o ahogar toda vida autónoma de la Sociedad con el Estado quebrado, o abrir la puerta a las fuerzas creativas y autónomas de la Sociedad Civil para que reverdezcan miles de organizaciones, fuentes de riqueza, activadas por la necesidad y alimentadas por los poderes creadores del pueblo, que constituyen un variada fuerza productora del bien común, que no es exclusiva del Estado.

El estatismo totalitario no es propio de la condición humana ni el individualismo de millones que viven en un mismo territorio, pero cada uno encerrado en sí y buscándose a sí mismo. Como expresa la Enseñanza Social de la Iglesia, cada uno de los millones de “yos” se encuentran en el “nosotros”: reciben, dan y crecen en nosotros: Del “nosotros” venimos y al “nosotros” vamos. Entre los individuos aislados y el Estado surgen los “cuerpos intermedios” y las diversas formas de agrupación y organización vecinal, regional, cada uno con sus identidades y finalidades propias establecidas por sí mismo.

En Venezuela hay miles de estas organizaciones que viven dentro del marco democrático de la Constitución respetando las leyes normales que protegen al país de organizaciones delincuentes. Se les da el nombre poco feliz de ONG, Organizaciones No Gubernamentales. Su verdadera identidad no es el NO, sino el SÍ. Son organizaciones sociales fruto de la iniciativa y la creatividad humana solidaria que crecen al impulso de una conciencia social y voluntariado donde cada persona saca lo mejor de sí y lo pone al servicio de la sociedad. Organizaciones humanitarias más necesarias que nunca para atender a cancerosos, ciegos, huérfanos, ancianos, niños sin familia… así como para la defensa de los derechos humanos, para la formación en ciudadanía política… organizaciones religiosas y educativas, culturales y artísticas…

En el actual empobrecimiento y emergencia nacional, el gobierno necesita y busca también la colaboración internacional, cuya ayuda humanitaria alivia a millones de venezolanos por medio de muchas de estas organizaciones sociales y también de organismos gubernamentales. Este florecer es indispensable para la verdadera “democracia participativa y protagónica”. Pero cuando la dictadura se desboca como en Nicaragua, busca eliminar todo aquello que sea capaz de funcionar sin depender del poder estatal. Entonces se inventan leyes para controlar, reprimir y eliminar.

Por eso ahora hay alarma nacional e internacional ante esta ley. Incluso expertos y ponderados integrantes de la Misión de Investigación de la ONU en Venezuela la consideran “un punto de no retorno en el cierre del espacio cívico y democrático en Venezuela” (Marta Valiñas) y que “la ley está claramente orientada a limitar, no a facilitar el ejercicio del derecho de asociación” (Francisco Cox). Ley que aumenta la pobreza y mata la productividad ciudadana.

Si el gobierno quiere perseguir la delincuencia organizada, ya sabe a dónde tiene que actuar para controlar el tráfico de la droga y el oro, negocios con los cuales está familiarizado e interesado.

*Foto: Tal Cual